Desde 1531 se rinde culto a la Virgen de Guadalupe

El siglo XVIII entroniza a la llamada patrona de México

Estampas, escudos de armas, grabados e impresos en libros antiguos han expandido su devoción

Escudo de armas de México, de Cayetano de Cabrera y Quintero. Foto: cortesía Biblioteca Palafoxiana.

Presente en estampas, grabados y representaciones de libros antiguos desde el siglo XVI, la imagen de la Virgen de Guadalupe es más frecuente en obras del pasado a partir de mediados del siglo XVIII, cuando según muestran diferentes libros y documentos adquiere su actual supremacía como la patrona de México.

“Desde el siglo XVII hay imágenes documentadas; sin embargo, no lo sabemos con precisión, porque en nuestro país no tenemos un avance importante o una política clara que nos permita saber con certeza qué se produjo y qué se ha conservado”, señaló María Idalia García Aguilar, del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI).

Estampas, escudos de armas, grabados e impresos en libros antiguos han expandido su devoción, que hoy es universal, consideró la investigadora.

 

Primer territorio con prensa tipográfica

García Aguilar dijo que al ser México el primer territorio de la América española con prensa tipográfica, desde 1539 hubo en estas tierras impresos novohispanos en los que ya aparecían diversas representaciones religiosas.

Desde esa época, el mundo colonial tuvo una riqueza de devociones hacia diferentes santos y vírgenes, que se veneraban según la región del país y de acuerdo con los diferentes grupos religiosos que evangelizaban con ciertas representaciones.

“En la fundación de los conventos se nota la relevancia de todas las órdenes religiosas. El número de conventos que se fundan entre el siglo XVI y el XVII, que es un territorio religioso de grandes comunidades de hombres y mujeres entre los franciscanos, dominicos, agustinos y los jesuitas, crean una visión geográfica de devociones en todo el territorio de la Nueva España”, mencionó.

Aunque entre el 9 y 12 de diciembre de 1531 es la fecha documentada de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac y desde entonces se le rinde culto, fue hasta mediados del siglo XVIII que se afianzó su figura en todo el país.

“Los expertos indican que este momento culminante donde la Virgen de Guadalupe se convierte en elemento colectivo será hasta el siglo XVIII, cuando el país ya pasó un proceso de consolidación en el siglo XVII y en el XVIII su proceso es de maduración”, afirmó García Aguilar, coordinadora del Seminario Del Scriptorium al Obrador del IIBI.

En el siglo XVIII la sociedad novohispana empieza a aceptarse como es, a sentirse orgullosa de ser mestiza, a convivir con muchas culturas, y desarrolla rasgos propios y distintivos.

“La religión es fundamental para entender el periodo colonial, y además la forma en que la religión cohabita con la vida cotidiana de las personas. No sabemos con certeza la dimensión, a pesar de lo mucho que conocemos, ni el impacto que tuvo. Nos falta un mapa de conventos, donde se citen todos los femeninos y masculinos, en todas las regiones del país. Tenemos una deuda enorme en historia institucional”, opinó.

La especialista destacó que hay que pensar la Colonia como un lugar de muchas devociones, esa es su riqueza. Es un arcoíris de manifestaciones artísticas de devociones, creencias y formas de comprender la realidad. “Todos los santos y todas las vírgenes formaron parte del proceso de evangelización, porque depende mucho de la comunidad religiosa que estaba evangelizando”.

Hasta el siglo XVIII la Virgen de Guadalupe adquiere esa devoción general en el país, y su imagen se reproduce en estampas, escudos de armas y grabados de libros antiguos.

García Aguilar refirió que el mejor ejemplo de la representación de la Virgen de Guadalupe como esta figura de “la Virgen” de México es el libro de Cayetano de Cabrera y Quintero Escudo de armas de México, antecedido por un grabado de la Guadalupana.

La experta concluyó que los grabados e impresos en libros antiguos se reconocieron por su valor devocional en su época, pero hoy son obras eminentemente artísticas, con gran valor histórico, más allá de la religiosidad.

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