Jorge Flores, un hombre de ciencia

Reconocimiento al físico teórico por su liderazgo, capacidad de convocatoria y trabajo por la divulgación científica

Jorge Flores tenía su propia ley de atracción: por breve que fuera su charla, era didáctica. Explicaba el mundo a través de su vocación, lo mismo las matrices aleatorias que lo intrínseco entre la física y el deporte.

Para celebrar su vida, así como su destacada y profunda aportación a la divulgación de la ciencia, su liderazgo y capacidad de convocatoria para la creación de instituciones, y su desempeño como físico teórico, Jorge Flores Valdés fue reconocido por la comunidad científica en la mesa-homenaje La gran Ilusión, un Hombre de Ciencia, convocada por El Colegio Nacional.

El investigador emérito del Instituto de Física (IF) fue memorado como “uno de los más importantes arquitectos y constructores de la física y la ciencia de la historia de México”.

En la sesión coordinada por Alejandro Frank Hoeflich y José Luis Mateos Trigos, se coincidió en que Jorge Flores fue un incansable promotor en la búsqueda de la verdad a través de la observación y el razonamiento.

“Quiero decirles que hace unas semanas, enterado del fallecimiento del doctor Flores, el físico nuclear Stuart Picktely, quien visitó la UNAM en múltiples ocasiones, dijo que es ‘el final de una era, una época de gran evolución en la ciencia en México ha terminado’, y no exageraba”, subrayó Frank.

El exrector de la UNAM, José Sarukhán Kermez, integrante de El Colegio Nacional, recordó haber formado parte de la misma generación que Flores (58-61), en la entonces pequeña Facultad de Ciencias.

Mencionó aquello que los reunió de manera casi indeleble: la iniciativa de Jorge Malo, subsecretario de Educación Superior, y de Flores Valdés para contar con un sistema basado en el desempeño académico que pudiera recompensar a los científicos con un mayor sueldo a partir de la productividad, y que finalmente, en 1984, se creó por decreto presidencial el Sistema Nacional de Investigadores.

Cecilia Noguez Garrido, directora del IF, ponderó la gran etapa en la que Jorge Flores fue titular de dicho Instituto en 1974. “Gracias al tiempo que el catedrático pasó ahí, incluidos fines de semana para resolver los problemas que pudieran presentarse, se erigieron los tres primeros edificios que tiene el Instituto, fue una persona de honestidad intelectual sobresaliente que trabajó para los demás y creó comunidad”, definió.

Para José Luis Mateos Trigos, también investigador del IF, Flores fue una figura central que marcó una época brillante para consolidar la ciencia en México. Lo rememoró como alumno destacado de Marcos Moshinsky Borodiansky, quien dirigió su tesis sobre física nuclear, especialidad vinculada con las matemáticas, la asimetría y con la belleza, que también le atraía.

Universum

Julia Tagüena Parga, ex directora general de Divulgación de la Ciencia de esta casa de estudios, relató que conoció a Jorge Flores desde que era una niña debido a que su hermana mayor y Jorge fueron compañeros de estudio. Más tarde, él la invitaría a participar en la creación de Universum.

La científica dio a conocer que la convocatoria de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica lleva ahora el nombre del científico en su memoria: Premio Jorge Flores Valdés al mejor producto de divulgación de la ciencia.

Javier Bracho Carpizo, investigador del Instituto de Matemáticas, expuso las características de los polos de un imán y su imposibilidad para transformarse en un monopolo magnético. Utilizó este ejemplo como metáfora de las contradicciones que allanó Flores Valdés al conseguir que los 25 mil metros cuadrados que conforman al Museo Universum se convirtieran en un monopolo magnético que atrajo a todos los polos, los signos y los colores para alinearse en una sola ilusión.

Pablo Rudomín Zevnovaty, integrante de El Colegio Nacional, contó que compartió con Flores ideas, compromisos y sueños realizados e inconclusos; acentuó que el físico se distinguió tanto en la ciencia como en la administración.

Salvador Malo Álvarez, doctor en Física, habló de su amigo como un hombre apasionado por la ciencia que en todo momento deseaba el desarrollo del país. Incluso, poco tiempo antes de fallecer, Jorge le comentó con ese optimismo que le caracterizaba: “Salvador, todavía vamos a poder salvar a México”.

Fernando del Río Haza, de la Universidad Autónoma Metropolitana, se refirió al buen humor de su amigo y del anecdotario que compartieron. Evocó los días en que iban a jugar paddle tenis a las 6 de la mañana, y a estudiar una hora después.

Al final, Ernesto Flores-Roux dijo que su padre fue un físico teórico que se dedicó al desarrollo y la consolidación de la ciencia en México.

Realizó un recorrido en imágenes: una en la que estaba frente a un Volkswagen blanco sobre la calle, en la que intentó hacerle a la mecánica, “pero la práctica no era lo suyo”.

Finalmente, la de un pino que en 1975 medía 15 centímetros y actualmente “es un árbol inmenso, crecido hacia el cielo”, como la evocación de lo que hoy representa su padre.

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