Este fue el panorama del cine mexicano durante el 2021

Especialistas del ramo cinematográfico coinciden en que la producción nacional destacó por la variedad de sus temáticas y la ineludible presencia de la violencia que vive el país en sus imágenes

La aparición de la Covid-19 y las medidas impuestas para evitar su propagación significaron un golpe duro para los complejos cinematográficos, festivales y cineastas del país, como lo asienta la reciente publicación de Filmoteca UNAM La industria de cine en México tras la pandemia: entre el terror y el suspenso.

Sin embargo, a pesar de la incertidumbre de la industria fílmica, el cine mexicano consiguió demostrar su creatividad y diversidad a lo largo del año dentro y fuera del país. Así lo argumentan a continuación Abril Alzaga, Directora Ejecutiva de FICUNAM y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; Edna Campos, directora de Macabro FICH y licenciada en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM-Acatlán; y Jorge Negrete, crítico de cine y colaborador de Derretinas, espacio dedicado al cine en la barra nocturna de Radio UNAM.

¿Qué definió al cine mexicano durante el 2021?

Abril Alzaga: Pienso que fue un muy buen año para el cine mexicano. El 2021 nos dio una gran cosecha, probablemente porque se estrenaron muchas películas que se habían guardado desde 2019 y 2020, finalmente vieron la luz de manera comercial durante este año. Por acumulación cosechamos grandes títulos. Es un gran año que tuvo mucha diversidad temática, regiones y representaciones. Vemos muchos fenotipos retratados en las películas, se retrataron muchas regiones como Guerrero, Oaxaca, Michoacán y más.

Vemos también una diversidad de voces nuevas, una nueva generación de cineastas que entusiasma mucho. Vimos la consolidación de jóvenes promesas con proyectos mucho más maduros cinematográficamente hablando, tomando riesgos importantes. Eso entusiasma. Las nuevas voces vienen abriéndose paso con el público y en sus carreras cinematográficas. Los estándares que tenemos en México son muy altos, la cantidad de películas que viajan a festivales de primer nivel por todo el mundo lo constatan. Habla muy bien de la creatividad y el quehacer cinematográfico nacional.

Otra cosa que definió es que no importa nuestra región o la historia que contemos, la violencia que vive el país sigue como telón de fondo de muchos relatos. Es una realidad de la cual no podemos desafanarnos, define mucho la cosecha de películas mexicanas este año.

Jorge Negrete: Creo que fue muy claro durante el 2021 que no fue un año muy distinto para el cine mexicano comparado con otros. Persiste la necesidad en casi toda la producción en tocar temas vigentes y de relevancia para la agenda social. Desde casos como el de Sin señas particulares, Noche de fuego o Una película de policías, todas son películas –sobre todo las de más alto perfil– las que de alguna forma se han decantado mucho por abordar con recursos y miradas autorales distintas puntos sensibles de nuestra agenda pública.

Por otro lado están películas como Los lobos o Blanco de verano que siguen otra tradición bastante arraigada en el cine de ficción mexicano. Evidentemente son de una escala mucho más pequeña, de corte íntima y personal, quizá por esa intimidad carecen de un interés mucho más amplio para los espectadores, pero no están marcando una tendencia nueva o que se hayan desarrollado durante el 2021. Es la continuación de cómo viene trabajando el cine mexicano desde hace poco más de 15 años, esa tendencia se ha marcado más por el combate contra el narcotráfico que continúa siendo una herida latente en la vida pública mexicana, mientras siga sangrando el cine mexicano no puede evadirlo.

Edna Campos: Me parece que se ha dado continuidad a la exploración de los temas sociales, la violencia y las desapariciones –temas que el cine mexicano no puede evitar y abordar desde distintas narrativas y géneros, desde el documental hasta el terror–, también pudimos explorar filmes sobre la complejidad de las relaciones entre personas con diferencias muy marcadas, pero que encuentran puntos en común como la amistad, el autodescubrimiento, la identidad y la sexualidad.

Para mí destacan en estos temas Sin señas particulares, Noche de fuego, La paloma y el lobo; o Clases de historia y Cosas imposibles. En los documentales, me parece muy interesante el seguimiento que se hace de personajes como María de Jesús Patricio en La Vocera y otros que forman parte de la vida urbana como en La Mami.

¿Qué película destacarías y por qué?

Abril Alzaga: Quizá es porque los tengo muy recientes pero entre los grandes títulos del año están Una película de policías y Noche de fuego. Creo que Ruizpalacios vuelve a sorprender por su creatividad, su forma de narrar es muy particular. Nunca se repite, busca caminos distintos. Esta película donde decide ser un documental al inicio y luego se va transformando, raya en la genialidad. Es una propuesta muy buena que deja ver una de las realidades que vivimos a través de la historia de la policía en la Ciudad de México.

Lo que propone Tatiana Huezo en Noche de fuego nos deja ver la brutalidad de la violencia que atraviesan ciertas comunidades, están trastocadas por el narcotráfico. Lo hace de una manera muy sutil e inteligente, hasta elegante en cierto sentido. Nos cimbra la brutalidad de esa violencia sin violentar al espectador, es algo a lo que no estamos acostumbrados. Estamos acostumbrados a ser zarandeados, a ver en primer plano la violencia, aquí no es así, nos dejan ver los sentimientos de quiénes la viven. Eso conmueve y coloca a los espectadores en otro lugar, en la posibilidad de ver cómo recobrar nuestra humanidad. Cuando está en mi primer plano nos entumece.

También destacaría Los lobos porque nos deja adentrarnos en la mirada de los niños, nos sumerge en esa realidad y forma de mirar el mundo. Normalmente cuando hablamos de historias de niños no se puede dejar de lado la mirada adulta que aborda el universo infantil, aquí sí. Samuel Kishi nos introduce en esa mirada que no juzga, no plantea una verdad moral, nos deja vivir junto con ellos lo doloroso y problemático de una familia conformada por una madre soltera con dos pequeños, su amor, su cuidado, es un lazo familiar muy fuerte pero está enfrentado con una realidad ineludible siendo migrantes. Tiene mucha dignidad.

Fue un gran año, la lista no es corta: Selva trágica, Sin señas particulares, 499, El compromiso de las sombras, Laberinto Yo’eme, Cosas que no hacemos, Blanco de verano, Fauna. Todas grandes películas que dan cuenta de lo vasto de nuestra cultura.

Jorge Negrete: Señalaría a Una película de policías, el trabajo de Alonso Ruizpalacios atraviesa ciertamente el espinoso y complejo tema de lo que lleve a una persona a tomar uno de los trabajos con peor reputación entre la ciudadanía y que es, la mayor de las veces, terriblemente ingrato y arduo. Más allá de la facilidad de la denuncia, un intrincado dispositivo narrativo anima su película. Esto hace a un lado discusiones y juicios de valor respecto a la labor de los policías y su rol dentro de la sociedad capitalina.

Edna Campos: Destacaría dos. La primera, Sin señas particulares, que con mucha sutileza narra uno de los horrores más grandes que vivimos actualmente en el país: la búsqueda de los desaparecidos; y la segunda, La mami, que tiene la virtud de mirar a profundidad a un personaje de la vida nocturna de la capital, que cuida de otras mujeres y las protege de los peligros de su vida laboral. Mirar la vida de estos personajes nos ayuda a conocer mucho más de un oficio estigmatizado y lleno de prejuicios. Sin haberlo pensado realmente, me doy cuenta que destaqué dos películas que son obra de mujeres cineastas contando historias de mujeres en situaciones muy complejas.

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