Fuentes se sumergió en la luz y la sombra: Luisa Valenzuela

Hernán Lara, Silvia Lemus y Luisa Valenzuela. Foto: Juan Antonio López.

Siempre se dice que los escritores le dan voz a quienes no tienen voz, pensando en los humildes, en los humillados, en los indígenas. Esa gente ya está recuperando su voz. Carlos Fuentes les dio voz a los que realmente no la tenían: Cristóbal Nonato, la cabeza cercenada de Nadal en la novela La voluntad y la fortuna, le dio voz a los personajes de las brujas en los mundos que se intercambian en Aura, señaló la escritora Luisa Valenzuela.

Durante el homenaje a Carlos Fuentes en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa –acompañada por Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes; el escritor Hernán Lara Zavala y Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM– Valenzuela añadió que los personajes del boom latinoamericano encuentran en una voz común un intercambio de voces en esa parte final de la novela más profunda, más emblemática de Fuentes que es Terra Nostra.

La autora de Fiscal muere recordó que en la feria del libro de Buenos Aires 2012, “en un salón enorme, para más de 900 personas, atiborrado de gente, esperando la conferencia magistral de Carlos Fuentes, que se llamaba La novela y la vida, entró este hombre magnífico, este gran actor. La sensación era que entró saltando, lleno de alegría, una ovación de pie”.

En esa conferencia Fuentes expresó que no hay vida sin novela y no hay novela sin vida. “Eso es algo que todos debemos tener en cuenta aunque no escribamos, porque todo es una narrativa. Contó de la novela que estaba escribiendo, Federico en su balcón, y cómo él se va a asomar a este balcón y entablar este diálogo con don Nietzsche, que es Federico Nietzsche, a quien le otorga el eterno retorno, y quedamos con la ilusión de esa futura novela y pasa el drama que sucedió 15 días después. Lo perdemos, es como si hubiera desaparecido una luz en este mundo, en este universo literario, pero sigue estando la luz”.

Valenzuela añadió que personalmente entiende toda la obra de Fuentes desde una evolución de lo nietzscheano, desde más allá de todo lo que trabajaba Nietzsche, no el nihilista sino el más vitalista, de la segunda etapa. Cuando dice: Dios ha muerto, ¿qué cosas hay que hacer?, ¿qué ceremonias, qué hay que reinventar para que recuperemos este mundo? Fuentes se la pasó reinventando estos mundos para recuperar a los dioses. En El caminante y su sombra Nietzsche dice: sombra, perdóname, yo no te he mirado de cerca. Fuentes la miraba de cerca, Fuentes se sumergió en la luz y la sombra y trabajó eso”.

Su personalidad, su oficio

Por su parte, Hernán Lara Zavala precisó que le llama a la obra de Fuentes y a su personalidad el fenómeno Fuentes y podría decir que también el factor Fuentes. Lo que hizo fue algo inédito en la literatura mexicana. “Desde muy joven decidió que su personalidad, que su oficio, que su carrera iba a ser la de escritor. Iba más rápido como escritor, que nosotros como lectores”.

Finalmente, Silvia Lemus acotó que Fuentes fue un hombre de Universidad, tuvo a la UNAM como su alma máter.

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