Karla Muñoz da vida a su espíritu deportivo

La alumna de Contaduría sigue con atención en casa las visualizaciones de competencias que les envían los entrenadores

Foto: Jacob Villavicencio.
Para un cuerpo acostumbrado a realizar actividad física diariamente, y una mente empeñada en afrontar competencias en México con la aspiración de trascender en el ámbito internacional, el confinamiento debido a la Covid-19 ha significado un nuevo desafío.

Karla Yelletzin Muñoz Ángeles, nadadora de la UNAM y alumna de la Facultad de Contaduría y Administración, ha vivido en carne propia este reto y para sortear sus vicisitudes se ha refugiado en su propia imagen, enfundada con la vestimenta auriazul y con el objetivo de vestir la tricolor en certámenes en el extranjero. Así mantiene viva su práctica como deportista.

“Te imaginas nadando y te convences que falta menos para el regreso. Y para ese momento es para el cual nos preparamos, buscamos llegar fuertes. Los entrenadores nos ponen a hacer visualizaciones de las competencias próximas, eso me ha servido: verte nadando y compitiendo”, afirma Muñoz Ángeles, medallista de oro en la prueba de 200 metros dorso y de plata en los 100 metros dorso del Campeonato Nacional de Natación Curso Largo 2019.

“Siempre he tenido como propósito clasificarme a una competencia internacional porque hubo ocasiones en las cuales me quedé muy cerca de lograrlo. Luego vinieron lesiones, dejé de nadar un tiempo y no fue tan fácil el regreso, pero sigo buscando esa meta”, añade la atleta universitaria, quien ya en diferentes oportunidades se ha tenido que adaptar a los cambios de horarios y condiciones de sus entrenamientos.

Desde el inicio del confinamiento, en el equipo de natación representativo de la Universidad se hicieron sesiones a través de Zoom, en las cuales los compañeros de escuadra conviven en línea, además de recibir orientación para ejercitarse en casa por parte del entrenador Julio Fuentes.

Por ahí de agosto del año pasado, Karla Muñoz tuvo la oportunidad de llevar a cabo 10 minutos de práctica al día en la pequeña alberca de 10 metros de largo donde aprendió a nadar. Lo hizo con una liga que la sujetaba para simular mayor distancia, con la guía de su coach.

Más adelante, pudo nadar 45 minutos por sesión en una piscina de 50 metros de distancia, hasta que el semáforo epidemiológico nuevamente se puso en color rojo y volvieron los entrenamientos en casa, mismos que efectúa disciplinadamente.

“Estar sin hacer nada no es posible, tu cuerpo está acostumbrado a un estilo de vida y no se puede cambiar tan repentinamente. Por no tener ese desgaste físico habitual no me daba hambre, me costaba mucho trabajo dormir, y por lo mismo me sentía estresada todo el tiempo. Es por esto que ahora entro a la sesión de Zoom de las nueve de la mañana y luego a la de las 14:30 con otro entrenador, porque lo necesito.”

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