Emociona a músicos el reencuentro con el público

La Sala Nezahualcóyotl abre nuevamente sus puertas para los conciertos de la agrupación universitaria

Emoción, compromiso y felicidad. Es lo que sienten los integrantes de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM) ante el reinicio de conciertos con público, lo que ocurrirá este sábado 30 de octubre tras año y medio de no poder hacerlo.

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El domingo 15 de marzo de 2020 tuvo lugar la última presentación de la orquesta universitaria en la Sala Nezahualcóyotl antes de la larga pausa obligada por la pandemia. Con una dotación reducida de atrilistas, la agrupación volvió a tocar en vivo hace tres semanas al poner en marcha su Temporada Otoño 2021, pero lo hizo para transmisiones todavía sin audiencia. Ahora, finalmente, el próximo fin de semana se dará el ansiado reencuentro con la gente.

“Mi sensación es de suma alegría, y la emoción como si verdaderamente fuera la primera vez que uno lo hace”, comenta Sebastian Kwapisz, concertino de la OFUNAM, para quien a partir de ahora se valorará de forma diferente la vida. “La falta de comunicación con el público, la falta de hacer música con los compañeros, te llevan a valorar precisamente todas esas cosas que uno ya daba por sentadas”, agrega el violinista con más de 15 años en la orquesta.

En el mismo sentido, Elizabeth Segura, quien toca el corno desde 1990 en la Filarmónica, expresa su entusiasmo: “Yo estoy emocionadisima. Después de tanto tiempo de no tocar con mi orquesta, es una delicia regresar a la sala, escucharnos entre nosotros y trabajar con los compañeros. Todos llegaron con muchas ganas, es un súper placer”.

Y Ekaterine Martínez, integrante de la sección de violines primeros desde hace 27 años, tampoco oculta su gozo: “Este regreso lo he estado esperando desde hace varios meses, porque sí hemos estado trabajando de manera virtual, pero presencial no se había dado. Así que estoy muy emocionada de volver a la Sala Nezahualcóyotl, tocar con mis compañeros y estar con público. El diálogo de nosotros con los escuchas va a ser muy importante”.

Foto: Barry Domínguez.

Motivación y compromiso

Será para el cuarto programa de la temporada que la sala ubicada en el Centro Cultural Universitario reabra sus puertas. Se interpretará un concierto memorial por las víctimas de Covid-19 integrado por las obras Canticum sacrum, de la compositora mexicana Ana Lara; la Sinfonía de cámara en do menor, Op. 110a, de Dmitri Shostakovich, en arreglo de Rudolf Barshai del Cuarteto para cuerdas núm. 8 en do menor, Op. 110; y la suite de Appalachian Spring, de Aaron Copland, en versión para 13 instrumentos. Participará como director invitado Iván del Prado.

La presencia de público en la sala es un incentivo para la agrupación, coinciden los tres músicos entrevistados. Ekaterine Martínez tiene muy presentes los rostros de la gente cuando terminan las piezas. “Ver sus caras de felicidad, aplaudiendo, para mí siempre ha sido muy motivante”.

Incluso se puede decir que la interpretación es diferente cuando se hace ante un auditorio, según Sebastian Kwapisz. “La comunicación en vivo con el público hace que haya una energía distinta a la hora de estar tocando; energía, emoción y una especie de comunicación sin palabras”.

Desde luego, retomar las actividades como una de las mejores agrupaciones orquestales del país es también un compromiso para sus integrantes. La calidad es un deber permanente, afirma Elizabeth Segura: “Siempre es un reto cualquier concierto. Hacerlo bien da gusto para que el público lo disfrute. Yo quiero que la audiencia regrese para que aprecie lo que estamos haciendo, nada más. Ya quiero transmitir y proyectar ese gusto que me da regresar”.

Al respecto, el concertino piensa que, después de tanto tiempo de inactividad, la OFUNAM tiene el gran reto de recuperar la calidad con la que venía tocando. “Obviamente requerirá cierto tiempo porque es un trabajo en conjunto, pero esperemos que lo antes posible estemos al mismo nivel y que sigamos mejorando. Yo creo que el reto principal es seguir creciendo y que todos hayamos aprendido precisamente de esta pandemia de la necesidad que tenemos de comunicarnos a través de la música”.

La Temporada Otoño 2021 continuará hasta el 5 de diciembre. Los conciertos serán sábados a las 20 horas y domingos a mediodía. El aforo será limitado a 30 por ciento del recinto.

Convencidos de que al hacer su trabajo mueven emociones en quienes los escuchan, “porque por medio de los sonidos, de las melodías, se llega al alma y a la inteligencia del público”, dice Ekaterine Martínez, los integrantes de la Orquesta Filarmónica de la UNAM vuelven este fin de semana ante el público de la Sala Nezahualcóyotl y lo hacen con una enorme felicidad, como se disculpa Elizabeth Segura para terminar la entrevista: “Perdón si se oye mucha risa en mi voz, pero es porque la verdad estoy súper feliz de que regresamos a tocar juntos, ya nos hacía falta”.

La Temporada Otoño 2021 continuará hasta el 5 de diciembre. Los conciertos serán en los horarios acostumbrados, sábados a las 20 horas y domingos a mediodía. El aforo será limitado a 30 por ciento de la sala debido a las condiciones sanitarias y los boletos están a la venta en la taquilla de la Sala Nezahualcóyotl y en línea en boletoscultura.unam.mx. Las presentaciones se transmiten en vivo en la página de Música UNAM (musica.unam.mx) y la de los domingos también por Radio y TV UNAM.

Ekaterine Martínez, Elizabeth Segura y Sebastian Kwapisz. Fotos: cortesía Amigos OFUNAM.

“Regresar a la Sala Nezahualcóyotl me hace feliz, a todos nos ha hecho muchísima falta el poder escuchar música en vivo, sobre todo a los músicos que hemos sido muy castigados en esta pandemia”, señaló Ana Lara.

Por Daniel Francisco

Para la compositora es muy importante y muy conmovedor que hayan elegido Canticum sacrum, una pieza para cuerdas adaptada de su Réquiem, para iniciar justamente las actividades presenciales de la OFUNAM.

En entrevista afirmó que esta obra es un canto religioso, “es un homenaje a todas estas personas que se nos adelantaron y es relevante porque la han elegido para conmemorar a toda la gente que falleció durante la pandemia. No solamente la que murió de Covid-19, sino todas las otras personas que no pudieron ser atendidas porque estábamos en esta terrible crisis sanitaria”.

Ana Lara contó que en 1997, el Festival Cervantino le encargó escribir una obra para el coro de Horacio Franco, la Cappella cervantina, y después en el año 2000 decidió tomar algunos extractos de esta pieza y hacer una versión para orquesta de cuerdas. “Sentía que la manera como había yo trabajado la polifonía en las voces se adaptaba perfectamente al universo de las cuerdas y sinceramente creo que sí, es una pieza que está inspirada en la misa de difuntos del canto gregoriano, por eso tenemos estas melodías diatónicas muy transparentes. Lo que me imaginaba es como cuando uno reza, cuando tú vas a la iglesia y rezas, aunque todo mundo está diciendo la misma oración cada quien lo dice de una manera un poco distinta y se crea esta micropolifonía, es una especie de canto comunitario que se hace todos juntos pero al mismo tiempo es algo muy personal, individual. Esta obra está pensada justamente como una conmemoración para los difuntos”.

Agregó que una de las cosas que aprendimos todos en esta pandemia es el significado del contacto humano, que no puede ser sustituido por la tecnología. “Yo creo que sobre todo el arte exige la presencia de la gente y principalmente las artes escénicas y la música, porque es el medio en el que nos expresamos. Es importante que nos demos cuenta que el escuchar música en vivo es también una ceremonia, es un compartir. Creo que eso nos ha quedado muy claro a todos, que la tecnología es absolutamente maravillosa, pero no puede sustituir el contacto humano y por supuesto la música en vivo”.

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