La crianza, cuidado y protección de las infancias, un trabajo colectivo

Hay que dejar atrás la idea de que es una obligación sólo de la mujer, el papá también debe participar, afirma Alejandra Collado

Alrededor de 70 por ciento de las mujeres de 15 años o más de nuestro país son madres, pero cada vez deciden tener menos hijos. En 1999 la tasa de fecundidad era de 2.8 hijos por mujer y para 2019 se redujo a 1.8.

Así lo afirma Alejandra Collado Campos, especialista en Estudios de la Mujer del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), quien con motivo del Día de las Madres, que se celebra el 10 de mayo, señala que antes se pensaba que la mujer sólo podía realizarse y ser triunfadora a partir de ser madre, idea que ha ido cambiando junto con lo que significa “maternar”.

La también jefa de Medios de Comunicación del CIEG refirió estadísticas del Inegi, las cuales señalan que entre las que hablan una lengua indígena hay una cúspide temprana de la maternidad entre los 20 y 24 años, mientras que entre quienes no hablan lengua indígena, la fecundidad se distribuye en un rango más amplio, de los 20 a los 29 años de edad.

La crianza, el cuidado y protección de las infancias debe ser un trabajo colectivo y dejar atrás la idea de que es una obligación sólo de la mujer, insiste Collado Campos al tiempo que advierte que siguen existiendo discursos que plantean incluso que hay “un instinto maternal” y en la educación se sigue otorgando a ellas tareas que tienen que ver con el cuidado y la escucha de los otros. Todo ello se instaura a través de discursos y representaciones en los medios de comunicación y los productos culturales.

“Maternar no es inherente ni a las mujeres ni a las mamás biológicas. Maternan las abuelas, las tías, las amigas, las mujeres que están al cuidado de estas infancias y tiene que ver con cambios respecto a cómo nos hemos profesionalizado, hemos tenido que adaptarnos a horarios laborales, en los espacios públicos, institucionales y requerimos apoyo para el cuidado de las infancias”, subraya.

Antes no era bien visto que una mamá no se encargara de todo. Hoy es más común que las madres pidan ayuda y se apoyen en la colectividad, en redes de otras mujeres que también “maternan”.

De acuerdo con el Inegi la participación económica de las mujeres con hijos nacidos vivos que no hablan lengua indígena es de 42 por ciento frente a 28 por ciento de las que sí hablan una lengua indígena. Su baja participación económica tiene diversos determinantes sociales, aunque la crianza de los hijos la combinan con actividades económicas de autoconsumo.

“Tenemos que dejar de lado este estereotipo de que somos las mujeres las encargadas de educar. Ciertamente, como madres tenemos una mayor participación en la educación, pero si se trata de una pareja heterosexual, el papá también debe participar”, señala.

Para Collado Campos es necesario que desde el Estado se impulsen acciones como las licencias de paternidad, para que las parejas compartan las responsabilidades de tener un hijo recién nacido. También, que cuenten con permisos laborales para atender asuntos relacionados con la educación y la salud de los niños.

“Si un hijo se enferma, a la primera persona que llaman en la escuela es a la mamá. Es todavía una estructura que está muy arraigada. Es labor del Estado, desde los medios de comunicación cambiar estas representaciones que generan significantes y se convierten en prácticas. La crianza es un trabajo que tiene que ser realmente colectivo”, remarca.

Otro aspecto que se debe modificar es que en las escuelas y universidades dejen de ser mayoría las mujeres en profesiones vinculadas con la crianza de las infancias como por ejemplo, la pedagogía.

La experta universitaria también señala que un cambio generacional que se registra en quienes quieren ser madres es que ya no conforman necesariamente una familia nuclear. “Ahora hay quienes deciden maternar solas; es decir que para embarazarse no tienen que casarse o tener un marido”, agrega.

Estadísticas del Inegi señalan que 47 por ciento de las mayores de 15 años que son madres, hablen o no una lengua indígena, están casadas. Tres por ciento de las mujeres que hablan lengua indígena son madres solteras y entre las que no hablan lengua indígena se incrementa a seis por ciento.

Las madres indígenas en unión libre son 28 por ciento mientras que las que no hablan lengua indígena y están en unión libre, 22 por ciento.

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