Es muy triste, es como si un hermano mayor invadiera a su hermano pequeño…

Occidente dejó sola a Ucrania porque la OTAN no está obligada a defender a un país que no es miembro de su organización y por ello no interviene militarmente

En tiempos de guerra, la geopolítica vista desde la academia también puede pasar por las emociones, por los símiles dolorosos. Así se aproxima al análisis del conflicto entre Rusia y Ucrania la internacionalista y académica de la UNAM, Talya Iscan, cuando se le pregunta si Rusia va ganando en estos primeros días de la invasión que ha emprendido:

“No creo que las cosas le estén saliendo bien a nadie. Hace unas semanas Putin decía en cada discurso que no quería guerra, que quería negociar y resolver el tema de la OTAN, porque quería proteger su integridad territorial. Después de muchas provocaciones y diálogos el conflicto creció de la manera más drástica. La política rusa en un inicio era frenar la expansión de la OTAN, no invadir Ucrania. Si lo hubiera tenido en su agenda (invadir desde el principio), habría aprovechado los tiempos de la crisis en Crimea en 2014 (cuando Rusia se anexó esa zona), que fue el momento en que floreció el problema de Donetsk y Lugansk con sus movimientos separatistas”. Antes de la incursión en Ucrania esos grupos prorrusos sólo controlaban un tercio de esa región del Donbás, en la frontera entre ambos países.

Abunda: “A Rusia, no le está yendo bien, no creo que esté ganando, porque Ucrania era su camarada en los tiempos de la Unión Soviética. Nunca tuvieron esa intención de destruirse o de ser enemigos, es como si un hermano mayor invadiera a su hermano pequeño, es un tema triste para ambos, y por eso aún se quiere dialogar. No se trata de un simple ejemplo de colonización o invasión de una zona que no tiene que ver con tu identidad cultural. Lo que está pasando es triste, innegable que es de suma importancia y las poblaciones son las que están sufriendo”.

Desde el punto de vista de la prensa internacional y las redes sociales, parece decepcionante que no haya habido una respuesta de Occidente a las peticiones de ayuda militar directa de Ucrania, aunque para los internacionalistas, desde un principio, era un escenario previsible, pues aunque esa nación tuviera una política exterior de acercamiento y con intenciones de integrarse a la OTAN, “la realidad es que no es un país miembro”, recuerda Talya Iscan.

“La Organización del Tratado del Atlántico Norte, en su carta de fundación, se basa en el principio de que si se ataca a uno de los miembros, los demás van a proteger al atacado. En términos jurídicos y de tratado internacional es válido, pero Ucrania no es miembro, lo están dejando solo en el escenario mundial. Es muy triste y por ello el presidente ucraniano Volodímir Zelenski reclama que no lo están apoyando, pero la OTAN no está obligada a defender a una nación que no es miembro, e incluso se puede tomar como una agresión a la soberanía del país”, comenta.

Una guerra de narrativas

“Los discursos y las condiciones nos llevaron a donde estamos hoy –señala Talya Iscan–, esto sucedió con unos diálogos muy agresivos entre Estados Unidos y Rusia. Estamos viendo un enfrentamiento entre dos potencias y la zona de conflicto es Ucrania, que no tiene potencial militar, y por ello Rusia prácticamente le dice (a Ucrania) que lo engañaron”. La internacionalista alude que finalmente Occidente no integró a los ucranianos a su alianza militar, y por tanto ese acercamiento en vano le costó alejarse de la esfera rusa sin recibir nada a cambio de Estados Unidos y Europa, ya que hoy se enfrenta sola como nación a Rusia.

Los cálculos y las proyecciones de todos fallaron: “Decíamos que no iba a ocurrir, nadie lo tenía previsto porque nadie quería esa posibilidad. No se nos ocurría que esto pasaría en pleno siglo XXI y en un mundo globalizado. Una guerra no te hace ganar, independientemente que salgas ganador, ya perdiste, tu población, tu gente y muchísimo dinero, además de las posibles crisis financieras”, apunta.

¿Prisas para terminar?

Para Talya Iscar, a todos los involucrados les conviene terminar pronto con este conflicto, pero es complicado porque los intereses de Occidente son muy distintos a los rusos. Las sanciones no son un factor decisivo, ya que Rusia no parece tener miedo de las restricciones económicas. “No tiene lugar para el miedo, va de manera unilateral siguiendo su agenda política y sus principios”.

Amplía su análisis recordando: Lo que acaso puede acelerar negociaciones es la política exterior (de Volodímir Zelenski presidente de Ucrania), porque Rusia tomó esa iniciativa de tomar una operación militar expansionista, no contra la población sino contra el régimen, contra su capacidad militar. “Se trata de un movimiento agresivo hacia el régimen de Zelenski y su acercamiento a la OTAN. Es una lucha desigual, Rusia lo sabe y busca que el presidente ucraniano llegue a términos rusos, porque al momento que se acerque a Occidente, Rusia no va a parar, y tiene más capacidad militar”, previene Iscan.

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