Fueron encontradas recientemente en el Templo Mayor

Estrellas de mar adornan ofrenda dedicada a Huitzilopochtli

El descubrimiento fue hecho por expertos del ICML de la Universidad Nacional y antropólogos del INAH

Unas 164 estrellas de mar, de tres especies provenientes del océano Pacífico, ofrecidas al dios de la guerra Huitzilopochtli, forman parte de una ofrenda única encontrada recientemente en el Templo Mayor por expertos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM y antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El experto del ICML, Francisco Alonso Solís Marín, quien participa con el INAH en el estudio, detalló que fue localizada a finales de 2019, pero por la pandemia su exploración quedó suspendida. Fue hasta el 2022 cuando se abrió y hallaron numerosas frondas de corales, peces globo, centenares de conchas, decenas de caracoles, un ejemplar de ibis espatulado y el esqueleto de un jaguar adulto ataviado como un guerrero.

Precisó que la oblación contiene el esqueleto de una hembra jaguar que está rodeada de numerosos elementos marinos, destacan las estrellas de mar de las especies Nidorellia armata, Pentaceraster cumingi y Pharia pyramidata, además de dardos, todos ellos símbolos de un ambiente bélico. Se espera que cuando se terminen de retirar los restos óseos se encuentren más elementos de ornamentación.

“Estamos trabajando directamente, revisando el contenido de la ofrenda que es muy importante. Es probable que poco a poco hallemos más elementos como erizos de mar que, hasta el momento, no hemos encontrado”, comentó luego de destacar la labor conjunta que realiza con Leonardo López Luján, titular del proyecto de estudio Templo Mayor; el arqueólogo Miguel Báez Pérez; los estudiantes Daniel Mireles, Alejandra Caballero, Carlos Conejeros, Belém Zúñiga, además de Tomás Ruiz, trabajador del Templo Mayor.

Los arqueólogos, añadió, dataron la ofrenda en el año 1500; es decir, esta cápsula del tiempo fue depositada por los antiguos mexicas cuando reinaba el emperador Ahuízotl o Moctezuma.

“Por la colocación de la ofrenda a los pies del Templo Mayor está asociada a Huitzilopochtli, dios de la guerra y, pareciera, que el contexto en el que está ofrecida es para venerarlo. Además, los antiguos mexicas asociaban al felino con el cielo nocturno y la noche; y las estrellas de mar también estaban relacionadas con las estrellas del firmamento y, más importante, con el mar”, puntualizó.

Solís Marín indicó que se considera que los buzos aztecas, sin ninguna ayuda más allá de sus pulmones, se zambullían a profundidades de seis a nueve metros para recolectar los equinodermos, los cuales metían en una especie de redecilla.

Recordó que las costas se encuentran a 245 kilómetros de distancia, en el caso del Golfo de México, y a 290 por lo que respecta al Pacífico, casi en línea recta, razón por la cual hoy en día, por las características observadas en los ejemplares encontrados en varias ofrendas, él y su equipo creen que los especímenes eran traídos tanto vivos, como muertos.

“Algunos ejemplares como las estrellas de mar tienen una piel muy delgada, estoy hablando de micras, pero cuando el animal ha muerto después de un par de días se descompone; pero los erizos de mar tienen una piel más duradera. En nuestros trabajos hemos sacado erizos de mar y nuestros análisis han mostrado que tienen una cubierta de piel y elementos de la dermis que nos hacen creer que al menos ellos estaban vivos. Si el animal era encontrado seco estaba más frágil, tenía muy mal olor y no les hubiera gustado ofrendar algo con olores pútridos”, comentó.

Poder y gloria

Luego de recordar que en 2005 comenzó la colaboración del ICML y el INAH para revisar las oblaciones, el investigador expuso que es probable que los equinodermos eran entregados como tributos a los mexicas por los estados o las zonas del Pacífico. Ejemplo de ello fueron los pepinos de mar hallados en la ofrenda 126 de la diosa Tlaltecuhtli, diosa de la Tierra.

“Hasta ahora se han encontrado tres especies de mar, hay miles de conchas de moluscos y la mayoría provienen del Atlántico, pero las estrellas provienen del Pacífico, y lo que los mexicas representaban con la ofrenda era la diversidad a la que tenían acceso, pero, al mismo tiempo, hablaban de su poderío”, agregó.

Las ofrendas más antiguas pueden ser consideradas “pobres”, porque sólo contenían decenas de plantas y animales que era posible encontrar en los alrededores, pero nunca ofrecían animales relacionados con la cuenca de Tenochtitlan, como ranas o venados; sólo colocaban animales o plantas exóticas, que eran dignos de una deidad, señaló Solís Marín.

Conforme avanza el poderío y crece el imperio en extensión, empiezan a ser más diversas, por lo que en la 126 había más productos de ambas costas del país, lo que indica a los biólogos la biodiversidad, pues inclusive se han encontrado tiburones en algunas, acotó.

De acuerdo con el investigador, las estrellas de mar encontradas tienen un tamaño inusualmente grande, comparadas con las que se encuentran hoy en las costas mexicanas, lo que refiere un ambiente completamente sano para el crecimiento y desarrollo de los animales marinos.

“Además se han encontrado galletas de mar (similares a erizos aplastados), en especial una especie que se reportó que existía en la boca del Golfo de California… Es muy probable que esté extinta, pero hacia 1500 sí había ejemplares y lo sabemos porque aparecen en las ofrendas del Templo Mayor”, concluyó.

Foto: cortesía de Leonardo López Luján.
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