La protesta feminista, estético-política

El feminismo ha intervenido con mayor fuerza monumentos. Diversas organizaciones y colectivos han dado argumentos de esa irrupción de las mujeres en el espacio público, la cual han convertido en un laboratorio de la mirada, señala Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género.

Más allá de la protesta, la visualización y la interpretación, ¿qué significan las intervenciones de grupos feministas en monumentos, inmuebles o efigies? Son una exigencia visual, hacer visible que, al alterar el resguardo de la memoria, se reconozca la violencia a la que están sometidas las mujeres.

Así lo explicó Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, y aseguró que estas protestas son también intervenciones estético-políticas.

“Desde 2016, el feminismo ha intervenido con mayor fuerza monumentos. Diversas organizaciones y colectivos han dado argumentos de esa irrupción de las mujeres en el espacio público, la cual han convertido en un laboratorio de la mirada, como esa especie de panteón vertical que hicieron sobre la cerca en el perímetro de Palacio Nacional.”

La también profesora de la Facultad de Filosofía y Letras dijo que en esto “hay muchos puntos de luz”, y es el feminismo el que abre la mirada a estas perspectivas: la visión no está en la retina sino en interpretar, y hay que problematizar estas relaciones de poder.

“Vamos a ver cómo las feministas en el espacio público construyen regímenes de visibilidad, construyen contrarrelatos, relatos alternativos que surgen del desplazamiento de la mirada y la creación de nuevas visiones”, afirmó.

Foto: cortesía de Marisa Belausteguigoitia.

Provocación estética

Al participar en la Cátedra Madero, promovida por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y el Instituto Nacional Electoral, Belausteguigoitia abundó sobre el significado de alterar monumentos como el Ángel de la Independencia o el Hemiciclo a Juárez: “Cuando te metes con ellos hay un acuerdo semántico de crítica: nos interesa interrumpir estos relatos patrióticos de la memoria, y hay que mirar esto de manera oblicua, hacerlo desde una posición de perspectiva de género”.

Hay que entender, sostuvo, que se trata de una provocación estética, donde las activistas adoptan un desafío a partir de la intervención en estos iconos sagrados, vigilados, y que, al encontrarse de otra manera con el espectador, se fragua la apropiación del símbolo.

“Quemarlo todo es un discurso muy patriarcal, por ello tenemos que hablar con el diferente, con el que no nos mira, con el que no te escucha. Hay que analizar, reinterpretar, mirar diferente, porque incluso en este contexto hay muchas mujeres que son defensoras del patriarcado y hombres que han roto con este sistema”, concluyó.

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