La indiferencia nos hace incapaces de sentir empatía

Con ella, suelen sobrevenir la soledad, la inestabilidad en los planos social y laboral, la imposibilidad de hacer relaciones duraderas, así como depresión

La indiferencia puede definirse como la falta de interés y de participación emotiva, la indiferencia afectiva es la ausencia de sentimiento; se presenta como una carencia de expresión de las emociones. La falta de emotividad o inhibición de los afectos, conocida también como aplanamiento, hace referencia a un fenómeno psicopatológico en el que el individuo presenta dificultad o incapacidad para experimentar sentimientos y emociones, así como para expresarlas en su entorno social.

Cuando una persona se muestra indiferente, comunica un estado de apatía (la falta de emoción, motivación o entusiasmo); es decir, no responde ni frío, ni caliente. Desde el punto de vista moral, se puede considerar a la indiferencia como un valor opuesto a la empatía; nos hace inmunes al dolor ajeno, y nos despoja del más básico sentimiento.

Causas

  • Falta de implicación emocional. Ante diversas circunstancias, algunas personas no perciben una conexión afectiva relevante y prefieren mantener la distancia.
  • Necesidad de protegerse. Hay personas que prefieren no amar, para evitar ser heridos; eligen distanciarse emocionalmente y usan la indiferencia como escudo. Temen al compromiso o no quieren sostener ataduras emocionales, casi siempre porque han vivido experiencias traumáticas de abandono y evitan volver a experimentar ese dolor.
  • Arma de manipulación. En algunos casos, sobre todo en las relaciones de pareja, la indiferencia se convierte en un arma de manipulación emocional. Cuando una persona sabe que la otra le ama lo suficiente como para ceder a sus deseos o demandas, puede asumir una actitud indiferente para ejercer mayor control y lograr sus objetivos. En tales casos, se utiliza como un instrumento de castigo.
  • Necesidad de espacio. Hay personas que, por su naturaleza, son más distantes emocionalmente, no expresan con facilidad sus sentimientos y prefieren mantener su distancia. En otros casos, la persona simplemente atraviesa un periodo de vida en el que necesita más espacio, como puede ser en la adolescencia o después de una ruptura de pareja. Así, las personas pueden utilizar la indiferencia para proteger su espacio.
  • Autonegación. Alguien puede asumir una actitud indiferente cuando identifica en otra persona algo que reconoce en sí misma, pero que no quiere aceptar. Por ejemplo, alguien que ha escalado algunos escaños sociales puede mostrarse indiferente ante personas de un grupo social que le recuerda su pasado. En estos casos, sirve de coraza protectora para que su nuevo «yo» idealizado no sufra conflictos.
  • Deseo de causar daño. Hay personas que, conscientes de que todavía ejercen poder emocional sobre alguien e influidos por el rencor, utilizan la indiferencia para causarle daño. En estos casos la indiferencia sirve de arma de venganza para lastimar al otro allí donde es vulnerable.

Características

Desde el punto de vista psicológico, la indiferencia afectiva se caracteriza por presentarse en tres esferas: a) la volitiva (la voluntad), b) la cognoscitiva (inteligencia) y c) la afectiva, que incluye los sentimientos, las emociones, el ánimo y los afectos.

La indiferencia hace que la persona sea incapaz de sentir empatía, esa emoción que nos conecta con los otros, al permitirnos experimentar su dolor como propio. Cuando se manifiesta la indiferencia afectiva, suelen sobrevenir la soledad, la inestabilidad en los planos social y laboral, la imposibilidad de hacer relaciones duraderas y, frecuentemente, la depresión.

Importancia

Expresarla puede ser positivo y conveniente cuando, en lugar de operar a partir del miedo, el dolor o la angustia, se recurre conscientemente a ella como medida de control y supervivencia ante determinadas situaciones contrarias o adversas, de forma que nos permita el espacio necesario para tomar una mejor decisión, de forma inteligente.

Así, la activación de la indiferencia, sin la intención de lastimar los sentimientos ni las emociones de otra persona, sino como un mecanismo que permita ganar cierta ventaja ante situaciones extremas o contrarias, resultará benéfico. Puede utilizarse para enfriar la mente y, ante una situación de amenaza, permitirse tomar buenas decisiones.

Todos estamos expuestos a hallarnos ante situaciones incómodas o amenazantes. Nuestras experiencias, sentimientos y emociones, tanto positivas como negativas, juegan un papel preponderante. Adoptar la postura de indiferencia a la inversa nos dará en ese preciso instante la oportunidad de activar la atención y confiar en nuestros instintos de supervivencia, para saber cuál es la mejor decisión que deberemos tomar.

¿Qué hacer cuando se sufre de ella?

  • Ten presentes las fechas especiales para ti y para los demás.
  • Centra tu tiempo y tu atención en otras personas de tu interés, entorno y aprecio.
  • Respeta el tiempo que compartes con otra persona, no te distraigas, por ejemplo, con el celular.
  • Recuerda que serás tratada o tratado como tú tratas a los demás.

¿En qué momento acudir a un profesional?

Si una persona experimenta un nivel alto de indiferencia, conviene que sea tratada a nivel terapéutico, para que pueda desarrollar empatía hacia los demás y acceder a una mejor calidad de vida. La indiferencia o apatía puede tornarse patológica: constituye un síntoma de algunos trastornos de la personalidad. Sin embargo, por sí sola, no se relaciona con ninguno. Por esa razón puede ser una buena opción acudir a terapia.

Puede trascender hasta un embotamiento emocional y aplanamiento afectivo; en ambos casos, convendrá acudir a psicoterapia, orientada a permitir internalizar a nivel inconsciente las razones por las que es importante que se establezcan y desarrollen relaciones afectivas.

Referentes culturales

También podría gustarte