Foro en el CIALC

Exilio y asilo, manifestaciones del humanismo

La UNAM debe mantenerse comprometida con las y los actores de la diplomacia nacional, así como con las políticas y la tradición humanística del Estado mexicano, consideró Gerardo Torres Salcido, director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

Al fungir como moderador de la mesa final del primer foro “El exilio y el asilo. Una expresión del humanismo mexicano”, organizado por el CIALC y las secretarías de Relaciones Exteriores (SRE) y de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, el sociólogo reconoció que en esta casa de estudios existen trabajos académicos que han documentado diferentes exilios que históricamente han aportado al país pensamientos, cultura e intercambios, los cuales también han protegido a extranjeros perseguidos por su condición política o social.

Durante la mesa “Valoración y perspectivas”, celebrada en el Auditorio Leopoldo Zea del CIALC, María Teresa Mercado Pérez, subsecretaria de Relaciones Exteriores, responsable de las relaciones bilaterales con los países de África, Asia-Pacífico, Europa y Medio Oriente, participó a distancia mediante un video, donde resaltó que las figuras del refugio y del asilo político son instrumentos jurídicos tanto del derecho nacional como del internacional.

También, abundó, son manifestaciones profundas del humanismo que caracterizan la política exterior de México, particularmente con América Latina y con los pueblos que han enfrentado persecución, guerra, dictaduras o crisis humanitarias.

“La tradición de asilo se ha consolidado como uno de los elementos centrales de nuestra política exterior. Tiene una base sólida en el orden jurídico mexicano y está fundamentada en el derecho internacional, particularmente en los tratados de los cuales el Estado mexicano es parte”, señaló.

“El refugio responde a la persecución que se hace a las personas por motivos de raza, religión, grupo social, opiniones políticas o necesidades económicas; mientras que el asilo político se concede a personas que son perseguidas por razones eminentemente políticas y cuya vida corre peligro”, precisó.

La subsecretaria añadió que en América Latina la definición se ha ampliado para incluir situaciones como la violencia generalizada, los conflictos internos, la agresión extranjera y las violaciones masivas de derechos humanos.

En México, el trámite para el reconocimiento de la condición de refugiado se realiza por vía administrativa a través de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). El asilo político, por su parte, es la protección frente a la persecución ideológica, mencionó.

“Este tipo de asilo puede otorgarse de manera territorial dentro del país o en representaciones diplomáticas mexicanas en el extranjero, en cuyo caso se denomina asilo diplomático”, puntualizó.

Aunque tiene un componente simbólico y político relevante, el asilo político no constituye una injerencia en los asuntos internos del país de origen en congruencia con nuestra doctrina hacia el extranjero, aclaró.

En nuestro país el asilo político está reconocido expresamente en la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, y su otorgamiento recae en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

“Proteger a quien lo necesita es un deber moral del Estado. Así lo reconocen tanto la Constitución como la tradición diplomática. Lejos de significar pasividad, la Doctrina Estrada ha permitido a México ofrecer asilo sin emitir juicios políticos ni intervenir en los asuntos internos de otros países, pero con plena responsabilidad ante el sufrimiento humano”, enfatizó.

En tanto, José Francisco Mejía Flores, investigador del CIALC, ofreció un detallado recorrido por la historiografía de los exilios en México durante los últimos 25 años.

Destacó que el centro de atención de los estudios en esta materia se ha concentrado principalmente en el exilio que llegó a México o que interactuó en la órbita de los gobiernos antes, durante y después de la Revolución mexicana.

“Aquí sí hay un objeto de estudio sostenido por dos factores relevantes: porque el Estado mexicano se ha caracterizado por ser muy celoso en la defensa de los derechos de todas aquellas personas que son amenazadas y recurren a su derecho de asilo y exilio; y porque compartimos 3 mil kilómetros de frontera con la potencia económica, militar y política de los Estados Unidos de América, con lo cual somos estaciones de tránsito, asociación, conspiración y, en muchos casos, de residencia de una gran cantidad de exilios de todo tipo y signo ideológico”.

Finalmente, Mejía Flores indicó que el grupo más estudiado corresponde al de los españoles que llegaron después de la Guerra Civil. “También se ha dado una especial atención a los ciudadanos del Cono Sur, que padecieron las dictaduras desde mediados de las décadas de 1960 hasta la de 1980, entiéndase brasileños, argentinos, uruguayos y chilenos, sin menoscabo de otras minorías como los cubanos, guatemaltecos, costarricenses, dominicanos y nicaragüenses”.

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