Cambió la forma en que se piensa la materia
La UNAM, cercana a Nobel de Química
Ilich Argel Ibarra Alvarado, del Instituto de Investigaciones en Materiales, colaboró con Susumu Kitagawa, uno de los tres galardonados

Cuando la Real Academia Sueca anunció ayer el Premio Nobel de Química 2025 para Susumu Kitagawa (Universidad de Kioto), Omar M. Yaghi (Universidad de California en Berkeley) y Richard Robson (Universidad de Melbourne) –por el desarrollo de los marcos metal-orgánicos (MOF)–, Ilich Argel Ibarra Alvarado, del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, recibió la noticia con especial emoción: años atrás había colaborado con Kitagawa en un artículo científico que unía a la ciencia mexicana con la japonesa mediante la química de materiales porosos.
En 2014, recién incorporado a la UNAM, Ibarra asistió a un congreso en Japón. Allí conoció a Kitagawa, a quien describe como “una persona supersencilla y de trato fácil”. De este encuentro surgió una colaboración que se concretó en 2019 con la publicación de un artículo en el Journal of Materials Chemistry A, firmado por investigadores de la UNAM y de la Universidad de Kioto, sobre una versión fluorada del material MIL-101(Cr), diseñada para mejorar la captura de gases como CO2 y H2S.
“Finalmente en 2019 publicamos un artículo de investigación con profesores e investigadores aquí en la UNAM y allá en Japón, y por supuesto con el profesor Kitagawa”, recordó. “Es una de las publicaciones más importantes que tenemos en el grupo por su contenido, y ahora, siendo él ganador del Nobel, tiene otro nivel”.
Aunque la noticia lo conmovió de manera personal, Ibarra subrayó que su participación se limitó a esa colaboración científica y que no formó parte del equipo directamente premiado. Destacó, sin embargo, que la experiencia refleja la capacidad de la UNAM para impulsar a sus investigadores a colaborar con figuras de alto nivel internacional y contribuir al desarrollo de campos de frontera como la química de materiales porosos.
El sólido que guarda espacios invisibles
Para entender el hallazgo premiado, Alfonso Ramón García Márquez, académico de la Facultad de Química de la UNAM, explicó que la genialidad de los laureados fue cambiar la forma en que se piensa la materia: ya no sólo como átomos enlazados, sino como arquitectura con espacios internos controlados. “Esto abre la puerta a materiales con funciones específicas: catalizadores capaces de actuar selectivamente sobre ciertos compuestos, membranas que separan gases o estructuras que retienen agua del aire. Es un cambio de paradigma en la química moderna”.
Los MOF combinan nodos metálicos y ligandos orgánicos para formar redes cristalinas altamente porosas, con áreas superficiales que pueden ser 10 o 15 veces mayores que las zeolitas tradicionales. Esta estructura permite diseñar cavidades de distintos tamaños y propiedades químicas según la aplicación. En sus laboratorios de la Facultad de Química, el grupo de García Márquez trabaja en materiales híbridos y nanobidimensionales aplicados a la conversión de energía y catálisis ambiental, explorando también métodos de formado jerárquico para facilitar su escalabilidad y uso en dispositivos reales. Su trabajo forma parte de una comunidad global que transforma la química en ingeniería de espacios moleculares.
Reconocimiento a toda una comunidad
García Márquez insistió en que el Nobel debe verse como un reconocimiento a un esfuerzo global: “Vale la pena que si se habla del tema no se quede uno sólo con estos tres nombres, sino que se vea la amplitud de la comunidad. Dependiendo de la aplicación o del grupo de trabajo, el avance de los MOF ha sido una construcción colectiva, y esto hay que reconocerlo”, añadió. Desde la UNAM, investigadores como García Márquez e Ibarra contribuyen a ese esfuerzo global que hoy es reconocido con el Nobel.
En 2023, Ibarra fue el único latinoamericano invitado al Nobel Symposium on MOFs, celebrado en Karlskoga, Suecia, donde expertos de todo el mundo analizaron el impacto del campo antes de que se otorgara el premio. “Fue una reunión muy emocionante, porque querían comprender cómo era la comunidad, si se apoyaba, cómo trabajaba. Tuve la fortuna de estar ahí como representante simbólico de América Latina”, contó.
Esa experiencia reforzó su compromiso con abrir espacios para nuevas voces. Este noviembre la UNAM será sede de la Conferencia Internacional de Mujeres Investigadoras en MOFs, COFs y materiales afines, un encuentro que se desarrollará en dos sedes: Ciudad de México y Mérida, Yucatán.
Para Ibarra este Nobel confirma que México puede dialogar con la frontera del conocimiento. “Cuando uno de tus colaboradores recibe el Nobel, lo sientes un poco de la UNAM”, dijo. “Más allá del orgullo personal, lo que celebro es que este campo se ha vuelto diverso e incluyente: nuestros estudiantes se ven parte de una comunidad global que construye conocimiento y soluciones”.
García Márquez coincidió: “el premio no sólo celebra la creatividad de tres pioneros, sino el trabajo de una comunidad internacional que aprendió a construir con átomos como quien edifica espacios habitables”. En esa construcción global, la UNAM también tiene su lugar.