La contaminación automotor podría dañar el cerebro

Las actuales regulaciones sobre partículas menores a 2.5 (PM2.5) pueden ser insuficientes para proteger al cerebro y evitar el desarrollo de problemas neuronales, como las enfermedades de Alzheimer, Parkinson o autismo, al menos en Estados Unidos, sugieren recientes estudios realizados en la Universidad de California, en Davis.

El trabajo elaborado por Anthony Wexler, director del Centro de Calidad del Aire en dicha institución, fue presentado durante la décimo segunda edición del ciclo de conferencias Panorama Actual de las Ciencias Atmosféricas y del Cambio Climático 2024, organizado por el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.

De acuerdo con el científico, es difícil indagar cuántas y cómo son transportadas al cerebro las partículas emitidas por los automotores; pero debido a los resultados obtenidos en ratones que fueron expuestos a menores cantidades de PM2.5 que las registradas en el medio ambiente, se sugiere que las normas son insuficientes para cuidar dicho órgano.

Al ofrecer la charla Efectos de la contaminación relacionada con el tráfico en la salud neurológica (Neurological health effects of traffic related air pollution), ante investigadores y académicos del ICAyCC precisó que cuando se piensa en la calidad del aire lo primero que se asocia es la salud pulmonar, pero al revisar la incidencia de cáncer en este órgano los casos registrados no son tantos.

Sin embargo, nuevos estudios han comenzado a relacionar también los aerosoles químicos con problemas cardiovasculares, así como efectos neurológicos, aunque todavía se desconoce en qué nivel.

Un problema de salud específico a revisar es el efecto de los altos niveles de contaminación por tráfico (TRAP, por sus siglas en inglés) en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, problema neurodegenerativo que en 70 % de los casos lleva a la demencia, que tiene mayor prevalencia en hombres que en mujeres y los casos de incidencia son más altos en familias que viven cerca de caminos con altos niveles de tráfico.

Los primeros datos revelan que la exposición crónica a contaminantes ambientales con TRAP promovió el desarrollo de fenotipos vistos en la naturaleza y genéticamente susceptibles a la evolución de dicho padecimiento, finalizó.

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