Gina Arizpe expone Sin huella en el Museo del Chopo

La muestra reflexiona sobre la violencia de género, el feminicidio, la migración, el esfuerzo laboral y las desapariciones forzadas

Empleo temporal (acceso), 2018-2021. Foto: Museo del Chopo.

¿Cuánto tiempo me tomaría escribir todos estos nombres?, se preguntó Gina Arizpe al tener enfrente las listas elaboradas por la sociedad civil de los feminicidios en Ciudad Juárez. De una manera casi natural, dice, comenzó a trazarlos con tinta roja, sobre papel albanene.

“Se me acabó el espacio, le di la vuelta a la hoja. Como es transparente, la escritura de los nombres entrecruzados da la idea de un tejido visual”, narra la artista.

Como las nornas que tejen el hilo del destino bajo la tierra, Gina Arizpe es una tejedora en la oscuridad. Desde la entraña de lo femenino invoca a las muertas. Porque sólo lo que se nombra existe. En el acto de la escritura, Arizpe activa la potencia del nombre y, al mentar a cada una, las devuelve, una a una, a la luz de la existencia que es la memoria.

“Me parecía importante hablar de la desaparición y buscar otra materia prima que nos hiciera pensar”, dice sobre la pieza que dio origen a la serie Nombres y coordenadas que comenzó en 2016, y que, hasta este año, despliega los nombres de las víctimas de feminicidio en los 32 estados de la República y Ciudad Juárez (esta última registra de 1985 a 2019).

La segunda fase de la serie se abocó al Estado de México (2016-2019). “Al terminar me di cuenta que, en un periodo mucho menor, tenía la misma densidad de ‘tejido’ que en relación con el de Ciudad Juárez. El fenómeno estaba sucediendo más rápido, al triple o cuádruple”, detalla. “Sueño que un día estas hojas lleguen a estar en blanco”.

Parte de esta obra –que Arizpe mantiene en constante actualización– se exhibe en Sin huella, que se inauguró el 20 de abril en la Galería Rampas del Museo Universitario del Chopo, y que revisa los últimos 10 años de su producción.

El cuerpo como territorio

La artista comenzó su trayectoria como integrante del colectivo marcelaygina (1997-2010), cuyo trabajo se basó en el accionismo y el performance. Desde entonces expresó su preocupación por el cuerpo como límite y como territorio: físico, político, social… “Todo parte de mi propio cuerpo”.

Sin huella es una muestra de conciencia; el trabajo de Arizpe reflexiona sobre la violencia de género, la migración, el esfuerzo laboral, las desapariciones forzadas y los límites a los que se somete al cuerpo en las sociedades contemporáneas, en la diferencia entre centro y periferia.

La instalación Empleo temporal (acceso) (2019-2021), por ejemplo, plantea la situación de que ciertos oficios sean puestos al servicio del crimen organizado, “por encargo” como posibilidad de subsistencia. Para ello, la artista pagó a un herrero por la confección de “ponchallantas” con los que construyó su pieza. “Los hizo para conseguir un ingreso. Pero son objetos que entrañan una violencia, un límite al tránsito”, comenta.

La obra apunta al contexto de violencia que se vive en el país, donde la confección de estos artefactos es solicitada con frecuencia por el crimen organizado para dañar los neumáticos de automóviles durante persecuciones o secuestros.

Sin huella toma el nombre de una pieza de 2013, el registro de una acción que Arizpe llevó a cabo en el desierto de Salamayuca, Ciudad Juárez, para hablar del concepto de desaparición. Arrastró al caminar una llanta amarrada a la cintura, con el fin de borrar las marcas de sus pasos en la arena y con ello tener la posibilidad del retorno. Su contacto con este enclave fronterizo comenzó en 2006, en un primer viaje para realizar un taller. Lo que vio la llevaría de vuelta en varias ocasiones.

En 2016 comenzó una investigación sobre el cambio del paisaje en la ciudad. Los campos de algodón desaparecían y con ellos la actividad económica principal de la zona: el cultivo.

En su lugar se levantaban maquiladoras y con éstas se activaron otros circuitos: la migración, principalmente masculina, cambió a un mayor flujo de mujeres jóvenes, solas, que enviarían dinero a sus lugares de origen. Con la desprotección llegaron los feminicidios.

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