Brilla su mirada como el filo de una navaja en un callejón sin salida. Prendido a la solapa de su traje impecable, el escudo con el águila y el cóndor, acuñado en oro, es como un símbolo de su fidelidad al alma mater.
—Se lo digo de periodista a periodista: si no reordena su cuestionario no le doy la entrevista; además, tiene que publicar las respuestas con las preguntas, pues aparecerían como declaraciones mías, y usted es quien me está preguntando.
En jaque, metido ya en ese juego de cartas marcadas que es la entrevista, espero la pregunta inevitable.
—¿En qué diario trabaja? —inquiere el gran jugador que sabe que enfrente tiene a un novato del oficio.
Juega entre los dedos con una goma de borrar, rosa y azul, de bordes intactos.
Casi es mediodía. Desde su oficina, en el piso 12 de la Torre de Rectoría, Ciudad de México es un fantasma gris… petrificado.
El maestro, el periodista, muestra su juego.
—No —dice a la intención de prender la grabadora. Primero, léame las preguntas.
Ecuánime, don Henrique González Casanova escucha…
Es el fin y el principio: el final de una partida que el maestro comienza al poner las cartas sobre la mesa; el principio de una plática que se alarga hasta después de las dos y media de la tarde.
Formador de periodistas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, jefe de Prensa (1954), director general de Información (1955) y de Publicaciones de la UNAM (1955- 1961), excoordinador de la Revista de la Universidad y colaborador del maestro Fernando Benítez en Sábado, suplemento cultural del diario Unomásuno, donde firmaba la sección Sábado, Domingo y Feria, don Henrique fundó también Gaceta UNAM.
En 1953 el rector Nabor Carrillo enfrenta la tarea de organizar el cambio de la Universidad de sus viejas instalaciones, en el Centro de Ciudad de México, a su nuevo domicilio: Ciudad Universitaria. Colabora directamente con él, como secretario general, el doctor Efrén C. del Pozo. Ambos se mantenían al tanto de lo que sucedía en el ámbito de la cibernética, que por aquellos días se configuraba con los trabajos de Norbert Wiener y del mexicano Arturo Rosenblueth. Carrillo y Del Pozo eran conscientes de la necesidad de asegurar los canales adecuados de información, retroalimentación y, en suma, de fomentar la comunicación como fundamento de la comunidad. Tenían interés en promover las actividades culturales como parte de la educación de los estudiantes y consideraban indispensable mejorar la comunicación universitaria informando con la debida oportunidad.
En ese tiempo se habían puesto de moda en el país las llamadas cartas confidenciales. En 1954, por encargo del rector Carrillo, se pensó en una carta universitaria para mantener informada a la comunidad de los sucesos más relevantes de esta casa de estudios. Editar una publicación de esta naturaleza competía a la Dirección General de Información, a cargo del maestro Henrique González Casanova, aunque el licenciado Pedro Rojas fue quien dio los pasos iniciales y el primer editorial lo escribió el licenciado Jaime García Terrés.
La Gaceta tenía varias secciones, como la información y los comentarios que aparecían en primera plana a manera de editorial y el Calendario, que eran noticias sobre acontecimientos previstos, conferencias y actos de todo tipo. Se publicaban también documentos oficiales –acuerdos y reglamentos– del Consejo Universitario y se informaba de algunas actividades específicas, como las que desempeñaba la bolsa de trabajo. Gaceta se hacía entonces en la Imprenta Universitaria, ubicada en los viejos talleres de Bolivia 17.
Es una revista especializada en información universitaria, que cumple con la tarea de dar a conocer las tres funciones de la UNAM: la educación, la investigación y la cultura”
Jugadores de oficio
Cambia de juego. Lee las preguntas escritas en dos tarjetas. Corta y abre: “no, yo no atribuyo nada…
No, se me hace una pregunta irrelevante… (¿Por qué en un país como el nuestro, en donde aparecen y desaparecen publicaciones, Gaceta ha permanecido durante casi 40 años?)… Bueno, Gaceta es una revista especializada en información universitaria, que cumple con la tarea de dar a conocer las tres funciones de la UNAM: la educación, la investigación y la cultura”.
Recuerda. Comparte.
—Gaceta es un término que se origina en el nombre de una moneda. También, creo, Pasquín se desprende de pasquini, nombre de una estatua italiana, en la cual solían fijarse los libelos. Al órgano informativo de la Universidad Nacional le pusimos Gaceta un grupo de universitarios: Rubén Bonifaz Nuño (entonces joven abogado y el segundo responsable en el área de Información), Pedro Rojas (coordinador de la Colección de Arte de la UNAM), Jaime García Terrés… Exactamente no recuerdo quién. Entonces no era muy común. Se trataba de distinguirla de otras publicaciones. Inclusive del boletín (en 1954 aparece Gaceta UNAM con el lema: Boletín de Información Interna), pues en la Universidad se editaba uno de Derecho Comparado con más de 300 páginas. Imagínese.
De vez en cuando don Henrique mira al ventanal sin paisaje.
—Cuando apareció Gaceta UNAM no faltó gente malqueriente.
Decían que se desperdiciaban muchos recursos de la Universidad y se atentaba contra la libertad de cátedra. Sin embargo, cuando el rector Nabor Carrillo le mostró un ejemplar a don Adolfo Ruiz Cortines, el Presidente de la República frotó entre los dedos las hojas de Gaceta y dice: “¿Cuánto puede costar? Cuando mucho siete centavos”. Tampoco tenían razón en la cuestión ideológica, porque Gaceta era eminentemente informativa, y en sus editoriales siempre se buscó comentar la legislación universitaria y los problemas concretos relacionados con el crecimiento de la Universidad.
En una entrevista con motivo de los 25 años de Gaceta UNAM, don Henrique expresa: la prensa “conserva estereotipos arraigados para informar”. Hoy señala: “Los reporteros son un avispero”. En la conferencia que Octavio Paz dictó hace tiempo sobre los Contemporáneos, en El Colegio Nacional, cuando el Nobel mexicano concluyó su disertación se le fueron encima con preguntas ajenas al tema que expuso, y ni siquiera pidieron su opinión a las grandes personalidades que había entre el público sobre lo dicho por Paz.
Gaceta UNAM, menciona también en ocasión del aquel vigésimo quinto aniversario, busca equilibrar las deficiencias de información de la prensa diaria y la semanaria respecto de la Universidad.
—Porque Gaceta se lee –afirma don Henrique y pregunta–, ¿de qué otra manera se enteraría la comunidad de lo que sucede en la Universidad?
—Sin duda. Se han aplicado encuestas y la respuesta de la comunidad ha sido positiva. Hay altos índices de lectura (véase nota principal).
—Antes –señala González Casanova– No había… no se aplicaban encuestas. Pero teníamos otros indicadores. La Gaceta se enviaba por correo a maestros y alumnos de la Universidad. No a todos. Una vez suspendimos el envío a algunos lectores, durante un lapso corto. Tiempo después aparecía algún alumno o maestro que reclamaba por qué no se le continuaba enviando: Otro indicador… A mí me sorprendía que docentes, como el filósofo José Gaos, llegaran al décimo piso de la Torre de Rectoría, donde estaban las oficinas de Gaceta, solicitando un ejemplar que no había conseguido, para completar su colección:
—Gaceta UNAM tiene diferentes públicos.
—¡Por supuesto! –agrega–. Los periódicos tienen diferentes públicos, si no no podrían sobrevivir. El público de La Jornada es universitario.
Alude a otra pregunta del reportero escrita en las tarjetas.
—La Gaceta es el órgano oficial de información de la Universidad. Conforme a derecho, las autoridades tienen la obligación de informar sobre las tareas sustantivas de la UNAM. La multiplicación de impresos similares a la manera de Gaceta UNAM son el mejor testimonio de la necesidad que la Universidad tiene de este tipo de publicaciones. La Gaceta ha tenido mucho arraigo. Muchas universidades del país y casi todas nuestras facultades tienen publicaciones similares. No quiero decir que haya sido un paradigma. Quiero decir que es una solución, no sólo para la UNAM en su conjunto, sino también para distintas dependencias, incluso para otras universidades e instituciones de educación superior.
Don Henrique suelta una carta que apunta al futuro.
—La Gaceta está bien, pero, como todo, se puede mejorar. Sería recomendable que aparecieran artículos con una extensión de una cuartilla, como…
—Como los artículos del maestro Fernando Benítez.
—Sí, como los del maestro Benítez, como algunos que aparecen aquí (ojea el semanario Humanidades); por ejemplo, éste de (Jesús) González Schmal ha de ser de dos cuartillas. Podría abrirse una sección de correspondencia. Casi todos los periódicos tienen una y, en algunos casos, de mucha calidad, muy legibles. Podría ir incluso en páginas centrales y ser coleccionable. Pero una propuesta así debe estudiarse muy bien. Podría ser muy beneficiosa.
Pasan de las dos y media de la tarde. Suena por única vez el teléfono durante toda la charla. Don Henrique contesta: “¿ya…?” Cuelga el auricular y se levanta. Se dirige hacia la puerta y dice: “se lo digo de periodista a periodista…”. Agarra el picaporte y abre. Se despide: “Bueno, tiene usted ya la entrevista, gracias”.
Texto publicado en la Gaceta UNAM del 23 de agosto de 1993.