La fotonovela en México, gran industria y universo de significados morales

Presentación virtual del libro Melodramas de papel… coordinado por Andrés Ríos Molina y Saydi Núñez Cetina

Foto: Francisco Parra.

Las fotonovelas constituyeron un vehículo esencial en la construcción, transmisión y reproducción cotidiana de un sistema de valores particular y propio de un México en proceso de crecimiento económico, modernización y urbanización descontrolada, confrontado con su tradición y conservadurismo religioso.

Estas publicaciones populares fueron pilar para la construcción de un nuevo universo sensible melodramático con el que millones de mexicanos aprendieron a mirar, interpretar, sentir y traducir la vida. Fueron, también, un fenómeno latinoamericano.

Así se dijo en la presentación virtual del libro Melodramas de papel. Historias de la fotonovela en México (UNAM, 2021), coordinado por Andrés Ríos Molina y Saydi Núñez Cetina.

Estela Roselló Soberón, del Instituto de investigaciones Históricas (IIH), refirió que el libro tiene nueve capítulos, fantásticos por la calidad de su escritura, investigación, estructura, análisis e información histórica, y porque a partir del análisis de la diversidad temática, personajes y problemas que dieron vida a las fotonovelas, los autores reconstruyen el mundo que coexistía de manera cotidiana con los hombres, mujeres, homosexuales, niños, jóvenes y ancianos de carne y hueso que habitaron entre los años 70 y mediados de los 80 del siglo pasado, lo que entonces se conocía como DF.

Nutridos por las metodologías de la historia cultural, la antropología histórica, la historia social del arte, la sociología, la psicología de masas, entre otras disciplinas, los autores lograron construir de manera colectiva una visión muy clara y atractiva del universo de significados culturales que dieron sentido a los roles de género, al bien y al mal, a la justica e injusticia, la pobreza y riqueza, la experiencia del erotismo y la sexualidad, al amor y al desamor, a la infancia y la familia, la pareja, la violencia, la delincuencia, el gozo y el sufrimiento en el México de esas décadas.

En tanto, Benito Taibo, director de Radio UNAM, recalcó que las fotonovelas estaban creadas a partir de la lógica de ganar dinero; “no había dominación ideológica, ni ningún sesgo”.

Dos grandes elogios al libro son que los autores “no se pasaron de doctos, no están hablando con sus pares” y eso se agradece inmensamente. Está muy bien escrito y fue trabajado para darle cierta uniformidad; “soy muy feliz cuando un ensayo puede leerse como una novela. Estoy convencido de que sin literatura no hay historia”.

Melodramas de papel… contiene el más concienzudo análisis de un medio único en el mundo, y ahonda en lo más profundo de la entraña de nuestro imaginario colectivo, y “por lo tanto, lo celebro”, dijo el poeta y novelista.

José Antonio Maya González, autor y académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), invitó a los lectores a acercarse a este libro inédito en la historiografía mexicana. “Este es un trabajo en colectivo y es una muestra elocuente de que es posible trabajar conjuntando distintas generaciones de investigadores”.

La obra reúne no sólo a escritores e investigadores consagrados dentro de la historia social y cultural, sino las experiencias de trabajo de otros, en formación. Pero cuando se lee, no se pueden percibir las distancias entre unos y otros porque hay una escritura uniforme que de alguna manera se subsanó con un trabajo colectivo a partir de la creación de un seminario sobre historia de las fotonovelas.

Andrés Ríos Molina, académico del IIH, expresó que la de las fotonovelas fue una gran industria editorial, de millones de ejemplares publicados desde mediados de los años 60 y hasta inicios de los 90, importante para la cultura de masas.

Fueron un objeto de consumo cotidiano para millones de familias, publicaciones para consumirse en el tiempo libre, para el transporte público. “Nos acercamos a lecturas aparentemente inocentes y divertidas, pero encontramos fenómenos como racismo, machismo, sexismo, religiosidad, idealización de los héroes nacionales y una pedagogía de las emociones, donde se enseña al lector cómo amar y odiar”.

Saydi Núñez Cetina, de la UAM, compartió que se enfrentaron desafíos para conformar un grupo de investigadores y estudiantes de la licenciatura en Historia de la UNAM, quienes se incorporaron al trabajo en equipo. Además, relató, nos confrontamos a un universo de fotonovelas (alrededor de 600 títulos) de diversos temas: románticas, eróticas, de nota roja, misterio, para niños, etcétera. Fue en la medida en que se socializaron experiencias que se pudo organizar y estructurar el texto, darle orden.

Mencionó que las fotonovelas fueron tomando un tinte “rojo” en la medida que avanzaban los años; fueron diferentes en los años 60, 70 y 80, década esta última donde tienden a desaparecer por la masificación de la televisión. La violencia contra las mujeres se exhibía y se vendía como pan caliente. “Los melodramas muestran una realidad que se identifica con el público y de ahí viene su éxito”.

Muchas de las fotonovelas fueron vendidas en Estados Unidos y copiadas en el sur del continente. Fue un fenómeno sensacional que tuvo sus escenarios más importantes en México, pero también en Latinoamérica, finalizó.

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