La ayuda humanitaria, deber; es fortaleza ante la adversidad

Tributo a quienes arriesgan sus vidas en centros de salud; son héroes anónimos


El altruismo, filantropía, solidaridad, calidez y calidad humana, trabajo y dedicación hacia quienes sufren, sobre todo en medio de guerras o desastres naturales, son componentes de la ayuda humanitaria, que representa una fortaleza frente a la adversidad, dijo Eduardo Rosales Herrera, profesor-investigador de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.

Es indispensable reconocer la labor silenciosa y consistente de millones de personas que dan su apoyo en centros de salud ubicados en lugares con conflictos, por ejemplo, pues se convierten en héroes anónimos, dijo en ocasión del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, que se celebró ayer 19 de agosto.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 168 millones de individuos en el mundo requieren de esta protección; pero esa cifra es conservadora, pues se refiere sólo a quienes necesitan auxilio de forma urgente y extrema, en un planeta que se enfila a los ocho mil millones de habitantes.

No obstante, consideró el especialista, el número de quienes requieren de esta ayuda podría ser de más del doble que la cifra señalada por la ONU, “pero es complicado cuantificarlo porque hay poblaciones que viven en zonas de difícil acceso por los conflictos bélicos; sus condiciones de pobreza son extremas y su entorno es azotado por los estragos del cambio climático”.

En Yocuná, el municipio más pobre de Oaxaca, casi cien por ciento de los habitantes está en extrema pobreza y sus circunstancias sociales son equiparables a países como Mozambique. “Aquí también se requiere de la ayuda humanitaria”.

Rosales Herrera remarcó que quienes realizan labor altruista lo hacen sin distinguir raza, credo, color de piel o género, “simple y sencillamente ofrecen su trabajo por iniciativa propia; otros, la mayoría, se integran a organismos internacionales”.

Contraparte

En contraparte, acusó, hay condiciones terribles que enfrenta la asistencia humanitaria, como autoritarismo, crisis económicas, racismo y xenofobia. “Es inverosímil, increíble, indignante y condenable, pues algunos gobiernos, grupos rebeldes o de insurgentes, que debieran luchar por el bienestar, son quienes protagonizan los conflictos”.

Por ejemplo, en Estados Unidos se destinan cerca de 650 mil millones de dólares para mantener su aparato de guerra. “Si se dedicara uno por ciento de ese gasto a la ayuda humanitaria del mundo, tendríamos un gran avance, pues se mitigarían las penurias de algunos grupos vulnerables”, opinó.

“Es triste que algunas naciones empleen cuantiosos presupuestos a esa materia, cuando prácticamente podrían resolver los problemas de hambre, educación o escasez de agua; al menos atenuarlos.”

Para Rosales Herrera es sorprendente que en este siglo, y cuando se espera un avance en el desarrollo de nuestra especie, “se fomenten la violencia, pobreza, marginalidad y criminalidad, al tiempo que se retira la ayuda humanitaria”.

En este contexto, se pronunció por hacer un enérgico llamado global a líderes de gobierno, individuos y agrupaciones, para que este tipo de apoyos se constituya en un deber, incluido en los principios de política exterior, en especial en la cooperación internacional.

“Si la humanidad tuviera actitudes de tolerancia, altruismo, cooperación, paz y seguridad, no necesitaríamos de organismos ni de gente que se dedicaran a la labor humanitaria, y los recursos que ahora se requieren para ese asunto podrían aplicarse a labores productivas y de progreso social”, finalizó.

El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria se instauró para rendir tributo a los trabajadores que arriesgan sus vidas para apoyar a otros.

Este año se efectúa cuando el mundo aún lucha contra la pandemia de la Covid-19, y quienes realizan estas tareas superan obstáculos sin precedentes. Conflictos, inseguridad, dificultad para acceder a quienes los necesitan y los riesgos relacionados con esa enfermedad deben ser sorteados para cumplir su encomienda en 54 países trastocados por la emergencia sanitaria.

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