Carlos Antonio Santamaría Díaz y sus padres, Arcelia Díaz y Fabián Santamaría, viven ahora en Cuernavaca, para estar a unos pasos del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, campus Morelos, donde planearon iniciar a Carlos en su vida universitaria; sin embargo, sólo estuvo un semestre.
Entre el clima húmedo de la capital de Morelos, Carlos confía en que tiene ya varios proyectos académicos. Uno es en bioquímica. Piensa que se puede reconstruir una célula, curar todas las enfermedades de la misma. Por ejemplo, la mitocondria, que tiene una membrana exterior y una interior; aunque es relativamente sencilla son un montón de componentes, proteínas, hasta su propio ADN, ribosomas…
“Construir una mitocondria desde cero, identificar todos sus procesos, relacionarlos, y poco a poco reconstruirlos en la vida real, y hacer una pequeña población de mitocondrias, generar un medio en el que se desarrollen. Podemos seguir con los demás organelos hasta conseguir una célula completa y de ahí curar casi cualquier padecimiento”, explicó.
Cuando le preguntan cómo le hizo, responde que realmente es estarle dando, nunca decir “ah no se puede, me voy a regresar a la primaria”. Siempre hay una forma de entrar a las cosas. También estudió por Internet, así ha aprendido biología, cálculo. Y hay que tener el apoyo de la familia, es lo más importante.
“Mis padres han hecho más que yo, ellos han conseguido los exámenes, han hecho todo y lo único mío es estudiar y pasar los exámenes. Ellos han preparado todo y yo solamente pongo la última pizca para pasar a lo siguiente.”
Lleva la ciencia hasta los límites de lo lúdico, asegura que le gusta programar y jugar videojuegos, “Mario Bros. sigue siendo el más clásico, la base para todo. Me gustaría hacer un videojuego, he trabajado en eso, lo he tenido que pausar un poco pero he estado laborando en uno de bioquímica”.
A Carlos le gustaría encontrar más niños como él, en primaria o secundaria, y ayudarlos, “decirles por dónde pueden ir para seguir aprendiendo, porque nunca se debe parar de hacer cosas”, ríe.
Sus genes
Los padres de Carlos se conocieron en la Alberca de Ciudad Universitaria, pues fueron parte del equipo de triatlón de esta Universidad. “Muchos familiares dicen que salió a mí”, asegura (y ríe) Fabián Santamaría. “Carlos aprendió que el fin final no existe. Es duro el tema administrativo, se demoró un año en tener el derecho de estudiar en la UNAM, fue un tiempo de mucho estrés, pero no urge un título, ni una certificación”.
La estructura del sistema educativo nacional existe, gracias a eso recibieron apoyo de autoridades, de legisladores, de la SEP en el área de enlace, y lo apoyaron para que sus exámenes de primaria y secundaria fueran expeditos. Hizo evaluaciones para adultos, aunque debió haber realizado exámenes únicos para niños, pero no hay; eso lo hizo en un par de meses después de su salida de Genómicas, relató.
Después vino el tema del bachillerato. Empezó con el sistema de la SEP de Prepa Abierta. “Recibimos apoyo del Tecnológico de Monterrey, que tiene una prepa social a distancia. Se adaptó mejor a esa modalidad; por los tiempos que no daban para su ingreso a este semestre presentó el examen de certificación por evaluaciones parciales del Colegio de Bachilleres”.
Arcelia Díaz Sotelo es maestra de educación física, proviene del estado de Guerrero. “Tenemos fama de bravos, pero también es gente noble, hospitalaria, alegre y esas características sí las tiene Carlos”.
¿Cómo presentan a Carlos? “Está complicado, me es muy difícil juntarme en un parque con la vecina, por ejemplo, pues lo normal es que platiquemos de los hijos. Al saber su historia, ponen una barrera. Hablo de lo que tengo: le gustan las ciencias, para mí es Carlos, mi hijo, lo adoro, es bueno en eso y ya”.