Investigador preside órgano humanitario de Naciones Unidas

Encabezará hasta 2023 el Comité para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares

Foto: cortesía Edgar Corzo.

El pasado 28 de marzo, Edgar Corzo Sosa, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), fue elegido en el Palacio Wilson, en Ginebra, Suiza, presidente del Comité para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (CMW, por sus siglas en inglés), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual es un órgano de tratado de derechos humanos.

El CMW fue creado a partir de que, el 18 de diciembre de 1990, la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (CRMW, por sus siglas en inglés).

“El comité que presidiré hasta 2023 tiene precisamente como objetivo velar por el cumplimiento de todas las obligaciones internacionales que derivan de esta convención”, dice, desde Ginebra, el investigador universitario.

Asimismo, al convertirse en presidente del CMW, a Corzo Sosa le toca fungir como titular durante un año de la presidencia de las presidencias de los demás órganos de tratados de derechos humanos de la ONU, que son: el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Comité de Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, el Comité contra la Tortura, el Comité de los Derechos del Niño, el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad, el Comité contra la Desaparición Forzada y el Subcomité para la Prevención de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles.

“Esto es muy importante, porque no sólo estaré al pendiente de las tareas relacionadas con los derechos de los trabajadores migratorios y sus familias, sino también las coordinaré con aquellas que atañen a los otros órganos de tratados de derechos humanos”, comenta el investigador.

Además de la presidencia del CMW, se renovaron tres vicepresidencias (ahora corresponden a Senegal, Azerbaiyán y Bosnia-Herzegovina) y la relatoría (ahora corresponde a Guatemala).

Monitoreo periódico

El CMW monitorea periódicamente el cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos de los trabajadores migratorios y sus familias en diferentes países, y también hace observaciones y supervisa que éstos las den a conocer entre sus respectivas poblaciones y lleven a cabo un seguimiento de su acatamiento.

“Podemos actuar de forma individual, pero también de manera conjunta con otros comités para hacer algunas observaciones generales sobre temas en común respecto a las personas migrantes, como la niñez, las mujeres trabajadoras y la desaparición forzada de personas en esta condición, que al igual que al nuestro competen al Comité de los Derechos del Niño, al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer y al Comité contra la Desaparición Forzada, respectivamente”, indica Corzo Sosa.

Este comité está al pendiente de la frontera entre México y Estados Unidos, pero también de muchas otras, como las que hay entre Colombia y Panamá, Marruecos y España, y Turquía y la Unión Europea, por mencionar sólo algunas.

“Hemos destacado en múltiples ocasiones la importancia del respeto a los derechos humanos en las zonas fronterizas. De hecho, la ONU emitió una guía de protección de los derechos de las personas migrantes. Así, por ejemplo, se habla de que si una de ellas cruza una frontera no debe ser devuelta inmediatamente al país de donde proviene; antes se tiene que analizar cuál es su situación, ya que es posible que esté huyendo por algún motivo político y su vida corre peligro. Por si fuera poco, el tema de la migración se volvió a refronterizar con la pandemia. Al cerrarse las fronteras se abren unas zonas de tensión muy fuerte, porque las personas en contexto de migración no pueden cruzarlas y se aglutinan cerca de ellas, entonces sus derechos humanos se ven incluso más transgredidos.

Igualmente, algunas autoridades han aprovechado la pandemia y la seguridad sanitaria derivada de ésta como pretextos para no respetar los derechos humanos de los migrantes; es decir, para no atender su solicitud de refugio, negarles el acceso a la salud o sacarlos de un país determinado. En el caso específico de la frontera del Darién, entre Colombia y Panamá, de selva muy complicada, los migrantes no sólo están sujetos a la extorsión de las autoridades, sino también a la delincuencia organizada y el narcotráfico.”

De acuerdo con el investigador, los derechos que tienen por el solo hecho de ser personas deben ser respetados por todos. En cuanto a los trabajadores migratorios, las autoridades de cada país receptor tendrían que analizar por qué decidieron cruzar la frontera, buscar la mejor manera de ayudarlos y tratar de abrir algunos canales para regularizar su situación.

Corzo Sosa, quien es el primer mexicano y universitario en asumir el cargo de presidente del CMW, está muy agradecido con la UNAM por haberle dado la oportunidad de estudiar, aprender idiomas y prepararse para desempeñar una tarea tan delicada como la que se le acaba de asignar.

“Representa un gran desafío, pero al mismo tiempo una gran oportunidad de colaborar más directamente en la protección de los derechos humanos. Como mexicano y universitario lo asumo con responsabilidad”, concluye.

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