Inauguran la muestra Marcas de fuego: libros tatuados

89 libros que ahora forman parte de los más de cien mil volúmenes del Fondo Reservado de la BNM

Foto: Víctor Hugo Sánchez.
Una señal carbonizada colocada principalmente en los cantos de los libros mediante un instrumento metálico candente distingue los 89 libros que constituyen la exposición Marcas de fuego: libros tatuados, inaugurada en la Biblioteca Nacional de México (BNM).

Se trata de un testimonio histórico distintivo que permite identificar a las instituciones y particulares que durante la Colonia se valieron de las señales carbonizadas, colocadas en los cantos de sus bibliotecas como evidencia de que pertenecieron a ciertas colecciones bibliográficas, y que ahora forman parte de los más de cien mil volúmenes del Fondo Reservado de la BNM.

A ese acervo se agregan aquellos procedentes de la biblioteca pública de la Catedral Metropolitana, así como de la suprimida Compañía de Jesús, ambas colecciones nacionalizadas en 1867. Todo ello constituye la gran colección matriz de la BNM, institución universitaria que, al ser heredera de este rico acervo, posee gran cantidad de ejemplares con marcas de fuego.

El objetivo de la exposición es mostrar una de las facetas de la materialidad del libro que abre la posibilidad de estudiar el objeto desde diferentes ángulos, entre los que destacan su circulación, pertenencia a una orden religiosa determinada y la reconstrucción virtual de las bibliotecas novohispanas por medio de la identificación de las diversas marcas de propiedad que se distinguen en las obras.

La muestra está dividida en cinco apartados, tres de ellos incluyen a las órdenes religiosas predominantes, de las que hay testimonio de pertenencia en los libros: los franciscanos, los primeros en instalarse como orden en la Nueva España en 1524; los dominicos, llegados en 1533; y una sección más que incluye a los agustinos.

En otro módulo se agrupan los carmelitas, los mercedarios y los oratorianos; el penúltimo apartado agrupa libros que tienen marcas del clero secular, las universidades o los colegios. Se incluye una sección que contiene marcas de fuego no identificadas o personales.

El término “marca de fuego” fue acuñado por el catalán Rafael Sala, en 1925, para referirse a este tipo de señales de propiedad. El interés por este fenómeno estuvo basado al principio en el crecimiento de la tendencia en el coleccionismo y el valor del libro como objeto. Más adelante, el tema fue retomado y estudiado de forma sistemática, asociado al resguardo de este tipo de materiales en instituciones de orden patrimonial.

Al inaugurar la muestra, la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García, indicó que no existe nada más valioso y fascinante que la facultad del ser humano de transmitir la memoria a través de la escritura y la lectura, ahí es cuando las bibliotecas desempeñan un papel decisivo en este proceso, porque garantizan la disponibilidad de los bienes comunes para los lectores en cualquier época.

Asimismo, consideró que no habría un momento más apropiado para esta magna exposición de 89 extraordinarios objetos bibliográficos que el marco de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni), espacio cultural que pone a la mano de la comunidad y del público en general los textos y demás productos generados en diversos centros de investigación.

Pablo Mora Pérez-Tejada, director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), indicó que esta es una exposición única en el mundo, porque conjunta un corpus significativo de obras con marcas de fuego, una práctica americana iniciada por las distintas órdenes religiosas que llegaron a México durante la Colonia.

Por su parte, Socorro Venegas Pérez, directora general de Publicaciones y Fomento Editorial, recomendó la lectura del volumen Ex libris y marcas de fuego, de Ernesto de la Torre Villar, publicado en la colección Biblioteca del Editor de la entonces Dirección General de Fomento Editorial de la UNAM, para complementar el recorrido por la exposición que estará abierta hasta el 9 de diciembre, en la Sala de Exposiciones de la BNM, en el Centro Cultural Universitario; la entrada es libre y gratuita.

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