Feminismo, consonancias y disonancias

El movimiento está ahora y más que nunca presente en el espacio público, en la calle, en la Universidad, dice Marisa Belausteguigoitia

Reflexión sobre los vínculos productivos y complejos entre activismo y academia. Foto: cortesía del CIEG.

GRRRR, Género: Ritmo, Rabia, Rima y Ruido, foro del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), tiene como finalidad fortalecer las reflexiones que profundicen los vínculos productivos y complejos entre activismo y academia, sus ritmos, consonancias, ruido y disonancias.

Con ese espacio, informó Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Centro, comienza un conjunto de actividades que esperan generar conversaciones consonantes y disonantes de los movimientos feministas.

El encuentro inicia con algunas de las “erres” que han surgido alrededor del intento de alentar la conversación como acto privilegiado de la política, explicó. “Nos hacemos preguntas, por ejemplo: qué alianzas, qué vínculos y relaciones son imprescindibles alentar con el propósito de reforzar una academia que entienda, histórica y teóricamente, y de mejor manera, el ruido de la militancia”.

Hasta dónde investigadoras y académicas deben o pueden ser entendidas como activistas; en qué medida sería productivo un activismo más informado académicamente o una academia más movilizada; qué tipo de intervenciones pedagógicas, artísticas, políticas sería importante introducir o fortalecer en estos espacios universitarios con el objetivo de activar el conocimiento y teorizar el activismo; o cómo hacer para que los mensajes de ambas fuerzas, ambas energías, se entrelacen y sus acentos resuenen, son otros de los cuestionamientos, expuso Belausteguigoitia.

La directora del CIEG expresó que el feminismo está ahora y más que nunca presente en el espacio público, en la calle, en la Universidad, en el aula, y es urgente analizar su energía, la furiosa, la de la rabia; la distante y disonante; la del ruido y la algarabía, la de la calle; la de la rima, la consonante, esa que nos ayuda a pertenecer académicamente a un texto, un canon o un grupo, y la que conjuga rabia, rima y ruido, que es la del juego e intercambio entre academia y activismo.

Esta entidad de la UNAM, dijo, quiere contribuir a encontrar un ritmo común entre los grupos feministas que hoy protestan en la calle, el aula, el transporte público, ante monumentos que refriegan la historia nacional y ante instituciones policiales y de seguridad.

De ese modo, finalizó, este foro se dirige a esas estudiantes que guardan silencio porque han vivido la experiencia del castigo y la reiterada constatación de que su palabra es disonante o no calificada para esos fuegos descontrolados.

Gestos

En la primera sesión, Riánsares Lozano de la Pola, del Instituto de Investigaciones Estéticas, al referirse al gesto feminista como un inconveniente, recordó que el 16 de agosto de 2019, y el 8 de marzo de 2020 y 2021, miles de feministas marcharon en Ciudad de México denunciando la violencia sin límite ejercida sobre el cuerpo de las mujeres.

En las marchas, las pintas han tenido un papel protagonista. Los taches y los grafitis encendieron o incendiaron acalorados debates que en cualquier caso suscitaron reflexiones en torno a la ocupación del espacio público, el sesgo patriarcal del patrimonio y la parcialidad del régimen visual construido, entre otras cosas, a partir de los monumentos.

Los procesos de patrimonialización, consideró la experta, son en sí mismos un atentado para la conformación del sentido de una comunidad, y eso, atravesado por la violencia sin límites que sufren los cuerpos de las mujeres, explica que la rabia y el ruido tomen también las piedras. No es casual que en los últimos años, de manera clara, los monumentos hayan sido objetivos claros de las protestas protagonizadas por muchos grupos subordinados en términos de visibilidad, representación y reconocimiento histórico, entre ellos, las mujeres.

Ariadna Solís, politóloga, historiadora del arte y estudiante de doctorado de la UNAM, señaló que en Ciudad de México hay mujeres indígenas provenientes de distintas comunidades, y estrategias y alianzas entre ellas. También ellas intervienen el espacio público; en la marcha del 8 de marzo de 2020, por ejemplo, no sólo se hizo uso de sus lenguas, sino además de sus repertorios estéticos comunitarios, como ofrendas e inciensos.

De igual manera, han hecho otras intervenciones. Las mujeres han renombrado las calles, que históricamente han sido llamadas desde un relato masculino, con nombres de algunas de ellas, quienes están luchando por los derechos de todas, como la zapoteca Sofía Robles, primera presidenta municipal de Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca, en 2012.

La artista y activista Lorena Wolffer mencionó que las mujeres luchan porque no las maten, pero en esas luchas son violentadas. Estamos a casi tres décadas del registro de los primeros feminicidios de Ciudad Juárez; “llevamos 30 años planteando alternativas y proponiendo formas”.

Cuestionó qué toca hacer de cara a un gobierno que no sólo desconoce, sino que minimiza, ignora y no tiene algún tipo de interés en la vida de la mitad de la población, la femenina. No sólo no hay conversación, sino que las feministas “hemos sido señaladas como enemigas públicas”, concluyó.

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