Un nuevo abordaje del muralismo

LA CREACIÓN HUMANA Y LA ECONOMÍA

Pintura realizada en acrílico sobre asbesto y cemento. Fotos: Juan Antonio López.

Pensando en la economía como la ciencia responsable de la administración de recursos para la subsistencia de las sociedades, esta actividad ha acompañado al ser humano desde los inicios de la civilización. Benito Messeguer (España, 1930 – México, 1982) toma este punto de vista para comenzar su ciclo mural que se encuentra distribuido en dos paneles de 2.30 x 13.5 metros cada uno, ejecutados en acrílico sobre asbesto y cemento, y colocados en los muros poniente y oriente del Auditorio Narciso Bassols de la Facultad de Economía.

Su narrativa visual inicia en el panel poniente, con una lectura de izquierda a derecha, dándonos una versión científica del origen del cosmos a partir de una nebulosa estelar que emerge de la oscuridad, formando un fuerte contraste que acompañará a toda la composición. Ya en la Tierra, las masas incandescentes crean un paisaje volcánico de tonos rojizos y marrones que se contraponen a los nacientes afluentes de tonos blancos y azules que corren por la parte inferior. En este contexto surge un resplandor amarillo y naranja; es una fogata con la que un hombre se calienta extendiendo las palmas de sus manos. El gesto indica el inicio de la manipulación del fuego con el que transformará a la naturaleza, trascendiendo al mito prometeico, pues es por su voluntad que el ser humano se hace dueño de los recursos.

Esa escena conduce a la parte central del panel, en la que los inicios de la civilización se representan con dos creaciones artísticas: la escultura de la Venus de Willendorf, que con su labor fecunda poblará la Tierra, y la silueta de un cazador que con su arco y flecha proveerá de alimento. La flecha proyecta una estela luminosa hacia unos venados que tratan de escapar. Esta imagen introduce al segundo tema que guía la composición de Messeguer. Para él, la administración de los recursos, desde sus inicios, estuvo marcada por la explotación del hombre contra su propia especie, dando origen a otra actividad tan antigua como la economía: la guerra.

Composiciones en las que la línea y el discurso político ya no imperaban.

Bajo el pie del cazador vemos personajes postrados, mientras que, tras él, una multitud pareciera estar empuñando arcos iniciando la labor bélica. Esta referencia, que puede pasar desapercibida frente a la aparente cacería, está indicada en la parte baja del haz de luz que dibuja el tiro de la flecha. Aquí observamos a cazadores que ya no enfrentan sólo a los animales, sino que también se atacan entre ellos. Unos caballos cercanos reiteran el doble discurso: sobre el lomo de estos animales la humanidad cabalgará llevando la civilización. Junto a ellos vemos la otra historia, la del hombre contra el hombre. Un obeso personaje se monta sobre otro quien, desnudo y a cuatro patas, avanza siguiendo la dirección que el primero le indica. Es el inicio del camino de la historia, que a través de esa ráfaga de luz nos conduce hacia el relato del panel del muro oriente, que comienza con un resplandor producido por un bólido en caída diagonal.

En el muro oriente –que debe ser leído de derecha a izquierda– nos encontramos con una historia de las guerras de la primera mitad del siglo XX. El haz de luz que cae, ilumina una macabra escena. En el inicio encontramos a dos personajes, uno cubriéndose el rostro con las manos. Más adelante vemos cuerpos cercenados, uno de ellos decapitado y con las manos atadas en la espalda, mientras que otro yace con las piernas entreabiertas.

En la parte superior continúa el tema bélico. Un ejército avanza hacia la izquierda, formando un semicírculo, en el que se proyecta otra escena resplandeciente igualmente cargada de muerte, pues lo que vemos es la ráfaga de disparos con la que acribillan a una multitud entre la que se encuentra un personaje simiesco mirando hacia lo alto.

Las siluetas de la parte superior continúan avanzando hacia la izquierda. Su camino es interrumpido por la figura central de este panel, cuyos colores y composición triangular, recuerdan al paisaje volcánico del panel anterior. Aquí se proyecta la humanidad refulgente; un hombre al frente precede una formación en la que hombres y mujeres extienden piernas y brazos rememorando al Hombre de Vitruvio, mientras que un par de enormes manos parecen protegerles.

Superando esta sección y continuando por la parte superior izquierda, llegamos a una construcción maciza que nos recuerda a una fábrica-prisión, al estilo de la arquitectura totalitaria. Aunque la guerra concluya, la explotación continúa. Bajo este paisaje un par de viejos postrados son vistos con estupor por un niño y una niña que anteceden al personaje final de la obra, quien, con los brazos extendidos, hace referencia a otra versión de la creación humana: la de la deidad de occidente, que se insinúa mediante un triple rostro y los estigmas que se dibujan en las palmas de sus manos. El de la izquierda forma el núcleo de un átomo, símbolo de la era en la que el ser humano se hace por primera vez del control de las partículas más minúsculas de la naturaleza, que al igual que el fuego, le abrirán nuevas posibilidades de dominio en la Tierra. La mano derecha nos dirige hacia la luz, hacia el futuro, pero también hacia una historia circular, en la que volvemos a la nebulosa plasmada en el inicio del panel poniente.

La obra inaugurada el 8 de octubre de 1963, muestra un nuevo abordaje del muralismo, tanto en el aspecto formal como temático. Las composiciones en las que la línea y el discurso político imperaban, dan paso al predominio del color y su uso expresivo, desdibujando las formas y las historias pedagógicas.

Hay también un relato autobiográfico. Messeguer nace en España y llega a México en la década de 1940 a los 14 años, huyendo de la Guerra Civil. Sus recuerdos de infancia se hacen presentes en esta visión bélica, lo cual se refuerza con la dedicatoria a su madre en el inicio del panel oriente. La creación humana y la economía se convierte así en una mirada profunda de aquellos años convulsos que le tocó vivir y que en la década de 1960 se mantenían por medio de la Guerra Fría.

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