La procrastinación, carga que se alarga y pesa más

Puede afectar la autoestima y confianza de las personas, alerta la psicóloga María Martina Jurado

Dejar de hacer o aplazar las actividades y responsabilidades para otro momento puede convertirse en un hábito que si se vuelve crónico afecta la autoestima y la confianza de las personas, alertó María Martina Jurado Baizabal, profesora de la Facultad de Psicología.

También disminuye considerablemente la capacidad de sentirse eficaces; además, esta decisión, que es voluntaria, en algunos casos se vincula con trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad, indicó.

En algunos otros, se asocia al perfeccionismo, es decir, personas que quieren hacer tan bien sus tareas que nunca las terminan y al final fallan en la entrega en el tiempo establecido, apuntó la especialista.

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La también académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina explicó que en algún momento todos “hemos practicado la procrastinación, es decir, aplazamos voluntariamente nuestros deberes y posponemos responsabilidades, decisiones o tareas pensando que podemos hacerlas después, pero en realidad se demoran por un tiempo que no es conveniente”.

Entonces, dejar todo hasta el último momento, o incluso a veces abandonarlo o no hacerlo, nos ocasiona problemas y esto es muy común en cualquier ámbito: laboral, escolar, en la vida cotidiana, “en todos lados podemos encontrar personas que dejan hasta el último momento tareas que deben tener una entrega en un tiempo establecido”, mencionó.

¿Quiénes lo hacen?

Quienes procrastinan generalmente no son capaces de organizar adecuadamente su tiempo. “Por ejemplo, si pensamos en los alumnos siempre dicen tengo mucha tarea y la realidad es que no se organizan y no consideran los plazos requeridos para cumplir satisfactoriamente con todos sus deberes”, señaló.

Esos individuos, prosiguió, tampoco pueden empatar sus tareas con los tiempos que se tienen y no establecen prioridades entre una actividad y otra; finalmente no alcanzan las metas fijadas. Siempre anteponen una justificación a esta tendencia, ya sea porque aseguran que no les alcanza el tiempo o las tareas son muy difíciles de hacer.

No obstante, cuando ya se pasó el lapso fijado para entregar o cumplir con sus obligaciones se van conformando. Con el paso de los días, esta tendencia se puede volver crónica y es entonces cuando la gente se predispone al fracaso antes de cumplir con una obligación o tarea, enfatizó.

Hay quienes dicen que procrastinan porque prefieren hacer otro tipo de cosas que les son más agradables, sobre todo si hay una recompensa positiva e inmediata. Por ejemplo, si un estudiante debe hacer su tarea y hay un videojuego a un lado, se pone a jugar y deja sus deberes escolares, advirtió.

Entonces no hay una conciencia de que esta práctica, a mediano y largo plazos, produce mayores problemas, resumió la académica universitaria.

El primer paso es organizar bien el tiempo, porque de este modo, todo se puede hacer. Si alguien gestiona bien sus actividades tendrá tiempo para la recreación, el descanso, las obligaciones, las tareas, convivir con la familia y los amigos.

Además, las personas deben ponerse metas muy precisas que quieran alcanzar y determinar los pasos para lograrlo, es decir, es recomendable tener un calendario de actividades donde se asignen claramente las prioridades en las tareas y fechas de entrega.

Otra estrategia puede ser automonitorearse, es decir, revisar qué se hace cada día. Se recomienda anotar las actividades diarias que se deberán cubrir durante el día, señalar las que sí se hicieron y las que no, para que al día siguiente esto sea parte del listado de pendientes.

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