Inaugura El Eco exposiciones 2019
Proyectos artísticos que contrastan, a la vez que se vinculan por los desafíos que plantean al espectador
A partir del sábado 26 de enero y durante casi tres meses se exhiben en el Museo Experimental El Eco dos muestras: Piedra volcánica, un trabajo del fotógrafo Pablo López Luz, y Decir densidad mineral, un recorrido por la muy peculiar obra acromática de la artista plástica Beatriz Zamora con nueve de sus creaciones, unas que datan de principios de los años 70 del siglo pasado y las más recientes realizadas en 2016.
En la sala principal del museo diseñado por Mathias Goeritz se montaron 52 fotografías en blanco y negro. Una de ellas, la única más grande, es la del volcán Paricutín, que da la bienvenida a los visitantes al recinto universitario. Se trata de un ensayo fotográfico que da cuenta de la tensión formal entre naturaleza y urbanización en distintos tiempos de Ciudad de México. Es también testimonio de la arquitectura, la rugosidad de los muros y la convivencia arquitectónica y natural en terrenos sinuosos de diversas zonas, como la del Pedregal de San Ángel. Esta documentación visual se remonta a los distintos proyectos de urbanización de la ciudad a partir de las piedras volcánicas. Permite estudiar cómo la conquista del terreno dio paso a una propuesta arquitectónica modernista singular.
La idea surge de un acercamiento al museo. Junto con David Miranda, el curador, se trabajó en un planteamiento que buscaba ligarse temática o conceptualmente con el Museo Experimental El Eco. Después de darle vueltas se le ocurrió a Pablo, partir de la piedra volcánica como elemento narrativo e hilo conductor de la historia de Ciudad de México, desde las pirámides de Teotihuacan hasta la arquitectura contemporánea. Conforme desarrolló el proyecto reparó que la piedra volcánica es un elemento constante, a la vez que refleja una búsqueda de identidad.
El joven fotógrafo, quien tiene ya 15 exposiciones individuales, más de 50 colectivas y una decena de premios, llevaba muchos años queriendo trabajar con blanco y negro; y con esta exhibición lo logra, además de hacer referencia a varios fotógrafos históricos mexicanos. “Se trata de un juego, de un diálogo contemporáneo. Una conversación con las imágenes de antes, y el medio para hacerlo era utilizar el blanco y negro en su totalidad”.
Respecto a El Eco comentó: “No es un museo clásico con paredes blancas, sino que te impone mucho por su construcción y los espacios”. De ahí que esta exposición de Pablo López, que le llevó un año concretar, nos dice cómo la fotografía puede ir más allá de una narrativa y jugar con el espacio y con la historia del mismo.
Pluridimensional
En la planta alta del museo la pintora Beatriz Zamora, quien residió en París y en Nueva York, impone el negro en diferentes dimensiones, texturas e intensidades para marcar su profundo dolor y creatividad corporal. Sorprendente vitalidad y energía de la artista, quien también construye sus marcos. Materiales muy diversos como el carbón vegetal y el mineral, carburo de silicio, acerina, grafitos y algunos realmente extraños, todos ellos elementos naturales.
Se autodefine como un ser cósmico que llegó al punto cero para encontrarse con lo negro, donde está incluido todo sin necesidad de pasar por el rojo o el azul. Artista buscadora de la verdad, decidida a entregar en cada obra lo sublime y lo absoluto; y comprenderlo primero para luego compartirlo. Para ella el arte es la vida, y sin él muere. Poderosa pintora fundida en lo negro que lo trabaja por planteamientos hasta el infinito. “Dentro de los más profundo del ser está la oscuridad”, mencionó Beatriz Zamora, hija del universo, artista del silencio y de la abstracción que descansa de la imagen.
David Miranda, curador de El Eco, invita a darle seguimiento a las exposiciones de 2019, enmarcadas en el concepto Animal Herido, donde se conectarán diversas líneas narrativas, muchas de ellas contrastantes y controversiales, dijo.