Coloquio conmemorativo por los 40 años del sismo de 1985

La Universidad asumió el reto de participar en la construcción de un país más preparado: Soledad Funes

Ana Laura Peniche, Enrique Guevara, Soledad Funes, José Luis Macías y Arturo Iglesias. Foto: Francisco Parra.

En el evento conmemorativo “Coloquio 40 años del sismo de 1985. Evolución del conocimiento”, el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM reunió a especialistas para recordar el pasado, reflexionar sobre las múltiples aportaciones de esta casa de estudios a la sismología nacional y analizar las perspectivas futuras en este campo de conocimiento.

Este evento “es una oportunidad para renovar nuestra convicción de que la ciencia y la Universidad deben estar siempre al servicio de la sociedad”, afirmó Soledad Funes Argüello, coordinadora de la Investigación Científica.

El temblor de 1985 marcó para siempre la historia de nuestro país, pero también fue un punto de quiebre en la manera en que entendemos y enfrentamos los riesgos sísmicos, dijo al inaugurar el evento.

En el auditorio Tlayolotl-Ismael Herrera Revilla del IGf, recordó que el 19 de septiembre de aquel año nos dejó pérdidas irreparables y profundas lecciones. Nos mostró con crudeza la vulnerabilidad de nuestra ciudad, pero también la solidaridad y la capacidad de respuesta de la sociedad mexicana.

“La Universidad Nacional Autónoma de México asumió con plena responsabilidad el reto de encabezar desde la ciencia, las humanidades y la cultura la construcción de un país más preparado, más informado y capaz de sobreponerse”.

Mencionó que esta casa de estudios fue fundamental en la creación del Centro Nacional de Prevención de Desastres y en la consolidación del Sistema Nacional de Protección Civil, instituciones que hoy son referencia obligada en la gestión del riesgo.

El personal académico ha contribuido en el desarrollo de los reglamentos de construcción, sustentados en estudios de campo, modelos numéricos y analíticos que permitieron entender cómo se comportan las estructuras ante los sismos.

Los grupos universitarios han avanzado en el estudio de la fuente sísmica, el movimiento del terreno y la respuesta sísmica, investigaciones que han sido referentes a nivel mundial. A ello se suman metodologías para cimentaciones, análisis de vulnerabilidad, resiliencia estructural, monitoreo de salud e infraestructura y estudios sobre el comportamiento dinámico de suelos.

“Estos avances, además de fortalecer la seguridad de nuestra sociedad, han sido espacios formativos para generaciones de estudiantes que han contribuido a expandir y consolidar este conocimiento y tienen herramientas que hoy aplican en sus distintos campos de especialidad laboral”.

Funes Argüello comentó que el liderazgo de la UNAM en este campo se refleja también en la historia del Servicio Sismológico Nacional, que desde 1929 está bajo la tutela de esta casa de estudios.

“A través de él se ha consolidado la labor de registrar, analizar y comunicar la actividad sísmica de México, con la responsabilidad de informar de manera oportuna a la sociedad. Hoy, casi en tiempo real, la Universidad difunde datos sobre magnitud, ubicación y profundidad de los sismos para que la población esté mejor preparada”.

José Luis Macías Vázquez, director del IGf, expresó que el sismo de 1985 fue un parteaguas en la historia de la sismicidad de México.

A pesar de la magnitud, sorprendió que casi no hubo oscilación del terreno cerca del epicentro, pero en Ciudad de México esto se amplificó y causó terribles daños, señaló.

“En ese entonces, el papel del director del Instituto de Geofísica, Ismael Herrera Revilla (presente en el evento), fue fundamental en la respuesta científica a la emergencia”, puntualizó.

Rememoró que, en un contexto marcado por la incomunicación y la precariedad tecnológica, Herrera organizó un equipo para desplegar aparatos portátiles y recurrió a antiguos sismógrafos mecánicos para registrar las réplicas y recopilar información indispensable. Apoyó a varios de nuestros sismólogos, entre otros, Cinna Lomnitz, quien fue también una pieza clave en la instalación de la Red Sísmica de Apertura Continental, la cual en 1986 aumentó la capacidad del monitoreo sísmico y del Servicio Sismológico Nacional.

En 1988, Herrera impulsó la red telemétrica del Servicio Sismológico Nacional con el apoyo de Petróleos Mexicanos, lo que facilitó el uso de una red de microondas para la transmisión de datos en tiempo real.

“Su liderazgo permitió enfrentar las limitaciones tecnológicas de la época y sentar las bases para la modernización de la sismología mexicana”, destacó.

Enrique Guevara Ortiz, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), subrayó a su vez que la UNAM ha sido una institución clave para el avance del conocimiento científico en nuestro país, y ha formado a muchas generaciones de especialistas relacionados con la prevención de desastres y la gestión del riesgo.

A partir de la dolorosa lección del sismo hubo una nueva visión: el Estado mexicano creó el Sistema Nacional de Protección Civil y dos años después el Centro Nacional de Prevención de Desastres, con el apoyo de la UNAM, la cooperación internacional y el compromiso del gobierno federal.

“Esa alianza entre ciencia, instituciones y sociedad nos permitió dar un paso histórico hacia un modelo más sólido de prevención y de gestión del riesgo. Gracias a ese respaldo se consolidó la red sísmica mexicana, que hoy es base para la vigilancia de nuestra sismicidad y el Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis, que contribuye a proteger a millones de personas en zonas costeras”, enfatizó

Cuarenta años después, debemos reafirmar que los desastres no son naturales, son la materialización de riesgos que nosotros mismos construimos a través de nuestras decisiones y de la manera en cómo ocupamos el territorio con las condiciones sociales y económicas que generan vulnerabilidades, remarcó.

“El riesgo sísmico, al igual que otros fenómenos, nos seguirá acompañando, pero el conocimiento, la investigación y la educación nos dan herramientas para reducir su impacto y proteger la vida. Aquí es donde el Instituto de Geofísica, la UNAM y otras universidades del país tienen un papel insustituible: generar conocimiento, formar profesionales y vincularse con la sociedad para que la prevención sea parte de la cultura cotidiana. En el Cenapred, a 40 años del 85, seguimos firmes en esa ruta, porque prevenir no es opcional. Es un acto de justicia social, de amor a la vida y de responsabilidad con las próximas generaciones”, concluyó.

En su oportunidad, Ana Laura Peniche Montfort, coordinadora de la Hemeroteca Nacional (adscrita al Instituto de Investigaciones Bibliográficas), reconoció el papel de la prensa tras la tragedia.

“En medio del caos y la incertidumbre, cuando las estructuras cayeron y las comunicaciones se interrumpieron, los medios de comunicación se convirtieron en la única ventana a la realidad para millones de personas. Sin redes sociales, ni internet, periodistas, fotógrafos y camarógrafos asumieron la enorme responsabilidad de informar”, indicó.

No sólo documentaron la destrucción, también se convirtieron en el puente entre las autoridades y la ciudadanía; y entre las familias desesperadas que buscaban a sus seres queridos. La cobertura de la prensa no fue simplemente un registro de los hechos, fue un acto de servicio, un testimonio de la solidaridad y la resiliencia de una ciudad que se negaba a rendirse, dijo.

“Las publicaciones periódicas de aquellos días, impresas en papel, son mucho más que simples reportes noticiosos, son el testimonio tangible de nuestra historia colectiva”, añadió.

Peniche Montfort agregó que la memoria escrita y gráfica nos permite recordar lo que pasó, conectar emocionalmente con esa época, entender la magnitud de la tragedia y la grandeza de la respuesta humana.

“Este legado de resiliencia, solidaridad y exigencia democrática está registrado y preservado en las páginas de nuestros diarios y revistas nacionales. La memoria es una herramienta poderosa para el futuro. Al estudiar y recordar la cobertura periodística de 1985, aprendemos de los errores y reafirmamos el valor de la solidaridad”.

Manifestó que la misión de la Hemeroteca Nacional no es sólo resguardar, sino ser un recurso vivo que apoya a investigadores, estudiantes y a la ciudadanía en general.

“Les invitamos a usar nuestro archivo para realizar análisis retrospectivos, comprender el pasado y formular los escenarios de prevención que nuestra sociedad tanto necesita. Espero que este evento, de tanta importancia para las ciencias y las humanidades, nos ayude a tener nuevas lecturas y a generar mejores aproximaciones para entender un suceso tan impactante como el sismo de 1985”, finalizó.

Foto: Reuters.
También podría gustarte