Homenaje póstumo a la faceta docente de Álvaro Matute

Foto: archivo Gaceta UNAM.
Foto: archivo Gaceta UNAM.

Sin duda, fue una ceremonia extendida para conmemorar los 50 años de docencia del “último historiador culto” de México: Álvaro Matute Aguirre, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Históricas, fallecido el pasado 12 de septiembre.

Al conjugar el pospretérito, el también historiador Javier Garciadiego, integrante de la Junta de Gobierno, se dijo triste ante la torpeza y el oportunismo de la muerte, que le impidió a Matute recibir justo el 15 de mayo la medalla por su medio siglo de servicios académicos.

“Él tenía una relación congénita con la historia por su abuelo obregonista: Amado Aguirre. Otro origen de su vocación fue el geo-residencial, porque nació y vivió cerca del Convento de Churubusco; la vocación y formación literaria vienen de su madre y de una maestra que tenía en la Preparatoria 5: Margo Glantz. Como él mismo decía, no era egresado de la UNAM porque nunca salió de ésta”, relató.

En la Sala de Actos del Instituto, Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general, destacó la trayectoria como docente de Matute Aguirre. “Le dedicó mucho a la divulgación de la historia, consideraba que era muy importante acercar el conocimiento histórico a la población en general, y que la buena divulgación de ésta contribuye a formar buenos ciudadanos. Fue un universitario muy completo que destacó en docencia, investigación y en la difusión de la cultura; también en la participación institucional”, indicó.

Lomelí Vanegas adelantó que se planea un homenaje más amplio, con colegas y discípulos, incluso de otros países.

Alberto Vital Díaz, coordinador de Humanidades, expresó que sin duda este acto era una presumible prolongación del Día del Maestro, porque Álvaro Matute fue y seguirá siendo un ejemplo en el trabajo conjunto.

En el Acto de Homenaje a Álvaro Matute Aguirre para conmemorar su medio siglo como docente, moderado por Ana Carolina Ibarra González, directora de Investigaciones Históricas, también intervino Aurora Díez-Canedo, académica de la Facultad de Filosofía y Letras, quien afirmó que el homenajeado tuvo como distinción un tridente de características en su obra: “bondad, verdad y belleza”.

Ante familiares, amigos, así como integrantes de la comunidad universitaria, Evelia Trejo Estrada, académica de Investigaciones Históricas y esposa de Álvaro Matute, realizó un retrato hablado, década por década, de la trayectoria del emérito. Subrayó que poseía una personalidad poco común, y disfrutaba al máximo su faceta como docente.

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