Guerra de Etiopía: el horror que nadie quiere ver

Se calcula que ha causado entre 600 mil y 800 mil víctimas mortales

Cajas de municiones abandonadas yacen en el suelo después de una batalla entre el ejército etíope y las fuerzas de Tigray. Foto: Reuters.

Estalló hace poco más de dos años y se calcula que desde entonces ha causado entre 600 mil y 800 mil víctimas mortales, por lo que ya se le considera la más cruenta en lo que va del siglo XXI. Pero, a diferencia de lo que pasa con el conflicto ruso-ucraniano, hoy en día prácticamente está olvidada por la comunidad internacional. Es la guerra civil de Etiopía.

Inició cuando, en noviembre de 2020, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó a las fuerzas armadas de su país atacar al Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (FLPT), grupo rebelde que tiene su asiento en esa región del norte de Etiopía que colinda con Eritrea, territorio este último que, por cierto, se independizó de Etiopía en 1993 y desde donde el FLPT también ha sido combatido.

De acuerdo con José Luis Gázquez Iglesias, integrante del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África y académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, es necesario revisar la historia de la conformación del Estado etíope para comprender las causas de este conflicto.

“Etiopía, al igual que Liberia, nunca fue colonizado por ninguna potencia extranjera, lo que no significa que no haya sufrido todos los problemas derivados de la colonización del resto del continente africano, entre los que destaca la imposición tanto del capitalismo, con la explotación de personas y recursos que conlleva, como de la propia forma política para gobernar de los Estados occidentales, es decir, el Estado nación. Por otro lado, debemos tomar en cuenta que en las naciones africanas siguen prevaleciendo los sistemas de pertenencia étnicos que, por lo general, chocan con el gobierno central porque estiman que no están bien integrados al Estado nación. De ahí que esos países, incluido Etiopía, claro, no hayan logrado crear una identidad nacional como la conocemos en otros contextos del planeta”, explica.

Hambruna

Una de las cosas más abominables que han ocurrido en el transcurso de este conflicto es la instrumentalización del hambre como un arma de guerra.

Al respecto, el académico universitario señala: “A pesar de que había indicadores clarísimos de que se estaba instalando una terrible hambruna en Tigray a consecuencia de las hostilidades, el gobierno de Abiy Ahmed no permitió que se enviara ayuda humanitaria a esa región. Así, una gran cantidad de las víctimas mortales (muchas de ellas niños y adultos mayores) murieron no por las balas de los fusiles y las ametralladoras, o por el estallido de las bombas, sino, literalmente, de hambre.”

En noviembre del año pasado, el gobierno de Abiy Ahmed y el FLPT firmaron un cese al fuego que todavía sigue vigente, lo cual no garantiza que esta guerra esté a punto de terminar ni mucho menos, aunque sí ha permitido, por fin, que la ayuda humanitaria llegué a Tigray.

Y es que, en opinión de Gázquez Iglesias, conflictos como el de Etiopía tienen una enorme capacidad de perennizarse porque, como ya lo mencionó, se relacionan con la manera en que los Estados africanos fueron creados artificialmente para satisfacer los intereses de desarrollo de las potencias y, sobre todo, con el hecho de que no han superado su composición étnica.

“Siempre habrá una etnia dominante y si ésta percibe que no se integra adecuadamente al Estado o que el Estado ejerce una obstinada represión en contra de ella habrá tensiones constantes. Por eso, un escenario como el de Etiopía en la actualidad, en el que se ha firmado un cese al fuego, en cualquier momento puede volverse violento otra vez.”

El académico piensa que, como los Estados africanos son débiles, varios actores, desde diversos frentes, continuamente ponen en entredicho su legitimidad.

“El FLPT es uno de esos actores, pero no el único. Ahora bien, la legitimidad de los Estados débiles es puesta en tela de juicio con frecuencia debido a que éstos son incapaces de establecer una hegemonía política dentro de su territorio”, añade.

Más sensibilidad

El 24 de febrero de 2022, los reflectores que apuntaban a la guerra de Etiopía cambiaron de posición para iluminar intensamente el conflicto ruso-ucraniano. Ante esta pérdida de interés en dicha guerra, Gázquez Iglesias manifiesta que es muy importante que la opinión pública internacional sea más sensible a lo que acontece en África.

“Se debe prestar más atención a dinámicas como las que se están dando en Etiopía, que de ningún modo están desconectadas de los procesos centrales del capitalismo y de los intereses de las potencias, y mediatizarlas más sistemáticamente para que la opinión pública internacional esté enterada de ellas y no nada más se fije en el conflicto ruso-ucraniano y sus repercusiones globales. Las realidades africanas tienden a ser marginadas de las del sistema internacional. Es hora de que esto cambie. En todo caso, la guerra de Etiopía quedará registrada en la historia como una de las más mortíferas del presente siglo”, concluye.

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