Diálogos sobre las relaciones México-Estados Unidos

En el siglo XIX la segregación era la norma

Algunas cosas han cambiado, como una mayor integración social y cultural, aunque Texas y los límites binacionales siguen siendo zonas violentas

México y Estados Unidos comparten una frontera de más de tres mil kilómetros; somos el primer socio comercial del vecino del norte, ambos hacen negocios por 1.5 mil millones de dólares diarios, más de 80 por ciento de las exportaciones mexicanas no petroleras se dirigen a aquel país y menos de 16 por ciento de las estadunidenses ingresan a nuestro territorio, resumió Marcela Terrazas y Basante, académica del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH).

Asimismo, dijo, según datos recientes del diplomático Arturo Sarukhán, 11 millones de mexicanos viven en Estados Unidos, cinco millones de ellos son indocumentados y, de acuerdo con información del Department of Transportation Customs and Border Protection, tan sólo en 2019 cruzó legalmente la frontera norte un promedio de más de medio millón de personas, lo que hace ver que la importancia del vínculo bilateral está fuera de duda.

Al participar en el ciclo Diálogos del Bicentenario de las Relaciones Diplomáticas México-Estados Unidos, comentó que la conexión entre ambos países, desde sus orígenes, tiene que ver fundamentalmente con el territorio y, por tanto, con la frontera. “Son décadas en las que éstos son Estados-naciones incipientes en donde se observa el avance por el control de los gobiernos en las regiones fronterizas”.

En la segunda sesión del encuentro, ¿Vecinos distantes? Ficciones y Verdades en una Relación Bicentenaria (México-Estados Unidos, Siglo XIX), moderada por Leonardo Curzio, expuso Terrazas que lo que sí se observó entonces fue el avance avasallador de la colonización estadunidense, mientras que México fue incapaz de poblar la frontera.

Silvestre Villegas Revueltas, también del IIH, expuso que en Texas, a la entrada de la Escuela Primaria Robb, en el poblado de Uvalde, donde se han reportado 21 muertes en un tiroteo, puede leerse un letrero con la leyenda “Welcome”, y debajo de ese otro, en el mismo tamaño pero con diferente tipografía, que dice “Bienvenidos”.

Ello hubiera sido impensable en 1900, cuando la segregación era la norma; hablar español era mal visto y se castigaba, y los niños de los campesinos mexicanos (estadunidenses, aunque del mismo origen de sus padres), no podían asistir a la escuela, añadió en el encuentro virtual organizado por el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte y la sede UNAM-Chicago.

Hoy, en la frontera mexicoamericana, algunas cosas han cambiado, como una mayor integración social y cultural. Sin embargo, en sentido opuesto, Texas y los límites binacionales siguen siendo zonas violentas por definición.

Comentó que entre 1868 y 1900 los lindes entre ambos países vieron cómo, después de sus respectivas guerras civiles e intervención extranjera, se fortaleció una ruta para definir y consolidar sus territorios nacionales.

Michael Brescia, del Arizona State Museum, comentó que el siglo XIX fue un periodo de entradas y reflejos entre México y Estados Unidos. Es decir, de complejidad para explicar las diplomacias entre ambos países durante esa centuria, una relación condicionada “por el cruce de las pesadeces del colonialismo europeo y las exigencias y dolores crecientes de la nueva nación a partir de sus propios movimientos de independencia”.

Recordó que en 1899 la legación de Estados Unidos en México fue elevada a estatus de embajada, cuando Porfirio Díaz aceptó las cartas credenciales de Powell Clayton. Tras la invasión estadunidense, la pérdida de la mitad de territorio mexicano y la búsqueda ideológica del Porfiriato de orden y progreso normalizaron esa diplomacia a la luz de una mayor integración económica.

La creación de la línea internacional que separaba a las dos naciones con marcadores fronterizos, sin muros o rejas, hizo que la economía de Estados Unidos se volviera un imán gigante que atraía a muchos connacionales en busca de nuevas oportunidades económicas.

Junto con el crecimiento demográfico del norte mexicano y la entrada de capital, la frontera emergente vio el flujo y reflujo del comercio ilícito que incluía casas de juego, prostitución, armas y bebidas alcohólicas. “Hoy el narcotráfico no es algo nuevo, sus raíces se remontan a finales del siglo XIX, aunque la violencia que hoy lo acompaña y la amenaza existente para la sociedad civil, son nuevas y extremas a la vez”.

 

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