Estaban asociados al medio y deidades

Hubo gran variedad de instrumentos sonoros prehispánicos

Para la guerra, caza y festividades rituales se usaban aerófonos, idiófonos y membranófonos

Silbato maya con forma de armadillo proveniente de Jaina.

Cuando llegaron los españoles a América, hace 500 años, había una gran variedad de instrumentos sonoros prehispánicos, algunos microtonales, muy parecidos a los de Asia y África.

En Mesoamérica, para la guerra, caza, festividades y rituales se usaban aerófonos, idiófonos y membranófonos, que emitían una gran variedad de sonidos y efectos acústicos.

La investigadora universitaria Francisca Zalaquett analiza su uso, función y significado en el contexto arqueológico donde fueron encontrados y, cuando las hay, con fuentes históricas como el Códice Florentino para los grupos nahuas, y el Códice de Dresde para los mayas de la Península de Yucatán.

En la caza, dice la arqueóloga, los cazadores los utilizaban para comunicarse entre sí o para atraer y atrapar a algunas aves. Con algunos replicaban el sonido de algún pájaro, como el chuchear del búho.

Los mexicas tenían una maravilla de silbatos, sencillos, dobles y triples, que emitían sonidos altamente agudos y estridentes, relacionados también con cantos y llamados de algunas aves.

Para propiciar la caza, algunos mayas tocaban tambores que aturdían a sus presas, como los venados. También percutían membranófonos que tenían como una cuerda. Aún hoy se usan y les llaman tigrera por el efecto que emiten para atraer a algunos felinos silvestres.

Hay sonidos asociados con el medio y deidades, apunta Zalaquett, integrante del Centro de Estudios Mayas. En algunas festividades asociadas con Tláloc los mexicas usaban sonajas, muchas y de distinto tipo, para llamar a la lluvia.

Con el asta de venado se percutían caparazones de tortuga como un rayo, que golpea la montaña, la abre y de cuyo centro nace la vida, el maíz.

En los rituales, los sonidos de aerófonos, idiófonos y membranófonos ayudaban a complementar la percepción de olores y sabores, importantes en las culturas prehispánicas. La comunicación entonces tenía aspectos sinestésicos, pues incluía todos los elementos sensoriales que aún se estudian.

 

Juegos del soplido

Zalaquett, Medalla Alfonso Caso en 2006 por su doctorado en Antropología, clasifica los instrumentos sonoros prehispánicos en aerófonos, idiófonos y membranófonos.

Los aerófonos, activados por soplido, son silbatos, ocarinas y flautas. De los tres, hay simples, dobles y triples.

Los silbatos dobles se tocaban con una y con dos embocaduras, éstos de manera alternada, produciendo distintos efectos sonoros. Son de distintas formas: aves, reptiles, mamíferos, figuras masculinas y femeninas, de seres no humanos y mixtos. No son de un solo tono sino con un rango de posibilidades sonoras. Con embocadura o simplemente con la boca se puede lograr varios efectos de sonido.

En la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, además de silbatos, se exhiben ocarinas y flautas. Unas son irregulares u ovaladas y las otras tubulares. Ambas tienen agujeros para digitación. Ahí hay una ocarina como horizontal, con agujeros hacia los lados y cada una lleva variada iconografía, que incluye aves, chiles, cráneos y distintas deidades, entre ellas Tláloc.

Las flautas mexicas son de un solo tubo y terminan en forma de flor u otras formas más abiertas. Tienen otros agujeros que utilizaban para poner una telaraña
que le da un efecto sonoro de mirlitón.

Las flautas mesoamericanas eran de hueso, cerámica, piedra, lítica y de carrizo. Las más comunes eran las de un tubo, parecidas a las flautas dulces de hoy.

Hay unas fascinantes provenientes de Colima y Nayarit. Son de dos tubos, con digitación en distinto nivel cada una y con una y dos embocaduras, que al ejecutarlas logran marcar polifonías.

En Teotihuacan se han rescatado flautas cuádruples, que son fantásticas. También en otros sitios arqueológicos y por la iconografía se sabe que hay varias trompetas elaboradas de concha, cerámica, guajes, pencas de maguey, madera y hojas envueltas en una base de madera y con embocadura.

Por desgracia muchos de estos instrumentos no se conservaron porque los materiales con que se manufacturaron son perecederos.

Flauta maya proveniente de Jaina y Silbato maya antropomorfo proveniente de Jaina. Fotos: Proyecto Digitalización de las colecciones arqueológicas y etnográficas del MNA- INAH-CANON.

De madera

Casi en toda Mesoamérica se tocaban idiófonos, como son los instrumentos de madera cuyo propio cuerpo emite el sonido, como el teponaztli en los mexicas y el tunk’ul, en los mayas.

El teponaztli de los mexicas era de una talla espectacular y tenía labradas figuras de animales o de personas cautivas, pues aparecen amarradas. Hay unos siete bien conservados en el Museo Nacional de Antropología. Era y es un instrumento ceremonial muy significativo, aún hoy en uso. Los mixtecos tocaban un teponaztli más pequeño, con grabados parecidos a los que aparecen en los códices estilos mixteco-Puebla. Los mayas tenían el tunk’ul desprovisto de talla alguna. Les gustaba que se viera el tronco de la madera, dijo la especialista. Además de las sonajas de distintas formas y materiales, así como una gran variedad de cascabeles de concha, semillas y metal (unos de oro, otros de distintas aleaciones), se usaban cinturones de hachuelas de diferentes piedras duras, que eran portados por gobernantes mayas y sonaban al chocar entre sí.

Otros idiófonos son los caparazones de diferentes tortugas, que se percutían con un asta de venado, aunque los mayas también usaban baquetas.

Tambores

Aunque se percuten, el teponaztli y el tunk’ul no son membranófonos, porque –aclara Zalaquett– no llevaban membrana como los tambores, sino lengüetas que al vibrar emiten el sonido.

Los tambores prehispánicos, a diferencia de los actuales que llevan piel de vaca, tenían membranas de distintos animales (venado, cocodrilo, iguana, mono o jaguar). Y eran tocados en fiestas, rituales y guerras.

En Mesoamérica había tambores de diferente forma y tamaño. Desde grandes y verticales, de más de un metro con un sonido grave que recorría grandes distancias, hasta pequeños o tambores de mano.

Los mexicas tocaban los huéhuetl y los panhuéhuetl, muy grandes éstos, según algunas fuentes históricas, los utilizaban también para llamar a una gran cantidad de población. Los de Malinalco tocaban el Tlalpanhuéhuetl, de unos 90 centímetros de altura, con rica iconografía vinculada a su época imperial.

¿En los instrumentos prehispánicos sonoros se pueden tocar las escalas musicales actuales?

Si un músico busca la escala pentatónica en una flauta mexica, la puede obtener. Pero esa flauta no sólo tiene el rango sonoro, sostiene Zalaquett, quien estudia la acústica de instrumentos sonoros en la ritualidad maya.

Ocarinas y flautas prehispánicas son instrumentos microtonales, muy parecidos a los de Asia y África. Un microtono es cada intervalo musical menor que un semitono.

Como los instrumentos musicales prehispánicos tienen rangos muy variados y amplios, ahora Zalaquett y colaboradores medirán y analizarán las frecuencias de sus sonidos, en vez de a la usanza occidental de tonos y medios tonos.

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