Día del Maestro

La UNAM, autónoma, libre y soberana

Se entregó el Reconocimiento al Mérito Académico a profesores e investigadores que cumplen 50 años de servicio y las insignias y distinciones que acreditan a universitarios eméritos

La UNAM es una universidad libre y autónoma, “en donde todos podemos expresarnos con libertad, respeto y sin hegemonías ideológicas impuestas”, afirmó el Rector Enrique Graue Wiechers.

Al presidir la ceremonia del Día del Maestro, aseveró que educar es sembrar talentos y nuevas esperanzas para México y para la humanidad; y sembrar en la Universidad Nacional es hacerlo en el mejor de los campos: en una Universidad laica y pública, en permanente evolución y con un ímpetu incontenible; y que promueve la paz y la movilidad social, al instruir a un alumnado en el que ocho de cada 10 estudiantes provienen de familias cuyo ingreso es menor a cuatro salarios mínimos.

“Es una Universidad que promueve y aspira a la igualdad, a la justicia y a la excelencia en todas y cada una de sus funciones. Una Universidad comprometida con la honestidad y la veracidad”, subrayó el Rector en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

Acompañado por la presidenta en turno de la Junta de Gobierno, Elena Centeno García; del presidente de la Junta de Patronos, Jonathan Davis Arzac, y por exrectores de esta casa de estudios, Graue Wiechers entregó el Reconocimiento al Mérito Académico a profesores e investigadores que cumplen 50 años de servicio.

Foto: Benjamín Chaires.

Enseñar, preservar y generar conocimientos, así como transmitir valores, ejemplos, y dispersar saberes en beneficio de nuestro pueblo son las labores sustantivas de la UNAM, las cuales se han cumplido a cabalidad con libertad y autonomía, sostuvo el Rector.

También expresó que los académicos han ejercido y defendido la autonomía de la institución en distintos momentos de nuestra historia y son la esencia y el bastión más sólido de la Universidad.

Además, entregó las insignias y distinciones que acreditan como investigadores o profesores eméritos a: Alicia Adelaida Girón González, Agustín López Munguía Canales, Enrique Leff Zimmerman, Laura Aurora Benítez Grobet, Rubén Argüero Sánchez, Juan Gerardo Oliva Salinas y Jorge Fernández Ruiz.

De igual forma, otorgó reconocimientos a Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi y a José de Jesús Orozco Henríquez exintegrantes de la Junta de Gobierno que concluyeron su encargo. Asimismo, a Othón Canales Treviño quien terminó sus funciones en la Junta de Patronos de la UNAM.

“Hoy, en esta ceremonia, reconocemos a quienes han dedicado cinco décadas de sus vidas a formar generaciones; a quienes lo han hecho en forma excepcional, siendo reconocidos con el emeritazgo y a quienes concluyeron la alta responsabilidad que les confiere la Ley Orgánica como miembros del Patronato y de la Junta de Gobierno”, aseveró.

Expresó que esta ceremonia del Día del Maestro es la última que presidió como Rector y agradeció el compromiso de los maestros. “Gracias a ellos estamos de pie, firmes y avanzando”.

Defensa de la autonomía

Graue aseguró que la Ley Orgánica que nos rige es el fruto de experiencias históricas y gracias a ella la UNAM ha podido crecer con estabilidad y solvencia.

Aseveró que nuestra reglamentación nos ha permitido actualizar permanentemente diversas normas para darle firmeza, actualidad y certeza a nuestro quehacer académico; por ello, expresó preocupación ante los intentos injerencistas de modificar reglamentaciones a universidades autónomas de algunos estados, y “las repetidas denostaciones a los logros de nuestra casa de estudios”.

“Pero tenemos claro que la forma de gobernarnos y relacionarnos con la sociedad es una decisión libre y soberana de las y los universitarios, tal y como lo establece nuestra legislación y sus leyes reglamentarias.

“Estoy seguro de que todos los aquí presentes compartimos esta convicción y que juntos, indudablemente, defenderemos nuestra autonomía y libertad. Por supuesto, yo, desde la Rectoría, me empeñaré y me comprometo a ello”, dijo.

Expuso que en los siguientes meses iniciará el proceso de sucesión de Rector, convocado en su momento por la Junta de Gobierno, lo cual generará gran actividad y que diversas voces se expresen. Todo ello será reflejo de la comunidad vital, plural y diversa que es la UNAM.

“Todas estas expresiones que sucedan –dentro de nuestro marco normativo– serán siempre bienvenidas y servirán para construir un mejor futuro”, sostuvo.

La Junta de Gobierno, órgano de estabilidad

En nombre de los exmiembros de la Junta de Gobierno y de la Junta de Patronos de la UNAM, José de Jesús Orozco Henríquez afirmó que la Junta de Gobierno ha sido el órgano estabilizador que ha evitado los frecuentes vacíos de autoridad ocurridos con anterioridad.

En 78 años ha designado a 15 rectores, por lo que el promedio del periodo de cada titular ha sido superior a los cinco años. El procedimiento de elección permite la activa participación de la comunidad universitaria y la preponderancia de los argumentos, razones, méritos e intereses académicos de la Universidad.

Este cuerpo colegiado también ha defendido nuestra autonomía, como en 1968, en que receptiva al sentir de la comunidad no aceptó la renuncia del Rector Javier Barros Sierra, ante las indebidas presiones del gobierno.

Rememoró que tanto la Junta de Gobierno como la Junta de Patronos surgieron con la Ley Orgánica de la Universidad de 1945, a fin de superar las crisis derivadas del inapropiado traslado de aspectos de la democracia política que ocasionaron inestabilidad y clientelismo, en lugar de privilegiar los méritos académicos.

En la UNAM, agregó, hay una acentuada distribución de funciones que impide a un solo órgano monopolizar el poder, y dada la integración y representatividad de los órganos colegiados existen mecanismos de control inter e intra orgánicos, a fin de que esta casa de estudios esté a salvo de grupos con intereses sectarios que pretendan ser hegemónicos. Así, se ha garantizado la libertad de cátedra, el pluralismo académico, la diversidad de pensamiento, entre otros.

Orozco Henríquez también destacó que, por primera vez, la Junta está integrada en su mayoría por mujeres.

En representación de los académicos distinguidos por 50 años de labores en la UNAM, Nadima Simón Domínguez externó el júbilo y gratitud de los galardonados por el reconocimiento. Aseguró que la cátedra es el lugar idóneo para expresar con libertad las verdades de la ciencia y que la búsqueda incesante del conocimiento sólo puede realizarse en un ambiente de libertad, como sucede en esta casa de estudios.

Recordó que en 1929 la Universidad obtuvo su autonomía y el camino para ejercerla ha estado lleno de vicisitudes como los embates que enfrentó en 1968, durante los movimientos de los años 70, la huelga de 1999, entre otros.

“Hemos sido testigos de que la UNAM ha podido enfrentar amenazas y ha salido fortalecida de ellas gracias al apoyo de su comunidad. Estamos seguros que este apoyo será el mismo en las actuales circunstancias”, apuntó.

Comentó que para los galardonados ha sido un enorme privilegio pasar 50 años en la Universidad Nacional, institución noble y altruista que los apoya, cobija y reconoce. “A estas alturas del camino, con la fatiga natural del viaje, le pedimos, señor Rector, que reciba nuestra gratitud a la UNAM y nuestro renovado compromiso de trabajar hasta el límite de nuestras fuerzas por el engrandecimiento de México y de nuestra Universidad”, dijo.

De igual forma, Laura Aurora Benítez Grobet, quien habló en representación de los nuevos investigadores y profesores eméritos, agradeció a esta casa de estudios la posibilidad de realizar sus proyectos y propuestas académicas y comunicarlos a sus estudiantes y discípulos para el beneficio de la Universidad Nacional y nuestro país.


Palabras del Rector Enrique Graue Wiechers durante la Ceremonia del Día del Maestro

Enseñar; preservar y generar conocimientos; transmitir valores y ejemplos y dispersar saberes en beneficio de nuestro pueblo, es la misión de nuestra casa de estudios.

Esas labores, a las que acostumbramos definir como sustantivas, las hemos cumplido a cabalidad con la libertad que se cristaliza en nuestra autonomía.

Y ha sido el personal académico, desde sus distintas trincheras, quien a lo largo de los años –y con convicción y firmeza– ha ejercido y defendido la autonomía en los distintos momentos de nuestra historia.

Ustedes, el personal académico, son la esencia y el bastión más sólido de nuestra Universidad.

Hoy, en esta ceremonia, reconocemos a quienes han dedicado cinco décadas de sus vidas a formar generaciones; a quienes lo han hecho en forma excepcional, siendo reconocidos con el emeritazgo, y a quienes concluyeron la alta responsabilidad que les confiere la Ley Orgánica como miembros del Patronato y de la Junta de Gobierno.

Este acto con ustedes es, de hecho, una celebración a todo el personal académico que diariamente estimula en nuestros estudiantes el espíritu de superación, la cultura del esfuerzo y los valores universitarios de honestidad académica.

A lo largo de su vida universitaria, sus responsabilidades académicas les han demandado dedicación y estudio; entrega permanente; adaptación continua a las nuevas tecnologías; y a reaprender, de sus propias experiencias, las mejores formas de transmitir conocimientos, valores y el anhelo por saber y descubrir.

Su labor a lo largo de los años ha sido incansable y creativa por lo que no hay palabras que puedan expresar en plenitud lo que la Universidad les debe.

Por todo ello, muchas, muchas gracias.

Al mismo tiempo, todos nosotros sabemos que la docencia y la avidez por el descubrimiento, nos proporcionan inigualables satisfacciones; nos permiten compartir con nuestros pares experiencias, convicciones e inquietudes; habitar en una casa del saber que nos mantiene atentos y actualizados; y convivir con una comunidad estudiantil que nos motiva y revitaliza, y nos permite dejar nuestra huella en la juventud, con lo que adquirimos un fragmento de eternidad que nos hace perdurar más allá de nuestra existencia.

De ahí que, efectivamente, educar sea sembrar talentos y nuevas esperanzas para México y para la humanidad en su conjunto.

Y sabemos que sembramos en el mejor de los campos; sembramos en los territorios de la Universidad Nacional Autónoma de México, una Universidad laica, pública y gratuita, una Universidad que está en permanente evolución y de un ímpetu incontenible, una Universidad que promueve la paz y la movilidad social al educar a un alumnado en donde ocho de cada diez estudiantes provienen de familias cuyo ingreso es menor a cuatro salarios mínimos, una Universidad que promueve y aspira a la igualdad, a la justicia y a la excelencia en todas y cada una de sus funciones, una Universidad comprometida con la honestidad y la veracidad, una Universidad libre y autónoma en donde todos podemos expresarnos con libertad y respeto y sin hegemonías ideológicas impuestas.

Por eso es un verdadero privilegio el poder formar parte del personal académico de esta grande e inmensa institución: la Universidad de la Nación.

Esta será la última ocasión en que, como Rector, me dirija a ustedes para celebrarlos, reconocerles y expresarles la más profunda gratitud por su incansable labor.

A lo largo de estos siete años y seis meses he puesto lo mejor de mis capacidades y habilidades al frente de la Rectoría de la UNAM.

Ser Rector de la UNAM ha sido lo mejor que me ha sucedido en mi vida profesional y un privilegio inigualable el poderlo hacer.

Durante estos años, he tenido la fortuna de contar con colaboradores cercanos de gran sensibilidad, inteligencia y preparación.

Ellos y ellas han sido siempre sinceros, solidarios y dedicados a sus funciones, aún en los momentos más escabrosos y difíciles de sortear.

Muchas gracias por su compromiso a las y los titulares de las secretarías y coordinaciones de la Administración Central, así como a la pléyade de directoras y directores de nuestras entidades académicas.

Yo he sido muy afortunado de haber contado con ustedes y estoy muy orgulloso de cada uno de sus logros.

Gracias al compromiso de toda la comunidad académica y en forma muy particular del personal académico; estamos de pie, firmes y avanzando.

Durante este tiempo he procurado estar cerca del personal docente, del estudiantado, de nuestros trabajadores administrativos y, por supuesto, de las distintas autoridades universitarias.

Ciertamente, me hubiera gustado haberlo hecho aún más, pero esto no siempre es posible desde la Rectoría.

Imagino que esto es algo inherente a la gestión de una universidad como la nuestra.

En los meses por delante iniciará el muy saludable proceso de renovación del cargo que hoy ocupo. Éste será convocado, en su momento, por la honorable Junta de Gobierno de nuestra casa de estudios.

Serán tiempos de una gran actividad durante los cuales escucharemos voces que se expresarán de distintas maneras.

No podría ser diferente en una comunidad tan vital, plural y diversa como la nuestra.

Todas estas expresiones que sucedan –dentro de nuestro marco normativo– serán siempre bienvenidas y servirán para construir un mejor futuro.

La Ley Orgánica que nos rige es el fruto de experiencias históricas y, gracias a ella, la UNAM ha podido crecer con estabilidad y solvencia en las décadas posteriores a su entrada en vigor.

Nuestra reglamentación nos ha permitido actualizar permanentemente diversas normatividades para darle firmeza, actualidad y certeza a nuestro quehacer académico.

Por ello vemos con preocupación los intentos injerencistas de modificar reglamentaciones a universidades autónomas de algunos estados de la federación y las repetidas denostaciones a los logros de nuestra casa de estudios.

La forma de gobernarnos y relacionarnos con la sociedad es una decisión libre y soberana de las y los universitarios tal y como lo establece la constitución y sus leyes reglamentarias.

Estoy seguro de que todos los aquí presentes compartimos esta convicción y que juntos defenderemos nuestra autonomía y libertad.

Yo, desde la Rectoría, me comprometo a ello.

A todas y todos ustedes a quienes hoy reconocemos y celebramos, reciban el agradecimiento de nuestra casa de estudios por todo lo que han hecho con ese impulso y ánimo que da vida a nuestro lema:

“Por mi raza hablará el espíritu”.

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