Hacia la equidad de género

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Creo en la igualdad, en la igualdad de las personas. Creo en la equidad, en la equidad de género. Siempre he dicho que no soy feminista, pero ¡oh sorpresa!, fui a buscar en el diccionario la definición y me encuentro con que “el feminismo es un movimiento social que exige la igualdad de derechos de las mujeres frente a los hombres”. Es evidente que sí lo soy.

Sí es cierto que las mujeres y los hombres tenemos diferencias y como se decía en mis tiempos, “viva la diferencia”; pero las diferencias no son en capacidad.

En mi experiencia personal en la UNAM no me he sentido discriminada o con menos derechos que mis compañeros hombres. De hecho, en algunas ocasiones he sentido que el ser mujer me ha abierto puertas. En el Instituto de Investigaciones Biomédicas en el que he laborado por más de 30 años, 50% de los investigadores son hombres, o sea que 50% son mujeres; 65 % de los técnicos son mujeres. Es casi un matriarcado, pero es evidente que no puedo hablar de mi experiencia personal ante la evidencia que me indica claramente que la situación no es igualitaria.

En la Coordinación de la Investigación Científica de 30 directores cuatro somos mujeres; en la Coordinación de Humanidades de un total de 19 directores seis son mujeres; de los 20 directores de facultades cinco son mujeres. Estoy consciente que el hecho de que las mujeres no estén ocupando puestos de toma de decisiones no se debe sólo a discriminación; creo que las propias diferencias de género nos llevan a estar ocupadas en otras labores.

Los sesgos cognitivos existen y afectan a la igualdad de género. Analizar las barreras invisibles, que en forma de techo de cristal, impiden a las mujeres un desarrollo profesional pleno, es fundamental. Como también lo es impulsar medidas proactivas que garanticen la igualdad sin que haya ningún tipo de discriminación por género o por cualquier otra cuestión.

El suelo o piso pegajoso se refiere a las tareas de cuidado y vida familiar a las que tradicionalmente se ha relegado a las mujeres.

Salir de este “espacio natural” que según la sociedad les corresponde, es un obstáculo para el desarrollo profesional. Hay mucha presión dentro de la pareja, en la familia y en la sociedad para hacer creer a las mujeres que son las principales responsables del cuidado de todo: los niños, el marido, los enfermos, los viejos y evidentemente del funcionamiento de la casa. El sentimiento de culpa y las dobles jornadas dificultan la promoción profesional.

En marzo de 1691 (hace 328 años) el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz le solicita a Sor Juana, bajo el seudónimo de Sor Filotea, renunciar a sus intereses intelectuales y comportarse de acuerdo con lo que debiera ser su abnegada condición de mujer. Hay todavía muchas y muchos Sor Filotea.

No quisiera dejar de reconocer que en la UNAM estamos en camino a la equidad y a la igualdad, que en realidad somos privilegiadas y que el camino esta pavimentado. Nos queda a las mujeres recorrerlo. Pero al igual que yo no puedo quedarme en mi torre de marfil y con mis experiencias, debemos abrir los ojos y ver qué pasa fuera de nuestra magna casa de estudios. Desafortunadamente la mujer culturalmente tiene que seguir luchando contra la desigualdad. A las mujeres se les educa de una manera distinta y si llegamos a los extremos todavía hay sitios en que las cambian por burros, más bien por vacas, y como son el eslabón más débil aún estamos muy lejos de lograr la igualdad.

Creo que todos nosotros somos responsables de construir el camino. El lograr que las niñas reciban la misma educación que reciben los niños. ¡No les cortemos los sueños, no les cortemos las alas!. Que cuando le pregunten a una niña qué vas a ser cuando seas grande, pueda soñar con ser doctora, ingeniera, astronauta o bombera. Que no conteste mamá, porque esa es una característica intrínseca al igual que el niño no contesta papá. Tenemos que estar atentos y atentas que haya apoyo para que los niños puedan asistir a las guarderías y así papá y mamá puedan trabajar para desarrollarse personalmente y lograr un mejor futuro.

La Universidad Nacional ha promovido la igualdad y la equidad, aun así, la sociedad actual sigue teniendo marcadas discriminaciones y descalificaciones de género a las que hay que enfrentar de manera absoluta y desde un ángulo multifactorial, no sólo dando estímulos económicos a aquellas mujeres maltratadas.

El sistema de apoyo a las mujeres está siendo modificado en forma abrupta y mientras tanto la mujer que llevaba a sus dos chiquilines a la guardería no tiene donde llevarlos, por ello, probablemente alguna pierda su trabajo.

“Se dijo que los recursos económicos no se darían a los refugios, sino a las mujeres víctimas de violencia de manera directa”. ¿Una mujer que ha sido abusada física y emocionalmente va a recibir dinero para hacer qué? ¿dárselo a su abusador? Afortunadamente esta decisión abrupta ya se revocó.

Se procuró quitar el apoyo a los programas de salud para las mujeres, por ejemplo para el cáncer cervicouterino, el segundo más mortal para las mexicanas. Por fortuna esta barbaridad no fue aprobada por las cámaras.

En pocas palabras, ha habido modificaciones abruptas a programas en beneficio a las mujeres. Creo que es obligación de todas nosotras estar atentas a que esto no suceda.

Simone de Beauvoir dijo: “No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos. Deben permanecer vigilantes durante toda vuestra vida”.

En lo personal, no encuentro modo de intentar siquiera entender el aumento de feminicidios y maltratos de los que son víctimas ciudadanas de todas las edades y condiciones en nuestro país. Imposible intentar discernir el porqué de tanto rencor, saña, y patología del agravio y la violencia de los que, desafortunadamente, tenemos noticias a diario. ¡nueve mujeres son asesinadas cada día!

Se requiere, además de la actividad, valentía y entrega de todas las instituciones y organizaciones que ejercen la lucha en el repudio al ultraje y exigen el compromiso de equidad de género, atacar el problema de raíz: desde la educación que empieza con el nacimiento y prosigue a lo largo de todas las etapas formativas de los seres humanos.

La UNAM, no cabe duda, ha hecho lo suyo, promoviendo la movilidad social y dedicando múltiples espacios de todas las disciplinas a discutir y enfrentar el triste devenir de la violencia de género. Invito a las galardonadas a que, como personas y profesionales, desde todos los ámbitos en los que participen, se unan a luchar contra la injusticia, el menosprecio y la descalificación; a seguir y hacer efectivas cada una en su campo el apoyo a la equidad de género y a enaltecer el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.

Discurso pronunciado durante la entrega del Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz

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