La UNAM, una Universidad Lectora

Esta casa de estudios ha tomado la tarea de acercar la actividad a infancias, jóvenes y adultos

Fotos: Juan Antonio López.
Hay que preguntarse, ¿qué es ser lector? ¿Es aquella persona que concluye un libro? ¿Y los lectores de blogs o de redes sociales? ¿A quién le corresponde en México hacer políticas de fomento a la lectura? ¿Por qué la UNAM, que es una institución académica, tendría que atender la diversidad de lectores y lecturas?

La directora de Literatura y Fomento a la Lectura, Anel Pérez, en la conferencia magistral Programas y estrategias para la UNAM: una Universidad Lectora, realizada como parte del Laboratorio Editorial de Libros UNAM, hace la siguiente consideración: “En esta casa de estudios tenemos aproximadamente 360 mil estudiantes. Si comparamos la Universidad con otras instancias, en efecto es más fácil encontrar lectores, pero no por ser un alumno universitario se le considera así en automático”.

En conversación con Imelda Martorell, coordinadora de Fomento a la Lectura y la Cultura Escrita de la Dirección de Literatura, advierte que, antes de ahondar en estos cuestionamientos, es importante tener en cuenta que la formación de lectores es, en México, un producto del siglo XX: de la posrevolución. Y en ella la UNAM ha sido un puntal.

Política de formación

“En este país la primera instancia que decidió hacer una política de formación lectora fue la Universidad Nacional”, destacó. “Cuando aún no existía la Secretaría de Educación Pública (SEP), que se fundó en 1921 –hace poco más de cien años–, la Universidad Nacional de México publicó el primer tomo México: el libro nacional de lectura y escritura”. Esto fue a iniciativa de José Vasconcelos, quien era entonces rector de esta casa de estudios, y que ya al frente de la SEP estuvo detrás de la colección Lecturas clásicas para niños, ilustradas por grandes grabadores.

“Cuando ideamos formar lectores ¿cómo lo pensamos? Normalmente la idea de la lectura no es democrática. El acceso a ésta, al libro, desde siempre fue de élite: escribir para unos pocos que entendían”. Este elitismo –dijo– marcó el aproximarse a la lectura y la educación en los siglos XVIII y XIX con la idea de civilizar.

Hasta el siglo XX, a la par de la construcción de la idea de ciudadano, nace la del lector, afirmó Anel Pérez. En México, la concepción de una educación para todos se concretó con la SEP, que se creó en un país con 70 por ciento de analfabetismo. “El fomento a la lectura no empezó con los universitarios, sino con las infancias: había una tarea urgente de que esta secretaría hiciera que los niños fueran lectores, con la idea de que leer era eso que transformaba de lo salvaje a lo civilizado, a ser ‘leído y escribido’”.

La noción de juventud surge más tarde, en el siglo XX, gracias a la apertura de espacios educativos que evitaron el paso directo de la infancia a una adultez que suponía matrimonio e hijos en la edad adolescente. El concepto de joven estudiante abrió la necesidad de lecturas, ya que en un principio fue un sector desatendido: el impulso lector de la primaria no continuaba en la secundaria.

Se crearon proyectos como la Biblioteca del Chapulín o, en los años 80, Libros del Rincón, y más tarde las Bibliotecas de aula, todos con la idea de que leer fuese por placer y no por cumplir una asignatura. Fue en esa misma década cuando se dio el boom mundial de ferias del libro infantil y juvenil como parte del fomento lector. Se habló primero de promotores de lectura y más tarde de mediadores, que son el vínculo entre los libros y el lector.

Universo de Letras

La UNAM, desde la Coordinación de Difusión Cultural, ha tomado la tarea de acercar esta actividad a infancias, jóvenes, público adulto y de la tercera edad. Hace ocho años se creó Universo de Letras, que con la Cátedra Extraordinaria de Fomento a la Lectura José Emilio Pacheco desarrolla actividades de acercamiento a la escritura y lectura, a formar mediadores y analizar, a través de encuestas, los fenómenos vinculados con éstas.

Universo de Letras tiene actividades en diversas sedes, como la Librería Jaime García Terrés, señaló Imelda Martorell; pero desde la pandemia desplegó opciones virtuales y actualmente contempla formatos híbridos de cursos, talleres, capacitación y espacios de lectura. El próximo, detalló, será el curso Breve historia de la literatura automática: de robots, escritores, bibliotecas infinitas y paradojas eternas, con Iván Vladimir, del 7 al 28 de junio.

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