Estudian patrimonio con tecnología de punta e intervención multidisciplinaria

Destaca la indagación de zonas arqueológicas por medio de drones y las representaciones y mediciones con el uso de fotogrametría multiespectral 3D

Imágenes de video: Víctor Hugo Sánchez.

Mediante el uso de sistemas de visión por computadora y sistemas computarizados, y la intervención de diversas disciplinas como la antropología, física, computación, medicina, antropología médica, entre otras, expertos del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y del Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga (HGMEL) desarrollaron el Laboratorio de Arqueología Digital.

El objetivo de este espacio de estudio, ubicado en el Centro INAH Michoacán, es desarrollar técnicas y métodos para el análisis digital de modelos por computadora del patrimonio cultural que alberga esa entidad federativa.

Entre los proyectos que se efectúan destaca la indagación de zonas arqueológicas por medio de drones y las representaciones y mediciones con el uso de fotogrametría multiespectral 3D (imágenes aéreas de alta resolución) de restos óseos, vasijas y tepalcates, ambos en colaboración con la Universidad de Auckland (UoA) de Nueva Zelanda.

Además, con el financiamiento de National Geographic, el ICAT, HGMEL, UoA, la Universidad de Harvard y el INAH participan también en el análisis de la población que constituyó el imperio tarasco, hasta antes de la Conquista, por medio de los estudios osteológicos, genéticos y bioquímicos de restos humanos situados en el osario de la Gran Plataforma del sitio arqueológico de Tzintzuntzan, en Michoacán.

El investigador del ICAT Alfonso Gastelum-Strozzi informó que el equipamiento del laboratorio ha sido posible con la colaboración de la UNAM, el INAH y la UoA, en particular del laboratorio de Patrice Delmas, con quien “tenemos una relación de colaboración para la trasferencia mutua de algoritmos y equipos para el desarrollo de diversos proyectos”.

Detalló que algunos resultados son la publicación de algoritmos que se utilizan en el estudio de las imágenes digitales para realizar medidas texturales y morfológicas, así como la generación de descriptores que se elaboran en conjunto con los especialistas en arqueología y antropología.

Hasta el momento, “ya tenemos un acervo digital de zonas y objetos de interés a través del uso de diversas tecnologías, mapeo con drones, sistemas de fotogrametría y sensores lidar (acrónimo del inglés LiDAR, Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging), los cuales proporcionan información descriptiva de los diversos objetos de estudio”, indicó. Gastelum-Strozzi resaltó que dentro de los protocolos con los que cuenta el laboratorio se tiene uno especializado para el estudio de textura y forma que se realiza en dos fases: “la reconstrucción en formato 2.5D, que permite obtener, con alta resolución, la superficie de estudio y medir, a niveles micrométricos, modificaciones de las superficies de interés; y la imagen multiespectral, que brinda la posibilidad de obtener información textural para diversos espectros, lo cual nos deja ver diferentes propiedades colorimétricas de las superficies”.

Con ello, abundó el científico universitario, se considera estudiar restos óseos, tepalcates y vasijas para determinar sus propiedades y composiciones.

Explicó que, por el grado de precisión requerido durante la medición de este sistema, es necesario automatizar los movimientos de la cámara (pues es imposible capturar las imágenes de manera manual), por lo cual se desarrollaron sistemas de manipulación de cámaras que nos permiten obtener superficies 3D con resolución píxel micrométricas.

Con la UoA también “desarrollamos técnicas multinivel de adquisición de regiones, donde el primer nivel de información puede ser tomado a pie y después se integran adquisiciones de drones a múltiples alturas, con lo cual se puede utilizar inteligencia artificial para reconstruir grandes áreas con información detallada. Este método se ha aplicado en Nueva Zelanda para estudios ecológicos, y se busca disminuir los costos para aplicarlo a estudios arqueológicos”.

Otro de los objetivos del laboratorio INAH-UNAM es que diversos grupos de investigación y especialistas en arqueología puedan realizar estudios digitales de alta especialidad en el laboratorio, y juntas las diversas especialidades puedan crear, además de acervos digitales, nuevos modelos y conceptos a partir de las imágenes obtenidas. Este espacio es una base de desarrollo tecnológico, técnico y conocimiento, puntualizó. Por el momento, en ese lugar de indagación trabajan estudiantes de doctorado de las áreas de cómputo, arqueología y antropología física. Más adelante, cuando las condiciones sanitarias lo permitan, probablemente participen más alumnos de diversas áreas que puedan aportar al desarrollo de los proyectos. Además, por primera vez, el próximo semestre se impartirá la materia de Arqueología Digital en el área de Cómputo, añadió.

Formación de recursos

Por su parte, Ingris Peláez Ballestas, investigadora del Hospital General de México, Dr. Eduardo Liceaga , coincidió en que uno de los aspectos importantes de esta colaboración es que estas herramientas son apoyo para el entrenamiento o formación de recursos humanos, para que realicen sus tesis y también puedan explorar las piezas y aprender cómo se hace arqueología de una manera digital sin dañar directamente el patrimonio.

Como parte de esta alianza es primordial generar información, formar recursos humanos y conservar el patrimonio; y analizar y determinar los procesos de salud-enfermedad que se dieron en los habitantes antiguos para comprender el contexto arqueológico del sitio.

El trabajo conjunto, abundó, se acordó debido a que se requerían otras disciplinas además de la arqueología, por lo que fue necesario “apoyarnos en la física, el manejo de datos masivos, la medicina o la antropología médica, entre otras, para comprender los fenómenos arqueológicos que estamos observando, los cuales incluyen no sólo las condiciones de vida de las personas en la antigüedad, sino también su entorno”.

El investigador del INAH en ese estado, José Luis Punzo Díaz, mencionó que son varios los subproyectos que se desarrollan en colaboración, pues junto con Alfonso Gastelum-Strozzi, especialista en física médica, y la antropóloga médica Ingris Peláez, se analizan restos óseos y objetos, de hace 13 mil años, de los primeros pobladores que llegaron a América.

Un tema sustancial de esta colaboración está relacionado con el estudio transdisciplinario del osario de Tzintzuntzan, la capital del imperio purépecha, a partir de restos óseos para determinar algunos problemas de salud-enfermedad de esa población, además de estudios genéticos, de isotopía e imagen de los huesos a partir de sus reproducciones tridimensionales, detalló.

Asimismo, prosiguió el arqueólogo, esta infraestructura dará herramientas a antropólogos, arqueólogos y médicos, entre otros expertos, para realizar estudios de amplio espectro.

La arqueología, dijo Punzo Díaz, es una ciencia destructiva en el sentido de que para excavar debemos ser precisos y tener documentada el área, porque de otra manera podríamos perderla, por lo que hasta antes de esta colaboración “tratábamos de hacer un proceso mínimamente invasivo, puntual, que nos permitiera recuperar la mayor cantidad de datos, pero conservando, en su mayoría, el contexto, y así fue como surgió esta colaboración”.

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