Hallan huevo fosilizado en la Antártida

Fue puesto por un reptil marino hace 68 millones de años y lo descubrió un equipo de científicos chilenos

La Cosa. Así, inspirado en la película The Thing, fue llamado un misterioso fósil que parece un balón desinflado. Fue descubierto por científicos chilenos en 2011 en la Antártida y resguardado en el Museo Nacional de Historia Natural de Chile. Una década después, el hallazgo dio pie no a la clásica pregunta de qué fue primero: ¿el huevo o la gallina?, sino qué animal lo puso hace 68 millones de años.

Parece inverosímil que el fósil de huevo más grande de animal conocido se haya encontrado en un continente ahora congelado, semi desértico y con poca diversidad de vida. Pero hace 68 millones de años los polos no estaban congelados y la Tierra atravesaba por un proceso climático distinto, dice Jair Barrientos Lara, especialista en reptiles marinos prehistóricos.

Había entonces vegetación de bosques tropicales. Una temperatura más alta, entre 20 y 25 grados. Era un clima templado, propicio para la vida de diversos organismos: reptiles e incluso dinosaurios, dice el estudiante de doctorado en Ciencias Biológicas por la UNAM.

De reptil y marino

Según diversas evidencias geológicas y paleontológicas, el huevo antártico no es de dinosaurio sino de un reptil marino. Una primera pista son las rocas de origen marino donde se encontró La Cosa.

Además, dice el M en C Barrientos Lara, todos los dinosaurios son terrestres, excepto —según una hipótesis— el Spinosaurus. Evidencias recientes indican que este dinosaurio, con aleta gigante en la espalda, era acuático, pero de agua dulce. Habitaba en un ambiente parecido al de los cocodrilos.

Otra característica que permite saber que es de un reptil marino y no de dinosaurio son las capas de las cáscaras que cubren el huevo. No son las mismas en todos los organismos. Cortes vistos al microscopio y otros análisis permiten caracterizar las capas de las cascaritas e identificar a qué grupos pertenecen.

Una característica del huevo encontrado en la Antártida es su capa muy delgada. Carece de la capa prismática calcárea que les da rigidez, apunta el doctorante del Instituto de Geología.

Ésa es una característica que tienen los huevos de las lagartijas y las serpientes. Son muy blandos, frágiles, a diferencia de los huevos de aves y tortugas, con superficie de la cáscara más dura.

Otra diferencia. El huevo de la Antártida no tiene porosidad, característica de algunos lagartos y lagartijas. Los de las aves tienen estructuras de poros complejas.

Su tamaño es insólito. Es enorme, de los más grandes encontrados. Un análisis comparativo del tamaño y grosor de la capa con el de muchos otros organismos (lagartijas, cocodrilos, dinosaurios, pterosaurus…) “indican que este huevo sale de esas escalas”.

—¿De qué tamaño es el huevo?
Se estima que pudo haber tenido como seis kilos, con 30 cm de largo y 20 de alto. “Es un huevote”. De los dinosaurios, sólo los huevos de saurópodos son de tamaño cercano al encontrado en la Antártida. Su masa está por debajo y son redonditos.

El huevo prehistórico más parecido en tamaño al de la Antártida es de un grupo de aves de Madagascar extintas hace aproximadamente 1000 años, pariente de las también extintas moas, las avestruces, y los kiwis, llamadas epiornítidos y conocidas coloquialmente como aves elefante porque eran muy grandes. Se calcula que aparecieron hace 17 mil años.

Todas las evidencias apuntan a que el huevo se parece más a los de los escuamata, donde hoy se agrupa a lagartos, lagartijas y serpientes, dice el paleontólogo universitario.

Mosasaurus

Como no hay evidencia contundente, investigadores chilenos y estadounidenses postulan que el huevo de la Antártida podría ser de un Mosasaurus (“checa con este tipo de organismos”).

En la Antártida se han encontrado algunos fósiles de estos parientes de los varanos o serpientes. Son organismos marinos, de unos 11 metros de largo, cráneos largos y aparato bucal depredador: dientes largos (unos 10 cm) y en algunos casos aserrados. Extremidades en forma de aletas, colas largas y aplastadas lateralmente para desplazarse en el agua. Su piel era totalmente lisa, semejante a la de las ballenas y los delfines. Con escamas muy pegadas al cuerpo para ser más hidrodinámicos. “Estaban totalmente adaptados a la vida marina”.

—¿Qué nos dice el huevo fósil de la prehistoria, de la evolución? ¿Por qué es importante para los paleontólogos?
Si se confirma que es de Mosasaurus sería el primer huevo fósil de este tipo de animal marino. Que se haya encontrado en la Antártida apoya la hipótesis sobre el tipo de ambiente tropical que había hace 68 millones de años en los polos. Al analizar y comparar el huevo con otros similares, permite entender cómo evolucionaron los organismos, en particular los que se adaptarán a la vida en medios marinos, que tuvieron que modificar sus formar de reproducción para poder tener sus crías en el agua.

Ovoviviparidad

Los animales que retienen el huevo dentro del organismo tienen un desarrollo embrionario llamado ovoviviparidad. Unos producen cáscara dura, otros no. Los de tortugas, por ejemplo, tienen la cáscara más gruesa para soportar las inclemencias cuando son desovados en las playas. El huevo de la Antártida, al ser de una estructura muy delgada, sugiere que pudo haber sido de un organismo ovovivíparo.

Grupos parecidos a los masosaurus eran ovovivíparos. Formaban dentro de su cuerpo el huevo que salía ya con la cría, como ocurre con algunas lagartijas ovovíviparas. El huevo de la Antártida tiene característica similares, lo cual nos ayuda a entender el proceso de reproducción en animales marinos con hábitos similares.

Finalmente, Jair Barrientos Lara apunta que los mamíferos, incluyendo al ser humano, comparten la misma estructura de huevo con reptiles y aves, aunque ya no producimos cáscara. En los vertebrados a ese tipo de reproducción les llamamos huevo amniota, que incluye capas extras que recubren el embrión para protegerlo y darle nutrientes.

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