La huella ecológica, clave para descifrar el efecto de las actividades humanas en el planeta

El 6 por ciento de la extracción petrolera mundial se destina a la elaboración de plásticos. ¿Y cuáles son las repercusiones que tiene este material derivado del petróleo en la vida diaria de los organismos?

Los autores de Siguiendo la huella. El impacto de las actividades humanas*  elaboraron una definición de la “huella ecológica”, un concepto que permite comprender algunas actividades humanas que impactan el medio ambiente: “la huella ecológica sirve para advertir qué tan insustentables son las actividades humanas conforme se modifican los patrones de consumo, el comportamiento de los individuos y las tecnologías”.

De acuerdo con dos de las autoras, Imaz y González Vivanco, la idea de presentar este método bajo el concepto de huellas (carbón, hídrica, ecológica) tiene por objeto comunicar de manera sencilla a públicos amplios el impacto que tienen sus actividades cotidianas en el entorno ecología, así como en los recursos hídricos y los efectos de las emisiones de carbón que generan dichas actividades.

Desde la academia, no solo de México sino de toda la comunidad internacional, se percibía una dificultad para hacer del conocimiento de la gente que sus actividades cotidianas tienen un impacto en la naturaleza.

Más tarde, esa necesidad derivó en una separación, por ejemplo, el agua (la huella hídrica, que apunta a cómo se usa el agua, para qué fines) tanto como individuos, como comunidades, países o a escala planetaria.

Se utilizan los referentes, agua y energía (huella de carbón), debido a que son clave en la vida cotidiana. Sin agua ni energía la sociedad se estanca. Además, pueden compartirse las huellas con diferentes procesos. El que una persona consuma carne de res impacta la huella hídrica, pero también de carbón porque las vacas generan emisiones de gas metano, por ejemplo, lo cual impacta al ambiente.

La utilidad de la huella, comentaron las autoras, es que se puede colocar a escala individual. De ese modo la gente conocerá sus huellas de carbono y la hídrica y realizar diversas acciones para reducirla con otra dimensión. Se le entrega una herramienta para actuar y cambiar su consumo de agua y energía.

En cuanto a los cálculos por país, las estudiosas refirieron que este tipo de medición muestra que no todos los países tienen la misma responsabilidad en la emisión de contaminantes.

Estados Unidos y China ocupan los primeros lugares en emisiones, pero India que también cuenta con una población numerosa, no emite de la misma manera que los primeros. Sus emisiones son menos cuantiosas debido a que el consumo en la India es reducido y diferente. Por ejemplo, la población no come carne de res, lo cual modifica su huella.

Por lo que se refiere a México, Imaz y González comentaron que en el país se usan los cálculos de la información global en producción de ganado, de vehículos rodando y consumos de gasolina y de otros insumos de origen petrolero, si bien al hacer esos cálculos de varios dígitos, el grado de incertidumbre se amplía para medir la huella ecológica de un país.

No obstante, es útil para comparar la huella entre países. Así puede establecerse que ciertos países podrían suspender de inmediato su quema de combustible fósiles y disminuir su huella de carbono, pero eso no tendría mayor impacto a nivel global.

Debe tenerse en cuenta que el asunto no es problema de una sociedad o de un país. Es un problema mundial y si no se entiende y atiende de manera global, difícilmente podrá cambiarse el curso de este problema, sobre todo el calentamiento del orbe.

México ocupa el lugar 12 de los 20 países que en el plano mundial reportan más emisiones, pero en términos per cápita ocupa el lugar 17, pues, aunque la población es numerosa, su consumo no es elevado como la estadounidense.

Finalmente, las autoras señalaron que el petróleo debería permanecer en el subsuelo, “donde está. Todo lo que se produce con combustibles fósiles a corto o mediano plazo representa un problema ambiental”.

*México, 2015, UNAM/Siglo XXI Editores. Mireya Imaz Gispert, Marjory González Vivanco, Dalia Ayala Islas, Ana Beristaín Aguirre, Gian Carlo Delgado Ramos, Carlos García Bustamante, Cynthia Armendáriz Arnez, Omar Massera Ceruti.

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