Implementan técnica para ayudar a pequeños con Síndrome de Asperger

Contrarresta síntomas como ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje o conducta, y facilita la plasticidad cerebral: Fructuoso Ayala, investigador de la Facultad de Psicología y titular del proyecto

Si un niño con Síndrome de Asperger no duerme bien, síntomas como ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje o de conducta se hacen más marcados; para contrarrestar dicha situación hay una técnica que se está implementado por parte de expertos de la Facultad de Psicología, la llamada Estimulación Magnética Transcraneal (EMT).

En el contexto del Día Internacional del Síndrome de Asperger, que se celebró el 18 de febrero, Fructuoso Ayala Guerrero, investigador de la FP y titular del proyecto, detalló que desde hace más de 10 años estudian el sueño de pequeños entre 9 y 15 años con Síndrome de Asperger que forma parte del Trastorno del Espectro Autista (TEA) para valorar su aprendizaje, memoria, estados de ánimo, ansiedad y depresión.

“Se ha mostrado que los pacientes con TEA tienen alteraciones en las funciones previamente mencionadas, pero se considera que con la aplicación de la técnica llamada EMT, al estimular su cerebro facilite su plasticidad estableciéndose nuevas conexiones para mejorar su funcionalidad. Esperamos que los síntomas mejoren; de ser así, esta técnica podría apoyar a los pacientes con este tipo de trastorno”, comentó el especialista en Neurociencias.

Precisó que el Síndrome de Asperger se consideraba hasta hace poco independiente del Trastorno del Espectro Autista (TEA), pero a partir de 2013 se le considera parte de esta condición, pues quienes padecen este síndrome se caracterizan por tener intereses limitados y muy absorbentes, patrones de conducta repetitivos o rutinarios, y una marcada dificultad para comunicarse e interactuar con los demás.

La Organización Mundial de la Salud estima que aproximadamente uno de cada 160 niños en el mundo tiene un TEA y la Asociación de Asperger en México calcula que uno de cada 115 niños presenta esta condición.

Ayala Guerrero destacó que éste es un trastorno del neurodesarrollo, es decir, se presenta en el proceso de desarrollo del feto, ya que a medida que se forma el cerebro, las neuronas realizan conexiones progresivamente más complejas que son muy sensibles a ser alteradas, sobre todo en los primeros tres meses del embarazo, ya que, si no se establecen conexiones adecuadas el resultado son varios problemas neurológicos al nacer.

Sobre cuál es la causa del trastorno, el investigador precisó que se han encontrado genes que se pueden heredar, los cuales pueden originar el problema, por lo que es muy importante conocer el historial de la familia, para saber si padres, abuelos, o tíos han tenido ese tipo de condición.

Igualmente, recordó, se ha documentado que en el caso de madres que tienen epilepsia y durante la gestación toman fármacos antiepilépticos, sobre todo el valproato, es posible que sus hijos desarrollen autismo, es decir, también hay factores externos que influyen en la aparición de esta condición.

Ayala Guerrero detalló que en el Laboratorio de Neurociencias de la FP con el propósito de obtener más información relacionado con el TEA, implementaron un modelo experimental con ratas gestantes a las que se les inyecta valproato, y al nacer las crías tienen alteraciones de conducta y de tipo motor, que son algunas de las características que presentan los pacientes con TEA.

Identificación temprana

El doctor en Ciencias precisó que los síntomas del autismo suelen ser detectados oficialmente al año y medio, cuando el pequeño tiene problemas de comunicación en su desarrollo del lenguaje; sin embargo, desde edad más temprana se pueden detectar algunos síntomas, ya que el recién nacido suele comunicarse –especialmente con la madre– por medio de la mirada, la sonrisa o la sorpresa, lo que indica que comunican conductualmente con otras personas.

“Pero quienes son autistas tienen problemas de empatía, que significa entender la conducta de los demás, ponerse en el pensamiento de los demás y un recién nacido se comunica con la madre respondiendo a estímulos como la sonrisa o el desconcierto. En ese caso es importante ver si el niño no rehúye la mirada o no sonríe, porque indicaría que no se puede comunicar. Entre más temprano se les detecte mejor, pues el cerebro joven tiene una gran plasticidad, es decir, tiene la capacidad de modificarse y mejorar su funcionalidad de acuerdo a los estímulos medioambientales recibidos”, explicó el investigador.

Ayala Guerrero sugirió que aquellos padres que detecten que sus pequeños no se comunican adecuadamente pueden acudir a centros de apoyo especializados en autismo que cada vez es posible encontrarlos a lo largo del país.

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