La medicina, ciencia de certidumbre y arte de la probabilidad

Las universidades han abandonado un poco la parte de las humanidades por la técnica: Mónica Osio Saldaña

En los últimos años, la formación de los médicos desde el punto de vista humanístico ha dejado mucho que desear. Las universidades han abandonado un poco la parte de las humanidades por la técnica. Parece que se nos olvida que la enseñanza de estos profesionales de la salud también tiene que ver en gran parte con disciplinas académicas relacionadas con la cultura humana, indicó Mónica Osio Saldaña, egresada de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

La especialista en medicina paliativa y dolor destacó que el de los cuidados paliativos es un tema interesante del que se opina mucho y se conoce poco. Es común hablar de la sedación, de la calidad de vida y de muerte; sin embargo, “cuando los médicos tienen que enfrentar estas situaciones con la familia surgen distintos imaginarios”.

En su conferencia, La sedación paliativa desde la perspectiva del personal médico, la integrante del Seminario de Estudios de la Globalidad de la FM señaló que el problema con los imaginarios es que “nos falta generosidad para hablar de este tema, además de unidad para reconocer que muchas veces aquello que conozco, intuyo o creo, no es precisamente el todo, ni la realidad”.

En el encuentro académico híbrido, transmitido desde el Aula Alejandro Rossi del Instituto de Investigaciones Filosóficas, la especialista precisó que aun cuando pareciera cierta y conocida, “pocas veces tenemos en cuenta que la medicina no es una ciencia exacta, sino una de certidumbre y un arte de la probabilidad. Es decir, lo que vamos a ofrecer son desenlaces probabilísticos en los que existe la incertidumbre”.

La medicina ofrece el conocimiento científico acerca de un proceso de salud-enfermedad, aunque es el propio paciente quien en realidad proporciona 50 por ciento de ese entendimiento: cómo son sus síntomas, vivencias, estilo de vida y de afrontamiento; con qué recursos cuenta para hacer frente a dicho proceso de salud-enfermedad, y cuáles son los vínculos más cercanos o importantes de que dispone o tiene a la mano.

Señaló que si el médico no escuchó ese otro 50 por ciento con empatía y no fomentó el autoconocimiento del enfermo para explorar estas vivencias, “difícilmente entenderá el proceso salud-enfermedad del paciente, porque sólo se queda con una parte técnica básica que no le será de utilidad para resolver sus verdaderas necesidades y las de su familia”.

Ante ello, precisó, también tiene que admitirse que los médicos deben ser éticos y reconocer cuáles son sus valores y virtudes, y cuáles las del paciente. El médico debe hacer un traje a la medida de éste, “aunque vaya en contra de lo que yo consideraría importante”.

Reconoció que desde la Facultad es poca la formación en bioética que se proporciona a los estudiantes de medicina, y muy teórica. Cuando se pretende aterrizarla en una situación de urgencia verdadera, momento en que se requiere una respuesta en menos de 10 minutos, y en la que debe hacerse todo este análisis de síntomas, de vivencia, de vínculos en un paciente que, además, no es autónomo, “el asunto se puede volver bastante complejo”.

Recalcó que cuando se opina de cuidados paliativos, también debemos hacer referencia a un tema del que se habla mucho y se conoce poco, “porque consideramos que son exclusivos para las personas en la etapa final de la vida; sin embargo, es un enfoque que se aplica a pacientes no curables que podrían vivir muchos años con una enfermedad, y a los que hay que ofrecer una mejor calidad de vida durante el tiempo que vayan a vivir”.

No se trata de adelantar ni de posponer el proceso de muerte, sino de acompañar al enfermo cuya expectativa de vida ya no es la curación, y tendrá mayor interés o alcance conforme la enfermedad es más grave e incapacitante, aclaró.

Dijo que en el mundo real afrontar los cuidados paliativos implica cuidar en forma activa y continua a un paciente cuando su expectativa no es y no será su curación, sino el deterioro y la progresión de la enfermedad. “Hablar de ello es hacer referencia a una medicina centrada en las necesidades particulares de cada paciente, en la que reconocemos que cada uno de ellos es único”.

Por otra parte, expuso que la sedación paliativa es una de las herramientas normadas que poca gente del área médica conoce. Se utiliza en pacientes terminales con el propósito de disminuir un estado de conciencia por medio de la aplicación de un medicamento en cantidad necesaria para evitar el sufrimiento.

Es un proceso que va coordinado y acompañado por el equipo de salud y que tampoco tiene el propósito de adelantar la muerte o prolongar la vida del paciente, sólo desconectar la parte consciente para que no sufra ante un síntoma que la medicina no puede controlar de ninguna otra forma.

Esta condición puede durar entre 48 y 96 horas. Tampoco acelera el proceso de muerte, pero cambia mucho la percepción de quienes acompañan al enfermo que está muriendo. La obligación de los médicos es trabajar con el paciente durante el proceso dolor-enfermedad, pero también en la muerte, que esté en las mejores condiciones posibles para que tenga tranquilidad, “también con una responsabilidad ética y legal, que nos obliga a hacer partícipes en todas estas decisiones al paciente y su familia”.

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