La paloma y el lobo, una visión de las consecuencias de la violencia

La cinta participa en la sección Ahora México del décimo Festival Internacional de Cine UNAM, será la primera ocasión que se proyecte en la Ciudad de México.

A partir del 5 de marzo 13 películas mexicanas pelearán por el Puma de Plata, premio que otorga el Festival Internacional de Cine UNAM a la mejor película de su competencia mexicana.

Dentro de las seleccionadas en Ahora México, una de las cintas destaca por su éxito internacional y extracción universitaria: La paloma y el lobo (2019), cinta producida por la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) que participó el año pasado en el Festival de Locarno, donde obtuvo el premio Swatch Art Peace Hotel y, posteriormente, se impuso en la competencia mexicana del más reciente Cabos International Film Festival.

Para Carlos Lenin, director del largometraje, los galardones obtenidos por el proyecto son un reconocimiento para todo el equipo involucrado en la filmación, además de que las presentaciones en festivales especializados les ayudaron a procesar de mejor manera lo plasmado en pantalla, “significa empezar a construir nuestra mirada como cineastas”, aseguró.

Así recordó su paso por Locarno: “la experiencia fue muy bella porque todo el tiempo dialogabas con los espectadores, los críticos y el equipo de programación del festival, hay un diálogo constante, nos hizo sentir bienvenidos y valorar de otra perspectiva nuestra película, marcando un poco de distancia, además de dialogar con las otras propuestas cinematográficas que estaban ahí”.

La ENAC detalla en su sitio web que La paloma y el lobo sucede “en un barrio popular rodeado por industrias abandonadas, Carlos y Paloma han olvidado cómo quererse. Entre la nostalgia y la melancolía por las promesas de un futuro que quizá no les pertenece, lucharán por recuperar el amor que se ha diluido.”

El realizador nativo de Linares, Nuevo León, explicó en entrevista para Gaceta UNAM que las experiencias vividas en su ciudad natal ayudaron a conformar la estructura del proyecto, y buscó junto con Diego Tenorio, fotógrafo del largometraje, la manera en que los paisajes del lugar dieran forma a la estética del metraje, una intención que había mostrado en sus cortometrajes previos.

“Mi tesis era la historia de un reencuentro de amigos, que sucede en el pueblo que yo crecí, Linares, Nuevo León, con las implicaciones propias del carácter de la gente que vive ahí. Realmente hablo de mí. Me interesa abordar este tipo de relatos, estas historias mínimas, en el caso de mi tesis: la amistad, además de cómo el tiempo termina por diluir ese vínculo, lo cual no está mal. Es una regla natural. La película era una carta de despedida al Carlos de esos tiempos y lugares, que son parte mía.

“Por eso que llegué en La paloma y el lobo a este relato en específico, una historia de amor que sucede en esos paisajes donde crecí. Parte de situaciones que mis personajes viven en la película y que no me son ajenas, para bien o para mal conforman quién soy hoy”, precisó Lenin y añadió: “me interesa compartir, como aspirante autor cinematográfico, las experiencias que viví en mi tierra, las situaciones y sensaciones que he vivido”, afirmó y agregó:

“Fue una vereda que creamos, un camino que decidimos andar y que nos llevó al relato. Tiene resonancias con mi vida, porque estoy hablando de mi región y experiencias. Me corresponde contar estas historias y permitir que la forma cinematográfica emane de estos espacios y lugares, no sólo limitarme a contar lo pasado. Como cineasta tercermundista latinoamericano debo intentar que la forma transforme el relato, hay que apropiarla desde la región, desde lo vivido.

“Siendo de Linares, y orgulloso de ello, me parece importante que, al asumir nuestros privilegios como cineastas, nos esforcemos para crear las condiciones específicas de producción que permitan emerger a nuevos cineastas de distintas latitudes. Cineastas de Nuevo León, Tamaulipas, Sonora, Oaxaca, Michoacán, Guerrero y que cuenten sus experiencias. Son miradas y espejos que nos perdemos como espectadores, si no hay diálogo con las distintas realidades que componen la multiculturalidad mexicana, va a ser difícil que avancemos, no sólo como artistas, sino como sociedad”, recalcó el realizador emanado de la ENAC.

Esta decisión llevó a que el equipo de La paloma y el lobo abordara la violencia que se vive en el país como un personaje más dentro de la trama, nunca de manera explícita porque sus consecuencias son palpables a lo largo de su duración. “Queremos que la violencia sea entendida como un personaje, una atmósfera permanente que envuelve todo. No es un golpe, un chisguete de sangre o una cicatriz. No me interesa mostrar eso”, comentó Lenin.

La película de la ENAC se distingue así de otras ficciones sobre el narcotráfico que han llegado a la pantalla chica y grande en los últimos años, dedicadas a mostrar sólo una parte del fenómeno. Los sucesos observados por Lenin en su tierra natal le impiden seguir el mismo camino.

“Tener de frente todo el tiempo las consecuencias y la brutalidad a la vuelta de la esquina, es una circunstancia muy difícil, creo que como cineasta sería un error limitarme a sólo contar lo que ha pasado, a retratar la violencia explícita y decir: esto pasa. Tengo que compartir mis miedos más profundos, las sensaciones encima mío, que me han envuelto durante años y cada que regresó a casa”, mencionó.

“No me parece que estas películas (las dedicadas al entretenimiento), me representen. No me parecía que tuviesen claro el punto de vista del relato, más allá de que fueran buenas o malas. Yo traté de ser lo más honesto con mi película y, como equipo, intentamos posicionarnos frente a la violencia”, añadió.

Lenin espera que a futuro el cine mexicano siga explorando las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico iniciada durante el mandato de Felipe Calderón, así como las razones por las que el tejido social se desgarró hasta el punto de que nos encontramos actualmente, ensimismados por la violencia cotidiana, sumidos en la insensibilidad, justo como el protagonista de La paloma y el lobo.

“Se ha hecho mucho cine alrededor de esto, pero no sé si las imágenes han logrado profundizar en las consecuencias de la violencia. En el tiempo y cómo andamos por ahí caminando por vida como seres incompletos, incapaces de sentir. A eso hay que sumarle todas las implicaciones que hay, hablando de mi género, de lo que significa ser hombre en México, criado y construido con conceptos violentos, arcaicos. Somos una sociedad violentada por las reglas económicas, políticas y sexuales, además tenemos que cargar con una autocensura permanente, lidiar con el miedo a hablar, a decir las cosas. Se nos educa como si no mereciéramos decir las cosas, hay que cuestionarnos eso desde el miedo y no de las imágenes violentas”, finalizó.

Funciones

Sala Julio Bracho | 12 de marzo de 2020 | 15:00
La Casa del Cine Mx | 14 de marzo de 2020 | 18:00
Cine Tonalá Roma | 15 de marzo de 2020 | 16:00

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