Josep Maria Colomer, de la Universidad de Georgetown

El presidencialismo no es una forma de organización política

Se trata de “un comportamiento perverso de la fórmula institucional de la separación de poderes”, aseguró el académico

Dictó conferencia sobre la democracia. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

Cuando se habla de presidencialismo o parlamentarismo no es correcto decir que son formas de organización política, porque, por ejemplo, el primero no es tal, sino un comportamiento perverso de la fórmula institucional de la separación de poderes, afirmó Josep Maria Colomer, académico de la Universidad de Georgetown.

Al dictar la conferencia magistral “Para una buena gobernanza: gobierno unificado vs. gobierno dividido”, en el seminario internacional El Buen Gobierno en el siglo XXI, indicó que en el caso del parlamentarismo “produce fusión de poderes y gobiernos unificados, y la separación de poderes cuando hay un gobierno dividido tiende a generar como reacción el presidencialismo”.

“El régimen presidencialista con alta concentración de poder salió de la debilidad del Estado, pero ha impedido también en gran medida la expansión y el fortalecimiento del mismo, esta es la clave de lo que no funciona bien, los orígenes digamos”, subrayó el politólogo, economista y escritor español.

Añadió que aproximadamente la mitad de las naciones y de la población del mundo son democracias, el resto son dictaduras; y la mitad de las demócratas son regímenes parlamentarios con fusión de los poderes Legislativo y Ejecutivo, y la otra parte son de separación de poderes.

Caso mexicano

En la Sala 2 de la Unidad de Posgrado, acompañado de Jaime Cárdenas Gracia, profesor de la Facultad de Derecho, y José Luis Velasco Cruz, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Boston, Colomer mencionó que hay varias instituciones en el sistema que favorecen la concentración personalista del poder en la presidencia.

“El mandato presidencial de México es ahora el más largo del mundo en las democracias existentes, son seis años; ha habido otros, como en la Francia de Charles de Gaulle con siete años, o en Nicaragua con 14 años, aunque después lo rebajaron a cinco, el otro de seis años fue el del general Augusto Pinochet en Chile”.

Agregó que de los 15 países latinoamericanos que han estado en redemocratización a partir de los años 80, por ejemplo, han instituido la segunda vuelta electoral. “Ahora mismo sólo México, Honduras, Panamá y Paraguay, mantienen la mayoría relativa sin segunda vuelta, además de Venezuela”.

Agregó que desde que ha habido elecciones competitivas (1994), la mayoría de las elecciones en México han producido gobiernos divididos sobre todo si se cuenta en votos.

Propuestas

En el evento convocado por el Programa Universitario de Gobierno de la UNAM, el investigador quien ha sido docente en instituciones como la Universidad Autónoma de Barcelona y el Institut d’Études Politiques (Sciences Po) en París, compartió: “No propongo para nada que se reduzca el poder del Estado en el contexto de México, esto sería catastrófico, porque hay muchas tareas que hacer: reformas estructurales y políticas de desarrollo; hay que buscar formas eficientes de toma de decisiones”.

Las propuestas generales que considera son: la desconcentración y difusión del poder, mayor inclusión con amplia representatividad y cooperación multipartidista.

“Se podría crear una vicepresidencia como en casi todas las naciones de la región; un jefe de gabinete nombrado por el Presidente ratificado por el Congreso, porque así se facilita la conexión entre estos; introducir la segunda vuelta electoral; y pensar sobre el término de seis años presidencial que podría ajustarse”, delineó.

En suma, en el caso del Congreso una representación proporcional, periodos más largos, tan extendidos como la presidencia misma. Menor separación de poderes, menos presidencialismo, más control y mutua cooperación entre el Ejecutivo y el Legislativo para generar un gobierno unificado democrático, finalizó.

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