#DondeHayPrieturaHaySabrosura
El racismo, ese elefante en la habitación del que México no quiere hablar…
Recuerdos del primer semestre de 2021, cuando el México prieto se rebelaba contra la blanquitud de la mente
Para los profesores Guillermo Trejo y Melina Altamirano, el racismo es “el elefante en la habitación” del que México no quiere hablar, pese a “ser evidente que, a 200 años de su independencia, el sistema colonial de castas –tan condenado por liberales, conservadores, autoritarios y demócratas– sigue vigente y goza de buena salud”, como afirman en su artículo “The mexican color hierarchy”.
Y es que, a decir de los académicos, desde que nacimos como país la discriminación por el color de piel ha condicionado todas las interacciones sociales, incluso las que se dan en el mundo del espectáculo. Sólo así puede explicarse que 97 por ciento de los protagonistas de las telenovelas, series de televisión y películas nacionales sean blancos, cuando 75 por ciento de nuestra población tiene una dermis mucho más pigmentada.
#PoderPrieto
Ante este escenario, hace algunos meses, el 25 de mayo pasado, y con una sincronía generadora de trending topics, centenas de actores y actrices morenos publicaron en Twitter un mismo mensaje: “Mi piel se respeta, mi piel suda, mi piel resuena, en mi piel no hay duda, mi piel ama, mi piel es pura sabrosura”, a fin de evidenciar que en un país como el nuestro la televisión y el cine mexicanos apenas muestran rostros de tez oscura, o al menos en los protagónicos, pues si se trata de interpretar a delincuentes, jardineros, trabajadoras domésticas o beneficiarios de Un Kilo de Ayuda, ahí sí quieren a los de faz morena.
https://twitter.com/ajplusespanol/status/1398047065595330567?s=20
Esta campaña fue bautizada como #PoderPrieto (aunque también se le llamó #DondeHayPrieturaHaySabrosura) y para Federico Navarrete, del Instituto de Investigaciones Históricas, lo que estos artistas –entre quienes figuraron Tenoch Huerta y Maya Zapata– estaban haciendo con dicho gesto fue evidenciar dos grandes vicios de los medios nacionales: el de representar a colectivos con base en estereotipos y el de invisibilizar a quienes no lucen de cierta manera.
“Ello pasa porque en el sector sólo hay personas blancas: los ejecutivos de televisión, los creativos publicitarios y los dueños de la prensa y la radio son ejemplo de esta pigmentocracia y, por su pertenencia a tal grupo, asumen que ellos son la sociedad mexicana, los más bellos y los merecedores de salir a cuadro, mientras que los otros son relegados al fuera de foco o a un segundo o tercer plano.”
Cuando en 2019 Yalitza Aparicio fue nominada al Oscar como mejor actriz por su interpretación de Cleo en el filme Roma, no sólo se leían en las redes comentarios despectivos, sino que un grupo de actrices pedía a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas no incluir a Yalitza en la terna de mejor actriz para el Ariel (como denunció Rossana Barro, organizadora del FIC de Morelia), mientras que el actor Sergio Goyri denigraba el trabajo de la oaxaqueña porque, para él, ella era una “pinche india”.
En su libro México racista, Federico Navarrete lo dice muy claro y desde el párrafo inicial: “México es un país racista y los mexicanos practicamos esta discriminación contra nuestros compatriotas de piel más oscura”. Por ello, al académico no le sorprenden estos intentos por minimizar y ocultar los logros de una mujer mixteca triunfadora no sólo en Hollywood, sino en festivales como el de Venecia.
“Los medios, en su afán de retratar un país como el que conviene a las élites; es decir, uno donde el privilegio lo detentan los blancos, han invisibilizado a ese 75 por ciento de la población morena. En el cine, la publicidad o televisión a la gente de tez clara se les da papeles aspiracionales y se les muestra como modelos de belleza, mientras que a los de rostro oscuro se les retrata como campesinos, pobres, viciosos o personajes con características negativas.”
Pese a la andanada de críticas provenientes de México (el país que se supondría más debería celebrar esta nominación y que al final le fue el más adverso), la candidata al Oscar apareció en las portadas de Vogue y Vanity Fair, y anunció computadoras LeNovo en una campaña muy criticada ya que los publicistas, por cuenta propia, decidieron alterar digitalmente a la actriz a fin de hacerla más blanca (recurso que dijeron haber usado por razones meramente estéticas, pero que muchos especialistas tildaron de “embellecimiento racista”).
Yalitza podría contar mil historias como ésta y, por lo mismo, se ha vuelto más consciente y crítica en lo tocante a la pigmentocracia. Aquel 25 de mayo pasado, a las 9:38 de la noche, la actriz abrió su cuenta de Twitter y le dijo al mundo: “Somos muchos los orgullosos de nuestro color de piel”, y #DondeHayPrieturaHaySabrosura.
Qué es (y no) el racismo
En 2011, Robin DiAngelo acuñó el término fragilidad blanca para referirse a “aquel estado donde la menor tensión racial se vuelve intolerable y provoca actitudes defensivas”. Entre las repuestas que se suelen dar desde este ánimo quebradizo está la de ofenderse, la de tachar de resentido a quien reprocha el statu quo, la de asegurar que a los blancos se les discrimina o la de acusar (como en el título de una telenovela pigmentocrática) que “los ricos también lloran”.
Quizá por ello, a un día de que este grupo de actores y actrices proclamaran su orgullo prieto, ya había detractores que cuestionaban la campaña, como el usuario @McPhisto_, quien el 26 de mayo tuiteó: “Si celebras tu tono de piel no puedes combatir el racismo; el concepto de prieto-power es tan inaceptable como el supremacismo blanco”, a lo que la crítica de cine Fernanda Solórzano añadía: “Y es un estereotipo en sí mismo racista. Ese hashtag que afirma que donde hay ‘prietez’ hay ‘sabrosura’ es exotismo del peor tipo (…)”.
Para el profesor Navarrete, este capítulo puede leerse como una obra de tres actos donde primero: un colectivo lanza una iniciativa de revalorización de lo ‘prieto’; segundo: alguien los regaña y, desde su ‘blanquitud’, pontifica sobre el racismo, y tercero: una mujer con presencia en medios se suma a la indignación blanqueada y afirma que enorgullecerse del color que comparten 80 millones de mexicanos es exotizarse de forma muy baja, y además cosificarse.
“Y no sólo son ellos, también he escuchado a académicos criticar la campaña por usar los términos ‘prieto’ o ‘sabrosura’ pues consideran que eso es replicar clichés, algo quizá cierto si la calificación viniera de fuera, pero Fernanda y mis colegas deberían saber que, desde hace años, una estrategia de los movimientos antirracistas es apropiarse de los estereotipos negativos y convertirlos en algo positivo, como se hizo antes con el black power y el black is beautiful.”
Aunque quien mejor explicó esto es la actriz Maya Zapata quien, tras el lanzamiento de la iniciativa, y a pregunta expresa de AJ+ Español, dijo en ese entonces: “Hay quienes cuestionan nuestro uso del término prieto ya que, dicen, nos autorracializa, cuando la realidad es muy diferente pues, al emplear dicha palabra, lo que hacemos es apropiarnos del sable que alguna vez nos hirió para esgrimirlo contra ese sistema que aún nos oprime. El problema es cuando la mirada blanca viene a exotizarte, no cuando tú te ves y te muestras como se te da la gana”.
Y a quienes culpan a #PoderPrieto de polarizar a las poblaciones, el mismo movimiento subrayó a la sazón en un comunicado: “La lucha no es contra la gente blanca sino contra la blanquitud de la mente que alimenta y perpetúa el racismo sistémico”, aclaración que a Federico Navarrete le parece pertinente ya que hace evidente a qué personas les hace ruido una postura así de combativa, “a las que se han valido de un escenario que discrimina en su favor y les concede privilegios”.
Entre estos personajes abundan figuras mediáticas, intelectuales y académicos, pues la blanquitud se construye alrededor de la idea de que la cultura occidental es la única válida y que, para avanzar como sociedad, debemos apostarle al cosmopolitanismo, pero a uno enfocado en Europa y Norteamérica y ciego a África, Asia o América del Sur. “¿Cuántas veces no hemos visto a opinadores con este tipo de pensamiento y posturas, queriendo adoctrinarnos?”.
Por ello a Federico Navarrete no le sorprende que con el lanzamiento de esa campaña, #PoderPrieto, aparecieran oleadas de individuos blancos aleccionando a los morenos sobre la manera adecuada de hacerle frente al racismo, casi siempre recomendando el silencio por encima de la denuncia estridente. “Me recuerdan a aquellas mesas donde se discute sobre feminismo y se invita sólo a hombres”.
Vientos de cambio
Y ¿qué tan grave es este problema de representación en la televisión y cine mexicanos denunciado desde entonces por los actores y actrices de #PoderPrieto? Como ejemplo tenemos un casting de 2013 para hacerla del indígena Juan Diego y al cual se presentó un intérprete de piel muy oscura que, de inmediato, fue descartado al grito de “los pedimos mexicanos, ¡pero no tanto!”, mientras que en 2004, el director Alfonso Arau escogió a los artistas blancos Alejandro Fernández y Jaime Camil para encarnar a Emiliano Zapata y a su hermano Eufemio, dos revolucionarios morenos y nahuatlahtos (hablantes de náhuatl).
Los medios
Para el profesor Navarrete, casos como los anteriores se dan debido a la existencia de monopolios como el de Televisión Azteca o Televisa, aunque no exclusivamente, ya que algo similar se observa en la radio, periódicos y otros ámbitos. “Ello es porque los medios han sido un botín tradicional de las élites, quienes los usan para, desde ahí, reproducir este esquema racista del país tan conveniente para ellos y que perpetúa esta idea de que la blancura es ese espacio de la vida social donde todo es positivo y con aires aspiracionales”.
En México racista, su primer libro sobre el tema, Federico Navarrete señala: “El brutal racismo de los medios de comunicación refuerza los prejuicios de la sociedad en un círculo vicioso, pues la publicidad y la TV no incluyen actrices y actores morenos porque dan por sentado que a sus públicos no les gustan tanto como los más blancos y, por otro lado, la gente confirma que las pieles oscuras no son bonitas o deseables porque no aparecen en la televisión y la publicidad”.
Todavía más atrás en este año, el 12 de febrero pasado, el actor Tenoch Huerta dio una charla en la Universidad Loyola del Pacífico, en Acapulco, donde recordó cuando un colega suyo –“güero”, de los Altos de Jalisco– hizo casting para interpretar a un asesino y violador, ganándose el papel hasta que el dueño de la productora lo rechazó argumentando: “es muy blanco y los blancos no violan”, frase que en ninguna corte eximiría al muy rubio Andrés Roemer de sus más de 60 denuncias por abuso sexual.
De ahí que, en opinión del académico, #PoderPrieto tocó un punto muy sensible, ya que al cuestionar esos discursos nos obligó a preguntarnos ¿qué pasaría si generamos medios diferentes a los existentes y generamos unos donde tengan voz los indígenas, los pobres, las personas de la periferia urbana, los campesinos y gente de las minorías sexuales?
“Por ello yo sería más radical que la campaña misma, pues mientras ésta aboga por la representación, yo diría que debemos exigir la inclusión, es decir, crear espacios donde quepamos todos. Sé que esto implica una reforma al ecosistema de los medios mexicanos, pero eso es algo que no podemos postergar más.”