La cultura arquitectónica frente al coronavirus

No hay una convocatoria dirigida a los arquitectos para construir sitios confortables, limpios, cómodos, de rápida ejecución, económicos para atender a los cientos de posibles pacientes que seguramente habrá, comenta Enrique Xavier de Anda Alanís, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM

La arquitectura es una disciplina polifacética y polivalente con diversos ángulos y diferentes facetas, definió Enrique Xavier de Anda Alanís, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

En términos elementales, añadió, provee de un lugar protegido para vivir en donde realizar las actividades sociales necesarias, y evitar que sus ocupantes estén en comunicación directa con el exterior: aire, viento, lluvia y sol.

La arquitectura también crea imagen, tiene un significado que registra mentalmente en el llamado el imaginario social, añadió el arquitecto. “A través de la arquitectura podemos entender, conocer y hacernos de ideas relacionadas con situaciones de la vida cotidiana; por ejemplo, de protección, de ayuda, de vivir en comunidad”.

Es también tarea importante de la arquitectura servir a la población pues es “una disciplina de ayuda, de servicio a la sociedad. Otras se avocan a una sola línea, pero la arquitectura, en algún momento de su devenir, está orientada a la creación de imágenes sociales o a ofrecer una posibilidad de ayuda y de servicio. Ahí es donde conectamos cultura arquitectónica y pandemia”.

En este momento, la arquitectura debería hacerse presente con una respuesta. Desafortunadamente, no contamos en este momento con una cultura arquitectónica articulada que puede ser motivada desde distintas esferas, consideró De Anda Alanís.

“La arquitectónica generada en la academia, en las escuelas, o por parte de quienes se organizan en los colegios de arquitectos y en el ámbito gubernamental desde donde se encarga la obra pública generan, van creando cultura arquitectónica”.

En diversas etapas del México moderno se hizo presente de manera importante la cultura arquitectónica alentada desde los círculos del gobierno.

“Un ejemplo es el vasconcelismo (1922-1923) cuando el ministro de Educación, José Vasconcelos, convocó a crear una arquitectura orientada a generar un orgullo nacional con la imagen de la Historia. Lo mismo la cultura arquitectónica generada en la etapa presidencial de Miguel Alemán, que buscó exaltar la imagen de la modernidad. Caso concreto, la Ciudad Universitaria”.

La cultura arquitectónica animada por el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) tiene una intención social, de servicio, con las unidades multifamiliares como Tlatelolco. El IMSS también construyó unidades habitacionales donde integraron clínicas médicas, instalaciones deportivas y de servicios y culturales como teatros. En ese periodo se exalta la cultura en museos, como el de Antropología e Historia unido al de Arte Moderno

En cuanto a la aplicación de la cultura arquitectónica en la coyuntura del coronavirus, el historiador planteó el escenario epidemiológico: número de contagios y su tendencia, posibilidades de detener la curva y las condiciones de la infraestructura hospitalaria necesaria para atender la emergencia: Con cuántos hospitales se cuenta, número de camas disponibles, y lamentó la omisión de “una convocatoria dirigida a los arquitectos para construir sitios confortables, limpios, cómodos, de rápida ejecución, económicos para atender a los cientos de posibles pacientes que seguramente habrá”.

No es un tema coyuntural, exclusivo de la pandemia, agregó, es un asunto relacionado con la cultura arquitectónica que se forma al paso de los años. En otro escenario, por ejemplo, el que deviene de los flujos de migración de Centroamérica ¿qué respuesta se ofrece a las personas para cubrir sus necesidades de alojamiento cobijo?, cuestionó De Anda Alanís.

Falta diseñar albergues transitorios para estas personas con lo que se garantizaría uno de sus derechos humanos. Aún más, ayudaría a dar respuesta a las migraciones del norte de África y a las que surgen en escenarios de guerra.

Las escuelas especializadas, en particular la Facultad de Arquitectura de la UNAM, indicó, “ha dado muestras en diversas ocasiones de su disposición para generar proyectos y ofrecer soluciones. Además, ahí se han elaborado proyectos que a mediano y largo plazos pueden ser utilizados para mitigar eventuales desastres, como sismos, tsunamis, inundaciones, desbordamiento de ríos, etcétera”.

No obstante, la arquitectura muchas veces no es convocada pese a que ofrece soluciones, que, como disciplina social, es su obligación. “No tengo que insistir en ello cuando se instalan puestos de apoyo para la población. Éstos consisten en unas carpas improvisadas y efímeras. Esa es una arquitectura de desecho, con una imagen que no representa confianza; el usuario no se siente guarecido ni protegido. La arquitectura tiene que dar la imagen de ayuda y de protección”.

Finalmente, el investigador consideró que es necesario aprender de situaciones como las que hoy se viven. “Las escuelas de arquitectura deben alentar el análisis sobre desastres y la capacidad de respuesta. Los gremios de arquitectos deben reflexionar y decir tenemos estas posibilidades de respuesta”. Esperemos que en las esferas de decisión se tomen las correctas y actúen, demandó De Anda Alanís.

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