Exploración de las posibilidades que habitan el cuerpo en movimiento

El bailarín y coreógrafo español Javier Martín presentó el espectáculo El punto impropio

Foto: Cátedra Gloria Contreras.
El punto impropio es la escenificación de un diálogo entre la coreografía y la materialidad sonora y visual. El proyecto del gallego Javier Martín, que presentó el pasado fin de semana en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, abre un espacio íntimo y de otredad, donde muestra a través de texturas vibrátiles y resonancias un proceso continuo de formación del cuerpo, tanto en su versión entera como fragmentada.

En una hora de función queda registrada la composición auditiva, somática y visual que se proyecta en el más mínimo movimiento de Javier Martín, todo ataviado de negro, en esta especie de laboratorio en vivo donde el cuerpo se percibe a sí mismo y se va auscultando desde lo micro hasta lo macro, estableciéndose así una relación de lo interior con lo exterior, en un intento por explorar las posibilidades que habitan en el cuerpo en movimiento, en el cuerpo que danza.

Javier se propone rescatar los sonidos de esas cavernas que tanto tenemos en común, y lo logra operando diversas tecnologías, todas ellas visibles en la pieza que construye a partir de una performance, del uso de algunos objetos como un estetoscopio digital, un teléfono celular y un microscopio, además de varios diapasones que lleva consigo en pequeños estuches sobre su cintura.

Al fondo del escenario se proyectan en dos grandes pantallas fotografías de distintas partes de su cuerpo. Close up de las tetillas, de un brazo, de ambas piernas… el espectador observa también sus movimientos magnificados, y en otro momento su sombra tránsfuga. Así, él va modelando su propuesta poética, una invitación a la introspección. Sombras y silencios son para él las dos caras: la de la materialidad y la no materialidad.

El punto impropio se sitúa en la búsqueda de nuevos modos de entender la coreografía, y Martín decide hacerlo en el ámbito de las texturas de movimiento, para lo cual registra y compone sonidos que extrae desde el interior del cuerpo y, en ese tránsito casi azaroso, ir al encuentro con las vibraciones de la carne. Cosmogonía en tránsito.

El creador español desvela en el temblor de los cuerpos las texturas o calidades de movimientos sembrados en otros cuerpos, y eso es precisamente lo que procura articular en escena con un gesto poético. Sin ser fan de la catarsis, da cuenta de ciertos estados alterados de conciencia que provocan en nosotros cambios internos. Con esta pieza se reconcilia con el plural interior que somos, potencia que puede habitar, mas no poseer.

Adolfo García, ingeniero y diseñador de sonido, es el responsable de construir una bóveda externa y echarse un clavado al ruido de fondo, y lo hace con la idea de que el espectador se sienta viajando a través de una especie de inconsciente sonoro. Octavio Más, iluminador, se decide por una luz sencilla con la intención de que el sonido sea más protagónico.

Javier Martín, quien lleva 17 años bailando y es además químico cuántico, ha investigado el porqué de nuestros movimientos, de cómo nos estremecemos y de qué manera nuestra carne entra en determinados gestos, tics, actitudes, devenires, hormigueos y flujos, los mismos que a él le gusta desarticular en escena.

Al término de la función se efectuó un diálogo abierto con Javier Martín, Adolfo García, Octavio Más y Sabela Mendoza, ella encargada de la producción y acompañamiento de la pieza. En la conversación, que se centró en el proceso creativo y fundamento conceptual de la pieza, intervinieron Tania Aedo, coordinadora de la Cátedra Max Aub transdisciplina en arte y tecnología; Raissa Pomposo, titular de la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en Danza y sus Vínculos Interdisciplinario, y la productora de este mismo espacio académico Adriana Dowling.

Aedo se refirió a esta coreografía como una danza que sigue una dinámica distinta a la que implica aprenderse de memoria ciertos pasos, y agregó que invita a habitar un laboratorio en el que todos podamos explorar nuestros cuerpos de muy diversas formas. Pomposo reconoció de Martín el que se haya atrevido a la incomodidad de la transformación y a entrar en el borde de ser alguien distinto. En tanto, Dowling comentó que en la pieza se percibe un peso importante de la materialidad, la cual se va reverberando en sus diferentes aspectos: textural, sonoro, lumínico, estético y plástico, lo que también abarca los espacios ausentes.

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