La monstruosidad en la literatura mexicana, metáfora de los límites

Yuri Herrera, profesor de la Universidad de Tulane, habló de claroscuros y espacios temibles, del monstruo que puede hallarse en cada texto

Foto: Cátedra Carlos Fuentes.

La monstruosidad como criterio para entender la narrativa mexicana de los siglos XX y XXI fue el tema que abordó el escritor Yuri Herrera durante la conferencia de clausura del diplomado Encuentros y Desencuentros de la Lengua Española y de las Literaturas Hispánicas, en la que el también profesor de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, dijo que este concepto permite “cuestionar las convenciones del canon literario de México”.

Monstruosidad en la Literatura Mexicana Contemporánea fue el título de la charla del autor para quien la literatura es crear sentido frente al vacío, la inmensidad, la muerte y la ausencia. En su opinión, alguien monstruoso es quien se diferencia o distancia de las normas de su tiempo, un individuo que es inaceptable en su momento o que dice cosas incomprensibles.

Autor de tres novelas y una obra que ha sido traducida a más de 10 idiomas, comentó que una manera de acercarse a la literatura es preguntándose quién es el monstruo en cada texto y por qué ha aparecido, además de plantearnos qué nos revela acerca de nosotros mismos. Es en el claroscuro que surgen los monstruos, en el agotamiento de las normas con las que hemos estado conviviendo. “En estas circunstancias surgen nuevos lenguajes, espacios sin asideros, nuevas prácticas en un espacio temible y lleno de posibilidades”.

Se refirió a las siete tesis en torno a los monstruos y la monstruosidad que Jeffrey Jerome Cohen expone en su libro Monster theory. Entre las ideas están: “El cuerpo monstruoso es una construcción cultural en la que se expresan nuestras obsesiones; el monstruo siempre escapa al sentido y la coherencia; es el presagio de la crisis de categorías; indica una ruptura; existe fuera de lo concebible y lo ordenado; es el que vigila las puertas de lo visible y nos descubre cuáles territorios están para ser explorados de manera violenta; el miedo que nos provoca es una de las formas del deseo, un espacio donde nuestras fantasías son realizables; señala lo que está por venir”.

Precisó que el monstruo puede ser un personaje, una situación, un lugar o una práctica. Al referirse a cómo en la literatura mexicana se expresa la monstruosidad, dijo que se representa como una metáfora de nuestras limitaciones. Enseguida ofreció varios ejemplos, entre ellos el libro infantil de Carmen Leñero en dos volúmenes Monstruos mexicanos, donde la autora retoma mitos, leyendas y relatos orales sobre monstruos para explicarnos desastres, buenas fortunas o personajes que son peligrosos para la comunidad.

Reconoció como una de las escritoras más importantes a Nellie Campobello, quien en su novela Cartucho nos ofrece pasajes en donde expresa con una increíble ternura lo que fue la Revolución mexicana. Para él, la narradora puso en un nivel de intimidad hechos sangrientos gracias a los monstruos que creó.

También citó a Amparo Dávila, “un secreto a voces por décadas y apreciada recientemente en su justa medida”, quien en su relato El huésped deja entrever al monstruo como parte de nuestra normalidad y vida doméstica, “un ser al que no debemos alimentar, sino dejar morir de hambre”.

Más adelante aseveró que El libro vacío, de Josefina Vicens, es una de las mejores novelas del siglo XX, donde la monstruosidad se personifica en la impotencia de vivir en un mundo dominado por los hombres. Habló de cómo el canon de la literatura mexicana se fue fisurando lentamente con la aparición de obras de escritoras como María Elvira Bermúdez y Rosa María Roffiel, así como de novelistas como Rafael Bernal, Carlos Montemayor, Luis Zapata y Alberto Chimal.

“Los monstruos en la literatura mexicana son seres con cuerpos perturbadores, no humanos. Son metáforas de nuestras obsesiones y de los temores que tenemos, los que de algún modo literalizamos. Los monstruos creados son personajes que, aun cuando conservan rasgos humanos, representan nuestros límites, lo temido, los espacios por explorar.” Desde su perspectiva, el monstruo más importante de nuestra cultura, y que se sigue manifestando de distintas maneras, es el de nuestras culturas originarias. “No leemos literatura en lenguas originarias, y es así por una ignorancia deliberada y sistemática producida desde el Estado y reproducida por las editoriales y los medios de comunicación”, concluyó.

El diplomado fue organizado por la Cátedra Extraordinaria Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana y el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España como parte del Programa México 500. La charla se puede ver en la página www.facebook.com/CatedraCarlosFuentesUNAM.

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