Julio Verne y el periodismo del siglo XXIX

La jornada de un periodista norteamericano en el 2889, la novela en la que el autor francés escribió sobre el progreso que nos vaticinaba.

Muy lejos de las distopías con las que actualmente se suele plasmar el porvenir en películas, series o literatura, se encuentra el futuro progresista, innovador y promisorio en el que creyó Julio Verne.

El escritor francés moldeó en sus innumerables obras todas esas historias en las que la ciencia y la tecnología sólo podían abonar a la calidad de vida de la humanidad y, hay que decirlo, en muchos casos su imaginación se acercó inquietantemente a esos logros alcanzados por el hombre; en otros temas, la realidad ha superado por completo la ficción que Verne construyó en pleno siglo XIX.

Nacido en Nantes en 1828, Verne perteneció a las generaciones favorecidas por los avances científicos, tecnológicos, económicos y sociales de la llamada Revolución Industrial, iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra y que se extendió por toda Europa durante las primeras cuatro décadas del XIX. Ante medios de transporte más eficientes y rápidos, nuevos métodos para aprovechar las energías naturales, avances para conocer con más precisión lo micro y lo macro de la realidad, y mejores herramientas para difundir todo ese conocimiento, el autor de Un drama en México y Cinco semanas en globo conjugó su vasta imaginación con los conocimientos de diferentes ramas de la ciencia a los que era ávido. Con ello logró panoramas tan precisos y descripciones tan nutridas que dieron forma, color, emoción y sobre todo credibilidad a esos viajes a la luna, al centro de la Tierra o al futuro para acompañar a un periodista del XXIX, es decir, mil años después de su época.

En la novela corta La jornada de un periodista americano en el 2889 escrita en 1891, Julio Verne propone acompañar en un día de trabajo a Francis Bennett, dueño del periódico más importante de Estados Unidos, el Earth Herald. Una sola jornada en este viaje al futuro es suficiente para explicar la influencia que tiene el protagonista en las decisiones del mundo por todo lo que su empresa representa, o para describir que el periódico ya no es impreso, sino que las noticias se transmiten a través de sonido e imagen, al igual que las llamadas telefónicas; que la publicidad se proyecta en las nubes y que la alimentación está a cargo de médicos y su comida molecular y quienes están en espera de un avance mayor: aire nutritivo que mantendrá sano a quien lo consuma con tan solo respirar.

Estas ocurrencias casi predictivas son apenas unas cuantas de todas las que conforman la novela que toca temas de astronomía, economía, política, literatura y tecnología, ante lo cual Julio Verne también auguraba un reproche para sus semejantes del futuro: “Los hombres de este siglo XXIX viven en medio de un espectáculo de magia continua, sin que parezcan darse cuenta de ello. Hastiados de las maravillas, permanecen indiferentes ante lo que el progreso les aporta cada día…”.

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