Invención e innovación, al servicio de la humanidad

En 44 años la Universidad Nacional obtuvo 61 por ciento de las patentes solicitadas

Todos los objetos utilizados en las actividades cotidianas nacieron de una idea que alguien desarrolló y protegió para que, posteriormente, empresas que producen en masa pudieran traer a nosotros teléfonos, televisores, computadoras, radios, automóviles, electrodomésticos y un sinfín de opciones.

Lo mismo sucede en el caso de medicamentos y vacunas, Internet, nuevas herramientas de comunicación diseñadas con motivo de la realidad por la pandemia que se vive; también con las obras artísticas, música, libros, esculturas, pinturas. Los autores y sus creaciones cuentan con normas e instancias que los amparan.

Invención e innovación son términos utilizados de manera indistinta; sin embargo, tienen significados diferentes. Al respecto, María Isabel Mascorro Velarde, directora de Transferencia de Tecnología de la Coordinación de Vinculación y Transferencia Tecnológica (CVTT) de la UNAM, precisa:

La invención se refiere a un producto, proceso y diseño, obra artística, literaria o software nuevos que están salvaguardados por alguna figura de protección de la propiedad intelectual. En tanto, la innovación es el uso de inventos; es decir, cuando una invención llega a ser producida y consumida de tal forma que resuelve una necesidad esencial.

Las invenciones y su aplicación en innovaciones son las que han construido el mundo como lo conocemos, y el ejemplo más claro, indica, son las actuales vacunas contra la Covid-19, que surgen por una necesidad imperante, y en cuyo desarrollo han participado universidades, científicos, gobiernos y empresas para resolver un problema que tiene la humanidad y se ha hecho en tiempo récord.

Los mexicanos, destaca, han realizado invenciones que han llegado al mercado y son innovaciones que mejoraron la vida de muchos, entre ellas, la máquina tortilladora (1904) por Edgardo Rodríguez y Luis Romero; la hélice Anáhuac (1930-40), del ingeniero Juan Guillermo Villasana, que logró que los aviones se elevaran mucho más y de mejor manera, por lo que en poco tiempo el producto se exportó a todo el mundo.

Además, está la televisión a color (1940), por Guillermo González Camarena, lograda tras una larga investigación con la que creó el sistema tricromático secuencial de campos; la tinta indeleble (1994) por Filiberto Vázquez Dávila, utilizada en los procesos electorales; o la nanomedicina catalítica para su uso contra el cáncer, desarrollada por Tessy María López Goerne.

En México no se tiene un indicador de cuántas solicitudes de patentes se han trasladado y están en el mercado, pero se considera que las oficinas de transferencia de tecnología de las universidades tienen una tasa menor a uno por ciento, es decir, que una empresa adquiera los derechos, lo produzca y comercialice. Esto se debe a que, en numerosas ocasiones, la invención no es de interés, ya sea porque es avanzada y no está lista para ser integrada al comercio, está poco desarrollada y conlleva muchos riesgos o tampoco aporta elementos de relevancia para los consumidores y los mercados, explica.

Pintura antigrafitti (2001) de Víctor Manuel Castaño y Rogelio Rodríguez Talavera, de esta casa de estudios.

Caso universitario

La especialista apunta que en el caso de la Universidad Nacional, de 1976 a 2020 ha obtenido 61 por ciento de las patentes solicitadas, lo que significa que son invenciones novedosas, de calidad y que pueden beneficiar a la sociedad.

Según el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, órgano regulador de las patentes en el país, esta casa de estudios ha tramitado 829 en el periodo mencionado, y se le han concedido 504.

Mascorro Velarde refiere que las entidades con más títulos son: los institutos de Biotecnología (50) y el de Ingeniería (40); las facultades de Química (41), Medicina (31) y de Ingeniería (28).

Con motivo del Día Mundial de la Propiedad Intelectual, hoy 26 de abril, la directora resalta que hace más de una década que la UNAM reforzó el trabajo en sus oficinas de vinculación para resguardar los desarrollos hechos por la comunidad universitaria y, de ser posible, transferirlos a empresas públicas, privadas o sociales; esto se refiere a que una compañía interesada en llevar al mercado la idea paga al creador una suma para que se le permita producir y comercializar la invención.

“El objetivo de proteger es transferir, para que sea un producto que beneficie a la sociedad y no que se quede a mitad del camino como una patente o un título que nos otorgan, sino que realmente lleguen a usarse.”

Establecido por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), este día se celebra como reconocimiento al papel de ésta en el fomento de la innovación y la creatividad de las naciones; además de recordar la entrada en vigor del convenio que establece la creación de la OMPI, en 1970.

En su sitio web, la organización define la propiedad intelectual como aquellas creaciones del intelecto humano, desde obras de arte hasta invenciones, programas informáticos, marcas y otros productos comerciales.

Incentivar el patentamiento

Con el objetivo de incrementar la tasa de transferencia de los trabajos desarrollados por los universitarios, asevera Mascorro Velarde, la UNAM pretende cambiar el modelo y crear una cultura del patentamiento, además de otorgar mayor impulso a los modelos de atención de tecnología, acuerdos y alianzas con las empresas para laborar en las necesidades de la sociedad.

Expertos de la Universidad Nacional han destacado por sus invenciones, como Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, cuyo talento en 1951 llevó al desarrollo de la píldora anticonceptiva; y la pintura antigrafitti (2001) de Víctor Manuel Castaño y Rogelio Rodríguez Talavera, creada con componentes que rechazan el aceite o el agua y se comercializa con el nombre de Deletum 3000.

“En esta casa de estudios protegemos invenciones que se encuentran en etapas de maduración temprana, en niveles tres y cuatro de los nueve reconocidos. Nuestros casos de éxito en la transferencia de tecnología tienen que ver con que las empresas se vinculan de una manera muy fuerte desde el comienzo de la investigación para lograr darle esos giros que requieren los consumidores y que las compañías tienen muy claro qué es lo que requiere la gente.”

Actualmente, la Universidad cuenta con el Comité de Vinculación Universitaria y de Transferencia que reúne las diversas oficinas en la materia en las diferentes dependencias y facultades para fortalecer, entre otros, encuentros, lazos y trabajos de los investigadores con las iniciativas privada, pública y social.

A dicha instancia se suman los de la Dirección de Emprendimiento Universitaria de la CVTT, donde han surgido compañías, principalmente de egresados, quienes desarrollan nuevos productos los cuales atienden necesidades identificadas; lo anterior les da éxito en los mercados.

“Presentan propuestas tecnológicas para resolver problemas y eso hace que tengamos productos con tecnologías mexicanas, que le permiten a estas empresas seguir investigando; vamos eliminando paulatinamente la dependencia de tecnología extranjera y creando capacidades locales”, concluye.

La píldora anticonceptiva fue inventada por Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, de la UNAM, en 1951.
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