Los Nobel de la Paz, contra los actos de barbarie sexual
La mujer, centro de la violencia
Denis Mukwege y Nadia Murad buscan poner fin a dichas prácticas como armas de guerra
“¿Contra quién van todos esos ejércitos, destacamentos y frentes, esas hordas, cohortes y mesnadas tan numerosas y que llevan tantos años luchando?…¿acaso guía a estos hombres alguna especie de antifeminismo zoológico?”, escribió el periodista Ryszard Kapuscinski, en su libro Ébano, sobre África.
De ahí, de El Congo, es originario el ginecólogo Denis Mukwege, anunciado Premio Nobel de la Paz 2018, donde tras 15 años de violencia han muerto más de seis millones de personas y han sido asaltadas sexualmente más de medio millón de mujeres, “desde bebés hasta ancianas, a quienes les han destruido sus genitales con productos químicos, con plástico hirviendo o disparándoles”, según el galardonado.
Los datos de agencias informativas revelan que decenas de miles de mujeres han pasado por el Hospital de Panzi, en Bukavu, Kivu meridional, donde labora este médico de pelo plata ensortijado, especializado en la reparación de la fístula obstétrica.
“Como lo refirió el propio comité noruego que otorga el galardón: el premio se concede en función de los esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra. En este caso, la distinción se le otorga a dos luchadores en favor de los derechos humanos, pero simbólicamente también a los millones de víctimas que ha dejado el extremismo”, comentó Eduardo Rosales Herrera, internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Nadia
El obstetra africano comparte el premio con Nadia Murad, activista iraquí de origen yazidí de 25 años, otrora esclava del grupo yihadista Estado Islámico, quien escribió un libro “para que el mundo sepa lo que siente una chica de 19 años cuando la violan cada día distintos hombres”.
“Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos cometidos contra ella y otras. Ha demostrado un valor extraordinario al relatar sus propios sufrimientos y hablar en nombre de otras víctimas”, argumentó el citado comité.
Rosales Herrera mencionó que este premio tiene el tácito propósito de condenar los actos de barbarie contra las mujeres víctimas de la violencia sexual pero también es un mensaje de abierto rechazo a la misoginia y discriminación contra las mujeres. “Como las que realizan grupos y personajes como el controvertido Donald Trump. Asimismo, es una expresión de apoyo a movimientos como #MeToo que denuncian agresión y acoso sexual contra las mujeres”, subrayó.
Hay que tener presente, agregó, que el Nobel de la Paz tiene varios propósitos, entre los que se destacan el reconocer esfuerzos y logros, así como también alentar ciertas ideas, personas y organizaciones comprometidas con la armonía, diálogo, concertación y concordia entre las naciones, y con el bien de la sociedad.
Es de destacarse, finalizó Eduardo Rosales, que el galardón este año también reivindica la labor del Comité Noruego del Nobel toda vez que años atrás, “los criterios para su otorgamiento habían sido muy cuestionados por llevar implícitos inclinaciones políticas o ideológicas, lo que para muchos desvirtuaba el sentido original de la idea de este reconocimiento”.