Encuentro del Nobel J.M. Coetzee con universitarios

En la Sala Nezahualcóyotl explicó la razón de publicar sus obras más recientes en español, aunque las escriba en inglés

El Premio Nobel de Literatura 2003, J.M. Coetzee, adoptó hace años al español como el idioma del que nacen sus ficciones. Al preguntarle al respecto la tarde del jueves en la Sala Nezahualcóyotl, ante cerca de mil personas que acudieron a escucharlo, explicó la razón por la cual escribe en inglés, pero hace traducir sus textos y pone la versión en castellano como la lengua original.

“No me gusta como el inglés empuja hacia abajo a los idiomas menores que encuentra en su camino. Tampoco me agrada la arrogancia de sus parlantes nativos. Me resisto a que el inglés sea el idioma universal. Hago lo poco que puedo para resistir esa hegemonía”, dijo, provocando el aplauso de los asistentes.

La sesión fue conducida por la académica y actual embajadora de México en Ecuador, Raquel Serur. Transcurrió con preguntas y respuestas previamente acordadas por ellos. Coetzee advirtió que de esta manera lo que pudiera perderse en espontaneidad, se ganaría en claridad.

De inicio, Serur le solicitó comentara qué lo ha llevado a publicar en español. Coetzee explicó que esto es definitivamente un gesto político de su parte, y agregó que hace traducir sus libros porque éstos no están enraizados en el inglés.

Para abundar, habló en tercera persona de su trayectoria como novelista, la que se ha extendido por cinco décadas. “Veo a un joven escritor que nació en Sudáfrica. Este joven hombre parece ser un afrikaner, pero hay varias características claves de esta identidad que él no posee. Empieza a escribir ficción en un idioma que adquiere, que es el inglés. Publica su primera novela en Sudáfrica, pero ambiciona muchísimo más. Busca hacerlo en lo que para él era un mundo real, lo que significaba darse a conocer en Londres y, aún más, en Nueva York. A la edad de 40 años sale adelante con el libro Esperando a los bárbaros, que se convierte en un bestseller, pensando que así podría convertirse en lo que la industria editorial llama un autor internacional.

“Conforme pasan los años, a este autor internacional no le gusta la creencia complaciente de los americanos de que su sistema económico, su manera de vivir y su cultura es la destinada a manejar el mundo. Él pierde su interés en la manera en que se leen y se reciben sus libros en el mundo anglosajón.”

Fotos: Barry Domínguez.

Entre sus obras publicadas en español se encuentra la última entrega de una trilogía dedicada a Jesús. ¿Se ve como un escritor cristiano?, le inquirió Serur en referencia a ésta. El escritor aclaró: “Aunque fui educado en una escuela católica, no provengo de una familia religiosa. Mis padres no consideraron relevante la religión en sus vidas, jamás fui a una iglesia. No soy un escritor cristiano, aunque me apasiona la figura de Jesús, especialmente el que Pier Paolo Pasolini retrató en la película El evangelio según San Mateo; un Jesús salvaje, intenso, pero frágil. Nada que ver con la religión institucional.” Sin ser creyente, reconoció estar influido por el pensamiento cristiano y por el Jesús de los evangelios. “Soy alguien interesado en lo que Jesús tiene que decir”. Su intención era publicar los tres volúmenes sin título, para que fuera el lector quien estableciera ese paralelismo con la vida de un Jesús, que no es el Jesús histórico. Esto le dio pie para afirmar que “un libro debe hablar por sí mismo. Una vez que se publica, el autor debe callarse”.

El ganador en dos ocasiones del Premio Booker también se refirió a la adaptación al cine que se hizo de su novela Esperando a los bárbaros, dirigida por el colombiano Ciro Guerra y que fue exhibida recientemente en el Festival de Venecia con buena recepción. Precisó que el título del libro proviene de un poema muy conocido de Constantino Cavafis, y que plantea si es posible que nosotros, asumidos como los defensores de la ciudad, seamos los verdaderos bárbaros.

En otro momento dijo tener gran simpatía por las preocupaciones de la izquierda, pero que todavía se siente aburrido y enajenado del lenguaje de la política, y como ejemplo se refirió a su controversial discurso en Israel sobre el apartheid, así como a la postura del gobierno de Australia –país en donde radica actualmente– en cuanto al rechazo de los migrantes que buscan asilo.

Y es que un tema que ha interesado desde siempre al autor es el de la migración y la suerte de los refugiados. Al respecto, criticó la política de mano dura que Australia aplica a quienes buscan asilo y propuso no ver como un problema a los que tienen que abandonar su lugar de origen. “Empecemos a pensar en los flujos de migrantes como un hecho de la vida y vivir con este flujo como algo natural”, recomendó.

Concluyó su intervención, que duró aproximadamente 50 minutos, y pasó al vestíbulo de la Sala Nezahualcóyotl para atender a cientos de personas que lo leen y que querían llevarse a casa una firma del Nobel de Literatura en uno o dos ejemplares que llevaban consigo. Media hora después, el también autor de Infancia, Juventud, Tierras de poniente y Verano, salió rumbo a su hotel tratando de entender cómo llegó a ser la persona que ahora es.

También podría gustarte