Desde tres ejes temáticos: educación, ciencia y tecnología
En la UNAM, analizan expertos los cien compromisos de la 4T
De los logros del sexenio anterior destacan las universidades Benito Juárez, el reconocimiento de las humanidades y el aumento de becas, entre otros
Lecturas y diagnósticos, propuestas y dudas, cambios y continuidades, desaciertos y aciertos, pendientes y retos fueron las constantes en las mesas de análisis “100 compromisos para el segundo piso de la transformación: república educadora, humanista y científica”, que se celebraron en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), con la asistencia de especialistas en educación básica, media superior, superior y ciencia y tecnológica, ejes temáticos a partir de los cuales se organizaron las mesas.
En la inauguración, Gabriela de la Cruz Flores, directora del IISUE, apuntaló algunos de los temas importantes en la transición del gobierno federal en materia educativa. Continuidades (proseguir con la denominada Nueva Escuela Mexicana), rupturas (la desaparición de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros), cambios (el compromiso de ampliar el programa: “La escuela es nuestra” en el nivel medio superior), y ausencias (la atención a la primera infancia y la educación inicial), o problemáticas tan lacerantes que viven en nuestras escuelas (la violencia).
En la primera mesa sobre educación básica, los académicos Ángel Díaz Barriga y Catalina Inclán Espinosa, ambos del IISUE, así como Inés Dussel, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, hicieron sus lecturas sobre la Nueva Escuela Mexicana, analizaron sus grandes pendientes y realizaron algunas propuestas. Hablaron sobre los actores involucrados en su discusión, lo que sucede en las escuelas, las resistencias y problemas que ha enfrentado en su implementación. Pendientes, como no incluir a los mandos medios y las madres y padres de familia; las fallas en los planes de estudio y los contenidos; las limitaciones de un sistema coherente de formación continua; la incapacidad de reconocer el carácter inacabado y abierto del currículm; hasta la desarticulación que afecta el desarrollo del programa.
Para Inés Dussel, “fue importante tratar de renovar el currículum, incluir el derecho a la educación como un derecho humano, razonar la interculturalidad. Pero nos queda muchísimo para reflexionar sobre una transformación y cómo pensamos las pedagogías en esta configuración política”.
En el futuro, coincidieron los especialistas, si bien aún no se tiene claridad sobre dónde estarán puestos los ajustes, es necesario mantener el proyecto en sus principios, escuchar las voces disidentes, pensar cómo se organiza el trabajo escolar. “Una continuidad crítico-analítica que permita reconfigurar el proyecto desde sus alcances y con sus limitaciones”, en palabras de Ángel Díaz Barriga.
Por su parte, Axel Didriksson Takayanagui (IISUE), Pedro Flores Crespo (Universidad Autónoma de Querétaro) y Dinorah Miller Flores (Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco), en la mesa sobre educación superior, centraron sus reflexiones en el análisis del “primer piso de la transformación”, y una primera reacción a las propuestas del actual gobierno.
El investigador del IISUE señaló muchos de los logros obtenidos en el sexenio anterior: las universidades Benito Juárez, la Universidad de la Salud, el incremento de becas, el reconocimiento de las humanidades, etcétera. Pero, en los grandes pendientes, los académicos remarcaron la necesidad de desarrollar una estrategia unitaria y coordinada, la internacionalización, la participación del Estado, el financiamiento, la renovación en las plantas académicas, revisar el sistema de becas, el fortalecimiento de la vinculación entre educación superior y mercado laboral y la relación entre el gobierno, con las instituciones de educación superior (IES) y las empresas, la transparencia en la rendición de cuentas y en la información, entre otros.
Pedro Flores Crespo enfatizó: “Asumir que la demanda en educación superior se genera por abrir universidades, cuando la elección de universidad está mediada por otros aspectos, más allá de la política. Elegimos de acuerdo con los contextos. Es ahí un punto para pensar y crear otro tipo de atención, quizá no escolar, pero sí académica”.
Justicia social
En la tercera mesa, que fue acerca de la educación media superior, Juan Fidel Zorrilla, Daniel Cobos Marín y Leticia Pogliaghi, todos investigadores del IISUE, analizaron la política educativa con énfasis en la idea de justicia social en la educación. En este sentido, reconocieron los esfuerzos gubernamentales por ampliar la cobertura en este nivel educativo, pero destacaron que no han generado los resultados esperados, de la universalización del bachillerato. El nivel es un cuello de botella. Esto tiene consecuencias: “Los jóvenes con orígenes sociales más aventajados acaparan y tienen mejores desempeños. Esto los ubica en trayectorias diferenciadas que reproducen y consolidan las desigualdades. Una configuración desigual y estratificada”, como señaló Daniel Cobos.
Por lo anterior también es necesario, de acuerdo con Juan Fidel Zorrilla: “Organizar la escuela. Todos los asuntos que se refieren a cómo está organizada necesitan ser revisados, porque de otra manera no vamos a romper el techo al que llegó ya la cobertura, que es muy bajo. Cabe pensar y plantearnos la necesidad de cómo podemos universalizar la educación media superior y no sólo los paliativos”.
También destacaron como acierto la eliminación del examen Comipens, pero reconocieron los riesgos de no establecer una dinámica acertada e integral, para no generar otras desigualdades y segregaciones sociales.
Inversión sostenida, necesaria
Finalmente, la cuarta mesa sobre ciencia y tecnología, con la participación de Héctor Vera Martínez (IISUE), Angélica Buendía Espinoza (UAM Xochimilco) y Alejandro Canales Sánchez (IISUE), centró la discusión en los problemas que enfrenta el sistema de ciencia y tecnología, como el diseño institucional y organizacional en el país, lleno de “complejidades, simulaciones y repeticiones”, de acuerdo con Buendía. O el tema del “escaso financiamiento y la dependencia de recursos públicos”, la vinculación o el compromiso social de las universidades, el cambio o continuidad de prioridades y programas sobre una argumentación de sus beneficios, etcétera.
La mesa concluyó con la pregunta acerca de cómo podemos avanzar para que el sistema camine “un poquito”. Al respecto, los especialistas destacaron la “crónica falta de recursos materiales”. Para Alejandro Canales y Héctor Vera “si queremos que la ciencia mejore hace falta hacer una inversión sostenida de décadas, porque esto es un proceso que se logra de manera muy lenta”. A lo que se agregará la distribución de los recursos.
A esas ideas se sumó Angélica Buendía, para quien el asunto es saber “cuáles serán las prioridades de esos grandes programas, y a qué apostará el país para seguir avanzando en el crecimiento de capacidades tecnológicas de innovación y de desarrollo que sí se reflejen en el bienestar de la sociedad, porque esto también se cuestionó y creo que cabe en la autocrítica. Qué tipo de ciencia queremos y para qué sociedad”, finalizó.