Integración y éxitos, evidencia diaria en personas con Down

Estudio de la FES Zaragoza sobre cómo ha afectado la pandemia a esta población

Hay muchos mitos alrededor de las personas con síndrome de Down (SD), como creer que son niños eternos incluso en la adultez, o que sus habilidades sociales son escasas cuando, aunque las adquieren a diferentes tiempos (este trastorno genético ocasiona que la edad mental y la cronológica no se correspondan), en realidad las desarrollan de manera similar a como lo hacen sujetos sin dicha condición, indicó Beatriz Castillo Ignacio.

Al participar en el VIII Simposio Avances y Perspectivas en el Conocimiento del Síndrome de Down y otros Desórdenes del Neurodesarrollo, organizado por la Facultad de Psicología (FP), la académica señaló que, a fin de promover la integración de estos individuos en sus comunidades, la familia es clave. Sin embargo, es en el seno familiar donde se les suele limitar por afán de protegerlos, cuando lo adecuado sería apoyar su progreso incluso si eso los lleva a fracasar, pues ello es parte de su desarrollo vital.

Para la maestra en Neuropsicología resulta crucial promover las habilidades sociales (o capacidades interpersonales para relacionarse con los otros), ya que en las poblaciones con SD éstas suelen ser indicadores de su salud mental. De hecho –añadió– hay estudios que señalan que los cambios en la sociabilidad apuntan a fases tempranas de declive cognitivo, o que un bajo apoyo social puede conducirlos a trastornos internalizados, como la depresión.

“Por ello, a fin de fomentar su integración en la comunidad, es importante definir un rol para la persona con discapacidad al interior del hogar. Además, no debemos sobreprotegerlos: ello equivale a decir que el sujeto con síndrome de Down no tiene capacidad para elegir y a negar la perspectiva que pueda tener sobre su propia vida.”

Sobre este punto, la profesora de la FP citó ejemplos de gente con SD poseedora de habilidades sociales excepcionales que, al integrarse en su entorno de forma exitosa, ha destacado en diferentes campos, como el escritor Carlos Enrique de Saro Puebla; la primera maestra de preescolar Noelia Garella; la activista Montserrat Vilarrasa; el pintor Alán Téllez; la nadadora y medallista Yaroslavi Romero, o el actor Chris Burke, quien interpretó a Corky Thatcher en la serie La vida sigue su curso.

“La persona con síndrome de Down es un beneficio para todos porque aporta y promueve valores que hacen a la sociedad más humana y digna. Su exclusión es nuestro fracaso”, concluyó.

Beatriz Castillo. / Julia Barrón. Fotos: Francisco Parra.

Desde el confinamiento

¿Cómo ha afectado esta pandemia a individuos con SD? fue la pregunta planteada por Julia Beatriz Barrón Martínez, de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, y para esclarecer esta duda realizó un estudio a distancia, entre 15 hombres y 15 mujeres con síndrome de Down, con edades cronológicas de entre 15 y 25 años.

“El objetivo fue establecer qué tan impactados se vieron tanto en su funcionamiento ejecutivo (conjunto de capacidades cognitivas que permiten la regulación conductual y emocional) como en sus habilidades sociales. Dadas las circunstancias vigentes, mucho se ha hablado de la socialización y de que el aislamiento ha repercutido en el comportamiento de todos. De ahí el interés.”

Al analizar los resultados –aún preliminares–, se detectó que, en lo tocante al funcionamiento ejecutivo, la habilidad más afectada fue la iniciativa (capacidad de generar ideas o realizar tareas de manera independiente o motivada).

Sobre este punto, la académica encontró que existe una correlación entre la merma de la iniciativa con una disminución de los aspectos positivos (facilitadores) de la socialización, y un incremento en los negativos (perturbadores). Puesto en otras palabras esto significa que, mientras el liderazgo, la jovialidad, la sensibilidad social y el respeto disminuyen, la agresividad y la apatía se incrementan.

Sin embargo, pese a estas fluctuaciones, el estudio determinó que todas estas variantes siempre se mantuvieron en niveles adecuados, algo que, a decir de Beatriz Barrón, podría deberse a que 96 por ciento de los participantes realiza alguna actividad recreativa –como danza, música o dibujo–, lo cual impacta positivamente en el comportamiento social, incluso en el confinamiento.

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